EL LATIDO DE LA CULTURA

La selva oscura del Dante (II)

En una carta enviada a Can Grande Della Scalla (vicario general del sacratísimo y cesáreo principado en la ciudad de Verona y en la comunidad de Vicencia) Dante da una de las claves más importantes para abordar la lectura de la Divina Comedia.  Dante advierte en la misiva que la Comedia es un texto permeable a muchos planos o sentidos. “El sentido de esta obra no es único sino plural, es decir, tiene muchos sentidos; el primer significado arranca del texto literal, el segundo deriva de lo significado por el texto. El primero se llama sentido literal; el segundo, sentido alegórico, moral o anagógico”. 
 
Para ilustrar su punto, Dante ofrece un claro ejemplo: “Consideremos los versículos siguientes: ‘Al salir Israel de Egipto, la casa de Jacob, de un pueblo bárbaro se convirtió Judea en su santificación e Israel en su poder’. Si nos atenemos solamente a la letra, se alude aquí a la salida de Egipto de los hijos de Israel en tiempos de Moisés; si atendemos a la alegoría, se significa nuestra redención realizada por Cristo; si miramos el sentido moral, se alude a la conversión del alma desde el estado luctuoso del pecado hasta el estado de la gracia; si buscamos el sentido anagógico, se quiere significar la salida del alma santa de la esclavitud de esta nuestra corrupción hacia la libertad de la eterna gloria. Y, aunque estos sentidos místicos reciben denominaciones diversas, en general, todos pueden llamarse alegóricos por ser distintos del sentido literal o histórico. Pues el nombre de alegoría procede del adjetivo griego alleon, que en latín significa extraño o distinto.
 
Esto supuesto, resulta evidente que la materia en torno a la cual se desarrollan estos dos sentidos debe ser doble. Y por eso hay que examinar primero el asunto de esta obra desde el punto de vista del sentido literal, y después, el asunto de la obra desde el punto de vista del sentido alegórico. 
 
Sin embargo, la mayoría de los lectores que se enfrenta a la obra por primera vez, incurre en el error de no entregarse a la lectura literal, pretendiendo desandar el territorio de las analogías antes de cualquier otra lectura. 
 
Y quizás aquí radique la mayor complicación: en no encarar la obra cumbre del gran poeta florentino como lo que verdaderamente es ante un primer golpe de ojos: una novela de aventuras, una gran epopeya, acaso el más grande poema jamás escrito. 
 
Debajo del parlar coperto, de ese lenguaje cifrado por la dimensión simbólica, la Comedia sigue ofreciendo una capa de lectura al alcance de la mano. Un libro que, por lo demás, si es abordado por el lector con la humildad y la solidaridad necesarias, abre puertas a relatos y personajes pertenecientes a la Historia y a las mitologías. Entre otros, desfilan por las páginas del Infierno el rey Minos, el poeta Virgilio, Santa Lucía, Pluto, Judas, Poncio Pilatos, Herodes, buena parte de los grandes filósofos de la Antigua Grecia. 
 
En la Divina Comedia, Dante contagia su erudición y aviva en los lectores el entusiasmo por el conocimiento. Lleva al lector a otros libros. Y esto es algo reservado solo a las grandes obras.