La consulta cotidiana en Gradiva nos muestra la existencia de “jóvenes viejos”. Nos duele como profesionales escuchar a jóvenes de alrededor de 20 años con signos evidentes de envejecimiento cerebral en donde observamos daños que nos remiten a una vejez prematura de sus funciones cognitivas. Lo hablaba con ellos en los grupos terapéuticos en donde con dolor nos muestran fallas evidentes en donde no comprenden, no pueden atender, la memoria reciente está evidentemente dañada, les cuesta recuperar información de su memoria, no pueden interpretar la información sensorial y dale significado, perdieron habilidades para planificar, organizar, inhibir impulsos, resolver problemas y tomar decisiones y están impedidos de reflexionar sobre sus propios procesos mentales y regularlos o sea se halla dañada la metacognición lo cual les impide tomar conciencia de sus actos y daños evidentes que han tenido y así podemos seguir.
Están alteradas las funciones cognitivas por lo tanto les cuesta procesar, almacenar y usar las informaciones para interactuar con el mundo y fundamentalmente razonar para inhibir impulsos. El cerebro como obra maestra de la naturaleza en donde conviven más de 100 mil millones de neuronas con más de 300.000 millones de interconexiones entre sí y todo esto nos permitirá un contacto lo más optimo posible con el entorno social y facilitar los aprendizajes en cada etapa de la vida. Todo esto que dañado con el consumo de drogas.
Hoy tenemos jóvenes que comenzaron a consumir a los 12 años o antes y jóvenes adultos entre 30 y 40 años que tienen una carrera adictiva de más de 20 años. La consecuencia de estas situaciones es que se altera toda esa obra maestra de la naturaleza que es el cerebro y especialmente las zonas cerebrales que nos separan de los animales (zonas frontales) quedando, entonces, sujetos a la compulsión o sea a la repetición del consumo sin posibilidades de frenar y pensar.
JOVENES CRONICOS
Son lo que denomino en mis trabajos, también, los “jóvenes crónicos” que ya no están en los viejos manicomios, sino que son los nuevos “sin tierra” que vagan por la calle, en las esquinas, encerrados en su casa y excluidos de todo tratamiento. Vagan como “zoombies” con los llamados síntomas positivos en psiquiatría (alucinaciones, delirios, etc.) o con síntomas negativos (apáticos y tirados en la calle, en las plazas o debajo de los puentes “embebidos” en su miseria vital). Las instituciones barriales y religiosas, así como los merenderos se ven invadidas y no pueden sostener aquellos nutrientes básicos que han fallado desde el inicio. Hijos de padres desconocidos, con la calle y la plaza como hogares alternativos y marginales. Identidades marginales que se consolidan día a día.
Así son muchos de los “jóvenes viejos” de hoy son “rescatados” por la policía, por un familiar preocupado o con una sobredosis que hacen que alguna ambulancia estatal acuda en su ayuda ante la llamada de los vecinos de la ciudad. No pueden ser libres ya que quedan atados a la compulsión o sea a la repetición de un consumo voraz en donde desafían cotidianamente a la muerte y entrando en un deterioro que los acerca a la demencia.
LA ADICCION COMO PATOLOGIA DE LA LIBERTAD
La palabra adicción deriva del griego “adiccere” que significa encadenados y abandonados y en una segunda acepción deriva de los que están abandonados y no pueden expresarse ya que se quedaron sin palabras. En la Roma antigua eran aquellos que no pagando deudas quedaban esclavizados frente a un Amo que los dominaba.
Todo esto es muy actual seres sin lenguaje, esclavos de un “dealer”, dañando su sistema psíquico y cerebral que le permitirá salir de estas situaciones. Son esclavos que han perdido su libertad. Esta pérdida es ya epidémica que en griego significa (epi = sobre, encima) y demos (pueblo) ósea lo que se difunde en el pueblo mientras que pandemia en griego deriva de (pan) o sea todo y (demos) o sea el pueblo, pero ya tomando a todo el pueblo o varios pueblos y es a escala mundial.
Esto sucede hoy con las adicciones ya que es un fenómeno a escala global. De esto derivan grandes campañas de marketing minimizando los daños que causa el consumo, se trata de estimular el consumo a edades tempranas que es precisamente cuando el cerebro esta menos desarrollado en sus áreas frontales (escala de diferenciación con los simios). Usando un símil inmobiliario el cerebro empieza a quedar hipotecado y la compulsión se apodera del ser humano esclavo desde los inicios de la pubertad. Repetir…repetir es la consigna. El marketing tiene etapas que van desde la legalización de la marihuana en comercios, farmacias incrementado el poder de las dosis y sus contenidos desde la industria ilegal que la hace más potente, atractiva y más barata que en los comercios legalizados.
Posteriormente se busca la legalización de todo tipo de drogas, la promoción del uso controlado de las drogas, vociferar a diestra y siniestra que la noción de enfermedad es discriminatoria y todo esto unido a la ceguera ideológica de los daños del consumo ocultándolos con la paradoja que cuanto más se progresa en el estudio del cerebro y de las consecuencias negativas para el funcionamiento del mismo más se oculta todo esto con fuertes intereses económicos que los financian para al fin de este proceso normalizar el uso de drogas.
Surgen así grandes intereses económicos que son superiores al estado mismo y generan Supra-Estados dominantes sobre los derechos de los ciudadanos y de los poderes de los estados. A todo esto, los sistemas vinculares en la Postmodernidad se hallan deteriorados: la vida familiar, la escuela y sus fundamentos, la cultura barrial, los ideales políticos, religiosos, culturales; todo esto configura un escenario para que crezcan “jóvenes viejos” sin esperanza y que han perdido toda brújula en sus vidas ósea el norte, la noción de futuro y por ende de esperanza.
LA PERDIDA DE LA BRUJULA EN LA VIDA
En la vida podemos perder la brújula y entonces parecería que el frenesí y el vértigo suplantan a la reflexión y así vamos perdiendo noción de realidad. Ahí el “mundo fisura” reina y con el vértigo como prisma nos vamos quedando sin testigos y “sin testigo nos evaporamos” (J.P. Sartre).
El testigo llega a ser nuestro Ego que es solo una alabanza seductora de lo peor de nosotros, pero convertida en lo mejor mediante el truco de nuestra ignorancia. Existe una brújula en nuestro interior que nos permite tener criterio de realidad y cuando esto falla ahí es cuando el fanatismo suplanta a la realidad y en el fanatismo no hay otro. Los consultorios están llenos de personas que han perdido la brújula y defienden fanáticamente una idea, una droga, el alcohol, etc. y muchos son “jóvenes viejos”.
Están alteradas las funciones cognitivas por lo tanto les cuesta procesar, almacenar y usar las informaciones para interactuar con el mundo y fundamentalmente razonar para inhibir impulsos. El cerebro como obra maestra de la naturaleza en donde conviven más de 100 mil millones de neuronas con más de 300.000 millones de interconexiones entre sí y todo esto nos permitirá un contacto lo más optimo posible con el entorno social y facilitar los aprendizajes en cada etapa de la vida. Todo esto que dañado con el consumo de drogas.
Hoy tenemos jóvenes que comenzaron a consumir a los 12 años o antes y jóvenes adultos entre 30 y 40 años que tienen una carrera adictiva de más de 20 años. La consecuencia de estas situaciones es que se altera toda esa obra maestra de la naturaleza que es el cerebro y especialmente las zonas cerebrales que nos separan de los animales (zonas frontales) quedando, entonces, sujetos a la compulsión o sea a la repetición del consumo sin posibilidades de frenar y pensar.
JOVENES CRONICOS
Son lo que denomino en mis trabajos, también, los “jóvenes crónicos” que ya no están en los viejos manicomios, sino que son los nuevos “sin tierra” que vagan por la calle, en las esquinas, encerrados en su casa y excluidos de todo tratamiento. Vagan como “zoombies” con los llamados síntomas positivos en psiquiatría (alucinaciones, delirios, etc.) o con síntomas negativos (apáticos y tirados en la calle, en las plazas o debajo de los puentes “embebidos” en su miseria vital). Las instituciones barriales y religiosas, así como los merenderos se ven invadidas y no pueden sostener aquellos nutrientes básicos que han fallado desde el inicio. Hijos de padres desconocidos, con la calle y la plaza como hogares alternativos y marginales. Identidades marginales que se consolidan día a día.
Así son muchos de los “jóvenes viejos” de hoy son “rescatados” por la policía, por un familiar preocupado o con una sobredosis que hacen que alguna ambulancia estatal acuda en su ayuda ante la llamada de los vecinos de la ciudad. No pueden ser libres ya que quedan atados a la compulsión o sea a la repetición de un consumo voraz en donde desafían cotidianamente a la muerte y entrando en un deterioro que los acerca a la demencia.
LA ADICCION COMO PATOLOGIA DE LA LIBERTAD
La palabra adicción deriva del griego “adiccere” que significa encadenados y abandonados y en una segunda acepción deriva de los que están abandonados y no pueden expresarse ya que se quedaron sin palabras. En la Roma antigua eran aquellos que no pagando deudas quedaban esclavizados frente a un Amo que los dominaba.
Todo esto es muy actual seres sin lenguaje, esclavos de un “dealer”, dañando su sistema psíquico y cerebral que le permitirá salir de estas situaciones. Son esclavos que han perdido su libertad. Esta pérdida es ya epidémica que en griego significa (epi = sobre, encima) y demos (pueblo) ósea lo que se difunde en el pueblo mientras que pandemia en griego deriva de (pan) o sea todo y (demos) o sea el pueblo, pero ya tomando a todo el pueblo o varios pueblos y es a escala mundial.
Esto sucede hoy con las adicciones ya que es un fenómeno a escala global. De esto derivan grandes campañas de marketing minimizando los daños que causa el consumo, se trata de estimular el consumo a edades tempranas que es precisamente cuando el cerebro esta menos desarrollado en sus áreas frontales (escala de diferenciación con los simios). Usando un símil inmobiliario el cerebro empieza a quedar hipotecado y la compulsión se apodera del ser humano esclavo desde los inicios de la pubertad. Repetir…repetir es la consigna. El marketing tiene etapas que van desde la legalización de la marihuana en comercios, farmacias incrementado el poder de las dosis y sus contenidos desde la industria ilegal que la hace más potente, atractiva y más barata que en los comercios legalizados.
Posteriormente se busca la legalización de todo tipo de drogas, la promoción del uso controlado de las drogas, vociferar a diestra y siniestra que la noción de enfermedad es discriminatoria y todo esto unido a la ceguera ideológica de los daños del consumo ocultándolos con la paradoja que cuanto más se progresa en el estudio del cerebro y de las consecuencias negativas para el funcionamiento del mismo más se oculta todo esto con fuertes intereses económicos que los financian para al fin de este proceso normalizar el uso de drogas.
Surgen así grandes intereses económicos que son superiores al estado mismo y generan Supra-Estados dominantes sobre los derechos de los ciudadanos y de los poderes de los estados. A todo esto, los sistemas vinculares en la Postmodernidad se hallan deteriorados: la vida familiar, la escuela y sus fundamentos, la cultura barrial, los ideales políticos, religiosos, culturales; todo esto configura un escenario para que crezcan “jóvenes viejos” sin esperanza y que han perdido toda brújula en sus vidas ósea el norte, la noción de futuro y por ende de esperanza.
LA PERDIDA DE LA BRUJULA EN LA VIDA
En la vida podemos perder la brújula y entonces parecería que el frenesí y el vértigo suplantan a la reflexión y así vamos perdiendo noción de realidad. Ahí el “mundo fisura” reina y con el vértigo como prisma nos vamos quedando sin testigos y “sin testigo nos evaporamos” (J.P. Sartre).
El testigo llega a ser nuestro Ego que es solo una alabanza seductora de lo peor de nosotros, pero convertida en lo mejor mediante el truco de nuestra ignorancia. Existe una brújula en nuestro interior que nos permite tener criterio de realidad y cuando esto falla ahí es cuando el fanatismo suplanta a la realidad y en el fanatismo no hay otro. Los consultorios están llenos de personas que han perdido la brújula y defienden fanáticamente una idea, una droga, el alcohol, etc. y muchos son “jóvenes viejos”.