La extraordinaria serie de pinturas del siglo XVIII son un modelo de evangelización cultural

Las Doce Sibilas, el tesoro artístico que custodia la Iglesia de San Pedro Telmo

En tiempos degradados siempre fue igual. Los templos de la Iglesia Católica resguardan buena parte del patrimonio artístico de la comunidad. Y muchas veces esa comunidad ignora el servicio. Ejemplos en Buenos Aires hay muchos. La Manzana de los Sibilas -la definición es de la curadora Gabriela Oyola- es uno de los más notables.

En efecto, la sacristía de la Iglesia de San Pedro Telmo (Humberto Primo 340) hospeda un tesoro de casi trescientos años de edad que sintetiza la herencia cultural que definió a este arrabal de Occidente (somos grecolatinos + hebreos + americanos) y materializa esa inculturación que San Juan Pablo I estableció conceptualmente en 1985: “...la encarnación del Evangelio en las culturas autóctonas y, a la vez, la introducción de éstas en la vida de la Iglesia...” (Slavorum Apostoli, N.° 21, 1985).

Hablamos de Los misterios de las Sibilas de San Telmo. ¿No los conoce?. Lo explica el padre Eduardo Graham, párroco de San Pedro Telmo: "Las sibilas son una serie de doce cuadros del siglo XVIII, presumiblemente pintadas en Cuzco, según el estilo de arte colonial cuzqueño, que están aquí custodiadas en la Sacristía de la Iglesia de San Telmo y que son una verdadera joya desde el punto de vista artístico y desde el punto de vista de la tradición cultural y, naturalmente, de la fe, por el mensaje que transmite".

LA EXPOSICION

Las Doce Sibilas se exponen al público hasta el 14 de diciembre, con una cercanía e iluminación nunca antes ofrecida, destaca el padre Graham. Este diario se acercó el jueves pasado a conversar con el párroco y con dos de los curadores: la licenciada en Artes Gabriela Oyola y el arquitecto Alejandro Maddonni.

-¿La autoría de los cuadros está definida?

Graham: -Durante mucho tiempo se discutió si provenían de España o eran una creación autóctona, pero este tema está saldado. Justamente las inauguramos ahora porque en 2024 se cumplirán veinte años desde su restauración. Aquellos trabajos lo realizó un equipo de expertos de la Universidad de San Martín de la Fundación Tarea y simultáneamente emprendieron una investigación pictórica que concluyó que son originarias de América, de Cuzco de autores anónimos.

-¿Es verdad que la principal influencia artística de los cuadros fue el holandés Crispín van de Passe (1564-1637)?

Maddonni: -Se toma como parámetro comparativo; las Sibilas de San Telmo son, realmente, una colección única. En América tenemos creaciones similares en Brasil y en México, la primera pintada en muros, la segunda en folios, como la que tenemos acá, pero con otras características. Los tres casos siguen una serie original que es la de Crispín. Entre el siglo XVI y el XVIII hubo un florecimiento de las figuras de las Sibilas.

-¿En qué corriente artística podríamos encuadrarlas?

Oyola: -Barroco americano.

Graham: -También hay rasgos renacentistas. Si miramos las cinco Sibilas de Miguel Angel veremos que los rostros y los cuerpos siguen la misma línea.

-¿Qué es lo singular, lo excepcional de esta serie?

Graham: -Las particularidades de esta serie única en el mundo, tienen que ver con los óvalos floreados y el Misterio de Jesús que se va representando desde la Anunciación hasta la Resurrección en una serie de doce. En Europa solían tener un rollo desplegado con frases bíblicas o aparecían en el zócalo. Aquí es figurativo. Y las flores que bordean son bien típicas del arte latinoamericano.

-¿Algo más de lo típico americano?

-Las flores, los óvalos, el diálogo entre las doce Sibilas que profetizan y la promesa del cumplimiento de Jesús de las Escrituras. Está tomado de la Biblia: los doce profetas menores; la dinámica promesa/cumplimiento de los Misterios de Jesús. Esa dinámica se busca también en los pueblos paganos, pues ya hay una preparación para el Evangelio -Praeparatio evangelica, decían los Padres de la Iglesia- entre culturas que aún no han oído el mensaje de Cristo. Por otro lado, Juan Pablo II estableció dos conceptos que hoy son formativos para la reflexión sobre la misión, que son "evangelización de la cultura" e "inculturación del Evangelio". Es decir, el Evangelio debe ser anunciado en el lenguaje de la cultura en el que se misiona. Y se considera plena la evangelización cuando los receptores en su propia cultura expresan el Evangelio. Es un ida y vuelta que se ve en las Sibilas.

LAS DIEZ DE VARRON

En las mitologías clásicas, las Sibilas eran profetisas, a menudo inspiradas por Apolo. Vivían en grutas o cerca de corrientes de agua. Heráclito y Platón las mencionaron. La cristiandad se apoderó del mito y lo vinculó a los profetas hebreos y al mesianismo de Cristo. Los artistas hicieron amplio uso de la figura.

Las Sibilas de San Telmo como se dijo son doce: Cumea, Helespóntica, Líbica, Cumana, Pérsica, Tiburtina, Frigia, Délfica, Rodia, Eritrea, Sambetea y Samia.

Es notable que sus diestros creadores -pintores anónimos de Cuzco- se basaron en el canon sibilino del polígrafo Marco Terencio Varrón (116-27 AC), lugarteniente de Pompeyo, indultado por Julio César primero y por Augusto después, amigo de Cicerón, bibliotecario y anticuario, y uno de los primeros filólogos y expertos en apicultura de Occidente. También anticipó la microbiología.

Varrón pues identificó diez sibilas de la cultura grecolatina (Lactancio lo registra) y la Iglesia las elevó a doce para vincularlas a los profetas del Antiguo Testamento. Esa magnífica cadena de varios milenios de imaginación y piedad humana concluyó así en una iglesia de Buenos Aires.

"Los doce oleos siempre estuvieron guardados aquí -destaca el arquitecto Maddonni-. Los historiadores descubrieron que para la década de 1760, la sacristía ya estaba terminada. En 1767 los jesuitas fueron expulsados del Virreinato. La primera referencia documental a los cuadros data de 1813; un inventario reveló que ya estaban colocados en la sacristía. No tenemos información previa, pero suponemos que aquí se mantenían pues el lugar ha demostrado ser excepcionalmente apto -por su temperatura y humedad- para la conservación de unas obras que van a cumplir trescientos años de edad. La supervivencia de las Sibilas también es un misterio, lo que estamos convencidos es que la sacristía de San Pedro Telmo es su hogar".

Maddonni explica que la investigación histórica no está concluida. Se buscan referencias -alguna carta perdida quizás- sobre quién trajo la serie a Buenos Aires. Asombra al padre Graham que las obras hayan sobrevivido al expolio que siguió a la expulsión de la orden jesuita, que había comenzado a construir el templo desde 1734. Uno no puede dejar pensar en un contrafactico -si se nos permite la digresión- cómo hubiera devenido la historia de la Patria si los Borbones no hubieran echado a la congregación del papa Francisco. ¿Seríamos hoy la República Ignaciana?

Volvamos a las Sibilas de San Telmo. El arte sintetiza la cultura de un país, destaca la curadora Oyola. "Por eso creemos que es importante la investigación pictórica para reconstruir la memoria. Acá, además del mensaje religioso, hay un valor histórico que preservar y comunicar... tenemos la Manzana de las Luces, por qué no denominar a ésta la Manzana de las Sibilas, ¿verdad?".

Le queda, estimado lector, tres semanas de este año para visitar una colección extraordinaria en varios sentidos, todos trascendentes. Quién esto escribe fue el domingo pasado después de la misa de 11.30. El padre Graham, en el momento de los avisos parroquiales, invitó a la feligresía a conocer las Sibilas y él mismo oficio de anfitrión. La mayoría de los que aceptaron el convite -¡ay!- eran turistas extranjeros.

PD: La exposición puede visitarse hasta el 14 de diciembre, los jueves de 17 a 19; los sábados de 15 a 19 y los domingos de 13 a 19.