La vida como es

Ladrillos y camino

La vida, en sí, es una sucesión de hechos y acontecimientos que se entrecruzan y se van convirtiendo en ladrillos; ladrillos con los que nosotros mismos vamos construyendo nuestro propio camino en este mundo, y en ese camino seguramente se meterá alguna piedra en tu zapato, pero muchas veces, esa piedra puede ser una piedra preciosa.

 

Cuando llegamos a cierta edad, a menudo, nos preguntamos porque nuestra vida no es como la habíamos planeado. La respuesta es fácil. Ya no somos la misma persona que había hecho aquellos planes.

Dicen algunos, que la vida es solo una casualidad del universo y que no tiene ningún sentido. Tal vez sea así, pero la realidad nos demuestra que la vida existe, y estamos aquí para vivirla.
Y pasamos por ella dejando lo mejor de nuestro cuerpo.

Con el tiempo nos llenamos de canas y arrugas, pero también llenamos el alma de cosas lindas, y de una gran experiencia.

La vida, en sí, es una sucesión de hechos y acontecimientos que se entrecruzan y se van convirtiendo en ladrillos; ladrillos con los que nosotros mismos vamos construyendo nuestro propio camino en este mundo, y en ese camino seguramente se meterá alguna piedra en tu zapato, pero muchas veces, esa piedra puede ser una piedra preciosa.

Cada escollo que se te presenta puede ser el comienzo de una nueva etapa. Cada escollo que debas sortear es una nueva oportunidad para superarte, para crecer. Cada escollo que afrontes, es una nueva oportunidad; y cada escollo, por más difícil que sea, deja un aprendizaje.

Por eso, hasta los escollos tienen un lado positivo que se llama experiencia, que hacen que la vida sea como un libro; un libro que vamos escribiendo día a día, y el secreto de que ese libro sea bueno o no, es que cada capítulo cerrado deje un aprendizaje para que el próximo sea aún mejor.
O como una canción en la que nosotros elegimos la letra, las notas, los acordes y cómo cantarla, y no debemos permitir que nada ni nadie la desafine.

En definitiva, lo vivido es la brújula de lo que nos resta vivir; por eso, no vivas cada día como si fuese el último, vive todos los días como si el último nunca fuera a llegar.
La vida es alegrías y dolores, y si no los equilibramos solo lastimamos el alma. El dolor también depende de nosotros, y el recordar sin dolor es lo que merece lo perdido; el resto está en la fe y en nuestra mente.

Existen dolores que jamás te abandonarán; dolores que ni si quiera van a poder ser reemplazados por otro más fuerte.

Existen dolores imborrables, dolores que no podrás quitar ni con alegrías inmensas. Dolores que no se irán con el tiempo, ese tiempo que solo te enseñará a convivir con el dolor.

Dolores que te enseñarán a crecer, a aprender y a madurar, porque el dolor también tiene esa misión. Dolores que te acompañarán hasta el último día de tu vida. Ese, es el dolor del alma.