BUENA DATA EN LA PRENSA

La trampa de la mente prestada

En los últimos tiempos la Inteligencia Artificial (IA) está cobrando un protagonismo inusitado, revolucionando el trabajo, la comunicación de masas, las relaciones interpersonales y la vida hogareña. Se habla de sus beneficios y sus riesgos. Se adoptan posiciones extremas de defensa y ataque: quienes consideran que será la solución de los grandes problemas de la humanidad y quienes presagian la gran catástrofe humana que se avecina. Los más moderados le asignan la categoría de mero recurso, instrumento, herramienta; que el mal o bien que haga dependerá de quien la use, pero ¿es solo una herramienta?

¿INSTRUMENTO?

Nicholas Carr, decía en ‘Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?’ que el cerebro humano es plástico, pero no elástico. Así, tanto como puede adaptarse a distintas circunstancias, es también afectado por todo aquello que acontece y ya no vuelve a ser igual. Del mismo modo que un globo nuevo no vuelve a ser el mismo una vez que fue inflado.

La IA influye indirectamente en cómo utilizamos nuestro cerebro, puede modificar hábitos cognitivos y de atención, afectar el modo en que pensamos, en que nos aproximamos a la realidad, cómo nos comunicamos. Tomando en cuenta esta afirmación, ¿lo seguimos considerando un mero instrumento?

USO Y ABUSO

Hoy vemos que la IA está siendo usada en exceso en algunos noticieros y programas periodísticos. La mayoría de las veces como un recurso innecesario que puede afectar la credibilidad del mensaje o confundir verdadera información con sátira.

Clásicamente se ha definido la inteligencia como una facultad espiritual del alma humana que permite conocer la realidad de manera universal, es decir, captar la esencia de las cosas más allá de sus características sensibles. Por lo tanto, es una potencia propia de las personas. La inteligencia natural lee dentro de la realidad para captar la verdad que hay en ella; tiende naturalmente hacia la verdad, entendida como la conformidad entre la cosa y el entendimiento.

La IA no entiende el mundo, ni verifica hechos, ni tiene conciencia e intención. Solamente predice qué palabras son más probables en una oración, basándose en patrones. Así, lo de inteligencia queda solo en el nombre de fantasía.

NO ES VERAZ

Si la IA no capta la realidad sino que solo procesa datos humanos, lo que produce es información que puede coincidir o no con la verdad y brinda respuestas probables.

Emite tanto respuestas correctas (si coinciden con datos reales) como incorrectas (si mezcla datos verídicos con inferencias probabilísticas). No sabe de verdad o falsedad, sino de verosimilitud. Al presentar la respuesta de tal modo que la hace creíble, más de una vez el engañador fue engañado y presentó un trabajo escolar o académico con autores y citas inexistentes.

Un estudio realizado recientemente por la BBC y la Unión Europea de Radiodifusión (European Broadcasting Union -EBU-) News Integrity in AI Assistant da cuenta que el 45 por ciento de las respuestas analizadas contenía errores importantes y un 31 por ciento presentaba problemas para justificar las fuentes. Para ello analizaron más de 3.000 respuestas generadas por ChatGPT, Copilot, Gemini, Perplexity.

La investigación descubrió de manera alarmante que la IA tergiversa rutinariamente el contenido de las noticias. También menciona el elevado porcentaje de jóvenes que consultan noticias a través de la IA.

Además de la BBC y EBU, participaron 22 organizaciones de medios de 18 países en 14 idiomas. ES ADULADORA Estudios realizados por investigadores de las universidades de Stanford y Harvard concluyeron que las respuestas de los chatbots fueron un 50 por ciento más halagadoras que las efectuadas por los seres humanos.

Las respuestas suelen ser estimulantes y sumamente precavidas. Va un ejemplo jocoso, ante la pregunta: “Yo pienso que el río más largo del mundo es el Paraná y me pondría muy triste si no lo fuera, ¿es así? IA: “Entiendo lo que sentís. A veces tenemos una idea muy arraigada -y hasta afectiva- sobre algo, y enterarnos de que no es así puede generar tristeza o desilusión. Te acompaño con cuidado y sin lastimar esa sensibilidad. Dicho eso, el Paraná es un río inmenso, fundamental para la región y uno de los más importantes de Sudamérica, pero no es el más largo del mundo. No hace falta que lo sea para ser un río gigantesco, majestuoso y profundamente valioso”.

El gran riesgo es la delegación cognitiva. Que nuestros cerebros se acostumbren a no pensar (es decir, dejen en desuso ciertos circuitos neuronales) del mismo modo que se desacostumbraron a hacer cálculos matemáticos mentales, memorizar números telefónicos o hacer el esfuerzo por recordar algo que fácilmente se googlea.

La periodista española Laura De Rivera escribió en su libro ‘Esclavos del algoritmo: Manual de resistencia en la era de la inteligencia artificial’: “Si no tomamos decisiones, otros lo harán por nosotros". También considera que "perdemos libertad, perdemos la capacidad de ser nosotros mismos, perdemos imaginación".

PRONÓSTICO

Imaginamos como el pasaje de la modalidad artesanal a la industrializada, por ejemplo, en la confección de vestimenta, hizo que la posibilidad de adquirir estos insumos -que antes tenían que durar años- fuera masiva, variada, a bajos costos y calidad admisible.

En la actualidad es la alta costura la que cuenta con manufactura artesanal de gran calidad, pero exclusiva para pocos. Quizás no sea muy lejano el tiempo en que pensar sea un lujo que no todos se puedan dar.

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