Páginas de la historia

La televisión

La televisión, uno de los milagros del siglo XX, creció, desde su invención, vertiginosamente, convirtiéndose en un aliado de la humanidad, un auxiliar casi indispensable para facilitar la vida cotidiana, acompañar a los solitarios y amenizar la convivencia.

Es un medio muy práctico para la difusión periodística, artística, deportiva y cultural. Ha revolucionado las costumbres, transformando el aporte valioso de la radio, con sus propias características y sus personajes exclusivos, llevando a los hogares todos los acontecimientos con imágenes y perspectivas que muchas veces superan la visión personal, incluso para los que están en el lugar en que se desarrollan los hechos.

La circunstancia que no siempre se la aprovecha en todas sus posibilidades no le quita lo que significa como progreso. La televisión es uno de los milagros del siglo XX, dijimos, pero su primer paso, como el de tantos otros inventos fue producto de la casualidad.

Sucedió en 1873, cuando en la isla Valentia, en la costa de Irlanda, el operador de la estación receptora cablegráfica, ingeniero George May, observó que el sol, influía en la resistencia de selenio del instrumental y hacía oscilar la aguja del aparato.

Descubrió así, que el selenio, que es un metaloide sólido, semejante al azufre, cuanta más luz recibía, conducía más electricidad, como una especie de “ojo eléctrico”, Así como el teléfono, recién descubierto, era un “oído eléctrico”.

La definitiva implementación de la televisión dependía –como se supo luego-, de un dispositivo sensible a la luz, capaz de transportar, o de dejar pasar, miles de señales en una fracción de segundo.

Y esto es lo que logró John Logie Baird (1888-1946), físico escocés, quién basándose en el principio de la cámara oscura, diseñó el dispositivo que permitió la transmisión de las imágenes en forma simultánea. En nuestro país el milagro creció vertiginosamente.

En 1944 se hicieron envíos experimentales, pero recién en 1951 se concretó la transmisión pública inaugural por Canal 7. En el continente americano, sólo EE.UU. poseía la televisión hacía ya 15 años. Inicialmente, en 1951, en nuestro país, unos 50.000 hogares poseían aparato de TV.

Diez años después, ya había cerca de un millón de aparatos. Los primeros profesionales que adquirieron enorme popularidad en nuestro medio, fueron los locutores, todos derivados de la radio, como Adolfo Salinas, Guillermo Brizuela Méndez, Nelly Prince y posteriormente Pinky, Carrizo, Cacho Fontana y otros.

La palabra televisión deriva de tele “lejos” en griego y “visión” que se explica sola. Es una palabra híbrida, inventada para significar la visión a distancia, obtenida por medio de diversas combinaciones mecánico eléctricas. He aludido muy poco a Baird, el verdadero artífice de la TV.

No uso la palabra inventor, porque siempre, en toda invención, hay aportes valiosos de otros hombres, circunstancia que también se dio en este caso.

Pero este ingeniero John Baird nacido en Escocia en 1888, merece nuestra valoración y nuestra gratitud. Vivió 57 años y fue en vida, galardonado con un título de nobleza.

En la plaza del pequeño pueblo escocés en que nació, hay una placa colocada al año de su fallecimiento, que acaeció un 14 de enero de 1946. Dice la misma: “A John Baird al cumplirse 1 año de su paso a la inmortalidad”. Y un aforismo final para él: “Los hombres verdaderamente grandes, sobrepasaron sus propias sombras”.