LA BELLEZA DE LOS LIBROS
La vida armenia que sobrevivió en Turquía
El periodista e historiador Avedis Hadjian presentó en la Feria del Libro de Buenos Aires su monumental ensayo.
Hace 41 años en el barrio de San Telmo, un joven curioso, aficionado a la historia, abrió un libro al azar de la legendaria biblioteca del periodista Narciso Binayán Carmona (40 mil volúmenes). Musulmanes olvidados era el título. Un párrafo le llamó la atención. Ese muchachito oyó poco tiempo después al Primado de la Iglesia Apostólica Armenia de Argentina conversar con su padre sobre los armenios que vivían en secreto en las montañas de Turquía.
En 2009, Avedís Hadjian -aquel adolescente- era un periodista cuarentón, cultísimo y políglota que había recorrido por trabajo, turismo e investigación medio planeta. En Nueva York, un film de origen turco volvía a interpelarlo. Había un tema que, misteriosamente, se abría camino hacia su talento de escritor en ciernes.
Ese asunto era el destino de los armenios que fueron islamizados, se mantuvieron ocultos o prosperaron en precario equilibrio en Anatolia después del genocidio en 1915, el otro Holocausto.
En la segunda década del siglo XXI, Avo, así lo llaman sus amigos, indagó el tema a conciencia. Viajó a Turquía, Armenia e Irán. Pasó más de tres años recorriendo decenas de pueblos y aldeas remotas, más de una vez en algunos casos: escarbó en la transmisión oral del pueblo llano; buscaba, como si de reliquias se tratase, casos de supervivencia personal y cultural de la armenidad.
Tenía una ventaja insuperable. Hombre al que el Altísimo le concedió el don de lenguas, Hadjian aprendió turco y también habla hamshetsnak, el dialecto casi olvidado del oeste de Armenia, que ahora forma parte de Turquía. Y es un tipo duro de pelar, no dudó en fatigar empinados senderos de montaña en pos de una historia.
Se turbó con sus hallazgos, pero llegó a la conclusión de que tenía material para un libro riguroso y espléndido. El ensayo de más 800 páginas fue presentado el jueves pasado en la Feria del Libro de Buenos Aires.
Nación secreta. Los armenios ocultos de Turquía fue publicado en España por el sello boutique La línea del horizonte, ediciones (824 páginas).
Hay que aclarar que Avo lo escribió en inglés en 2018 y él mismo lo tradujo al castellano. Ya lo había presentado en Nueva York, Los Angeles, Atlanta, Londres, Sttugart, Zurich, El Cairo y Ereván. Justamente, ésta última fue la más impactante. La conferencia se realizó en el Museo del Genocidio Armenio. El libro en el idioma de Shakespeare agotó su primera tirada. Probablemente, pronto se traduzca al ruso y al holandés. Hay una edición en idioma turco que demuestra la vitalidad de los espacios civicos de resistencia contra el pensamiento dominante de la nación asiática.
La presentación en Buenos Aires tuvo también una carga emocional. En este punto hay que decir que Avedis Hadjian fue uno de los mejores editorialistas que reclutó La Prensa. Abandonó el diario en 1998 para irse a trabajar al extranjero. Vivió en Atlanta, Nueva York y Santiago de Chile. Está radicado en Venecia desde hace diez años. En Buenos Aires, vive su madre, casi todos sus hermanos, amigos y una vigorosa colectividad armenia que lo tiene como un intelectual de referencia que nunca ha olvidado sus raíces.
LIBRO DE VIAJES
“Nación secreta es un libro de viajes con mucho contenido histórico. Fui a buscar vida armenia en la geografía del genocidio”, explicó Avo el vienes pasado a quien esto escribe en un café de Palermo, cerca de la casa paterna del entrevistado.
El lector menos informado debe saber que entre 1915 y 1923 el Imperio Otomano asesinó entre un millón y medio y dos millones de civiles armenios. Se lo considera el primer genocidio contemporáneo. Su punto de partida fue la detención de 250 intelectuales armenios en Estambul el 24 de abril de 1915 (todos fueron liquidados). ¿Quién se acuerda de los armenios?, decían desafiantes los nazis.
El Estado turco -heredero de la Sublime Puerta- nunca ha admitido que hubo un plan de exterminio de la minoría cristiana. Pero miles de hombres y mujeres decentes de esa crucial nación-puente entre Oriente y Occidente reconocen hoy esa terrible responsabilidad histórica por una limpieza étnica cuyo motor primordial fue una alucinada cruzada de turquificación e islamización de toda el Asia Menor, apuntalada por la brutalidad y la rapiña del populacho, incluso de otras minorías como los kurdos, luego víctimas del sunita. Esas mentes turcas que no aceptan cien años de mentiras se alzan en abierto desafío a la autocracia de Rayip Erdogan, un régimen bastante paranoico, que a menudo roza el nacionalismo de exclusión como el del siglo pasado.
Volvamos al libro. “A menudo bellamente escrito, es inteligente y contiene numerosos comentarios sobre una amplia gama de temas. Las sombrías historias de los asesinatos de inocentes se cuentan sin escandalizar, sino con frecuencia de forma prosaica. Su lectura permite comprender la enormidad de la violencia otomana”, elogió en una reseña el sacerdote anglicano Stephen Griffith.
COMIDA HISTORICA
Hadjian es consciente que su faena ha desafiado un pilar conceptual de su comunidad: “si es musulmán no puede ser armenio”. Pero le conmueve haber encontrado familias islámicas (o islamizadas, mejor dicho) que preservaron en su seno leyendas, costumbres, rasgos de la cristiandad armenia como el mito de David de Sasún, un héroe de un poema épico que narra la liberación de la tierra patria del invasor árabe.
También en la gastronomía, uno de los más formidables elementos identitarios de los pueblos (¿más poderoso que la religión?). Esa costumbre que encontró en villorrios turcos de hacer la cruz con comino o pimentón en el humus, o en la masa del pan, es de origen armenia. “Todo lo demás puede morir pero la cocina hereditaria resiste”, reflexiona Avo.
El historiador explica que se ha visto obligado a designar a cientos de personajes del libro con un seudónimo. La negación es harto frecuente. El miedo, también. Se ha encontrado con mujeres que profesaban el cristianismo armenio sin que sus esposos lo supieran. O muchachos, a espaldas de su familia.
Si bien el gobierno de Erdogan (que quiere entrar en la Unión Europea y jugar un papel de potencia regional) no estimula abiertamente la persecución religiosa, la intolerancia flota en el aire, sobre todo en el interior de la meseta de Anatolia. La cosmopolita Estambul es otra cosa.
Aún hoy en muchas regiones de Turquía, a toda persona despreciada, ya sea asiria, aleví o kurda, se la llama armenio, apunta la escritora RP Sevadjian.