La resurrección de Palermo
El baúl de los recuerdos. Tras una larga ausencia, el Loco volvió y selló el 3-0 con el que Boca eliminó a River en la Copa Libertadores del 2000. En la memoria también quedó el espectacular caño de Riquelme a Yepes.
"De Boca no me preocupa nada. Y otra cosa: si ellos ponen a Palermo en el banco, yo lo pongo a Enzo". Pícaro, Américo Gallego calentaba el clima previo a la revancha entre River y Boca por los cuartos de final de la Copa Libertadores de 2000. Los millonarios habían ganado 2-1 en el Monumental. Carlos Bianchi, el DT xeneize, amagaba con apelar a Martín Palermo, el goleador que seis meses antes había sufrido una grave lesión en la rodilla derecha. Su presencia se antojaba tan improbable que el Tolo se atrevió a decir que recurriría a Francescoli, un fenómeno que llevaba tres años retirado. El destino le hizo un guiño al Loco, quien aun con dificultades para moverse, entró en escena y selló el 3-0 que le dio a su equipo el pasaporte a las semifinales.
Todo el país estaba pendiente del Superclásico copero del 24 de mayo de 2000. Tanto Gallego como Bianchi sabían que sus equipos se jugaban algo muy importante. El conjunto del Tolo lideraba el torneo Clausura, pero más allá del valor del frente interno, las miradas estaban puestas en la Libertadores. Y aunque los del Virrey marchaban en una posición expectante en la tabla, su objetivo también era la competición internacional.
El fin de semana anterior al partido en la Bombonera River venció 4-2 a Newell´s en Rosario. A pesar de que 48 horas antes se había dado el duelo de ida contra los auriazules, Gallego incluyó a los titulares para asegurarse el liderazgo. Bianchi, por el contrario, dispuso una formación alternativa en el triunfo por 2-0 sobre Central. El Virrey cuidaba sus fichas; el Tolo las arriesgaba.
No bien Ángel Sánchez dio la orden de salir a jugar esa noche de miércoles en la Ribera, quedó en evidencia que los visitantes tenían en mente hacer pesar la ventaja alcanzada en Núñez. Gustavo Lombardi actuó como mediocampista por la derecha, abandonando su puesto de lateral por ese sector, de modo que podía distinguirse que los cuatro hombres de la retaguardia contaban con otro compañero para apuntalar su trabajo. Casi cinco el fondo. Y, sobre todo, muchos para marcar y pocos para jugar.
El plan de Gallego le había dado forma a un River monolítico que les cerraba los espacios a su adversario. El problema era que Pablo Aimar, Javier Saviola y Martín Cardetti quedaban muy lejos de sus camaradas. Boca le oponía la inteligencia y categoría de Juan Román Riquelme para mover los hilos, el sacrificio de Julio Marchant y las proyecciones de Hugo Ibarra.
El escenario pareció favorable para los de Núñez en el período inicial. Tuvieron la fortuna de que Roberto Bonano le tapara un mano a mano a Marcelo Delgado y que el árbitro no cobrara un claro penal de Mario Yepes sobre Gustavo Barros Schelotto. El saldo negativo estuvo dado por su incapacidad para comprometer a su oponente con acciones ofensivas. En la única llegada clara con la que contó, Ángel perdió con Oscar Córdoba.
DE LA MANO DE ROMÁN
Boca salió a jugarse a todo o nada en el complemento. River no modificaba su fórmula. De pronto, Riquelme encontró terreno libre por la izquierda y lanzó un centro que no fue contenido por Bonano y la pelota le quedó mansita al Chelo Delgado para abrir la cuenta. La definición por remates desde el punto penal aparecía en el horizonte.
Córdoba se lució con una volada para contener un intento de Víctor Zapata que pudo haber definido esa llave de cuartos de final. Gallego se mantenía fiel a su receta y en lugar de Aimar incluyó a Guillermo Pereyra. Uno más para marcar. Uno menos para jugar.
Sebastián Battaglia -el actual técnico xeneize- recibió la pelota cerca del área, le tiró un caño a Lombardi y fue derribado por Roberto Trotta. Riquelme doblegó a Tito Bonano desde los doce pasos. La serie había cambiado de manos.
Hacía unos minutos que Palermo estaba en la cancha. Regresaba después de medio año de ausencia por la rotura de los ligamentos cruzado anterior y colateral medial de la rodilla derecha. Sus movimientos denotaban cierta torpeza, como si no estuviera diez puntos. A Bianchi no le importó. Valoró el aura ganadora del goleador.
La noche triunfal de Boca tenía como protagonista estelar a Riquelme. Primero le había abierto el camino al gol al Chelo y luego le había tocado a él ponerle la firma al tanto que acercaba a su equipo a las semifinales. Pero Román tenía un as bajo la manga: dominó la pelota sobre el costado derecho del ataque xeneize. Yepes intentó encerrarlo contra la línea de banda. El exquisito número 10 frotó la lámpara y le tiró un memorable caño de espaldas al colombiano. Una maniobra deliciosa. Eterna.
River ya no podía. Lucía cansado. Por si fuera poco sufrió la expulsión de Lombardi. La velada se teñía de azul y oro. Pero aún faltaba un acto más para hacer delirar a la hinchada del dueño de casa. Riquelme dejó en el camino a Eduardo Berizzo y habilitó a Battaglia. El joven de 19 años lanzó el pase al medio del área.
La pelota le quedó a Palermo. En realidad le llegó un tanto incómoda. El Loco tuvo que hacer un extraño rodeo para dominarla. Los defensores riverplatenses parecían adheridos al césped. El delantero consiguió acomodarse y sacar el zurdazo que viajó al fondo del arco de Bonano. El público xeneize lanzó un alarido de gol estremecedor. Palermo lloró a mares. El destino le había dado una segunda oportunidad. El Loco había resucitado.
LA SÍNTESIS
Boca 3 - River 0
Boca: Oscar Córdoba; Hugo Ibarra, Jorge Bermúdez, Walter Samuel, Rodolfo Arruabarrena; Julio Marchant, Cristian Traverso, Gustavo Barros Schelotto; Juan Román Riquelme; Alfredo Moreno, Marcelo Delgado. DT: Carlos Bianchi.
River: Roberto Bonano; Leonardo Ramos, Roberto Trotta, Mario Yepes, Diego Placente; Gustavo Lombardi, Eduardo Berizzo, Víctor Zapata; Pablo Aimar; Juan Pablo Ángel, Javier Saviola. DT: Américo Gallego.
Incidencias
Primer tiempo: 40m Ariel Franco por Ramos (R). Segundo tiempo: 14m gol de Delgado (B); 29m Sebastián Battaglia por Barros Schelotto (B); 32m Martín Palermo por Moreno (B); 33m Guillermo Pereyra por Aimar (R); 34m gol de Riquelme (B), de penal; 41m expulsado Lombardi (R); 41m Martín Cardetti por Placente (R); 48m Nicolás Burdisso por Delgado (B); 49m gol de Palermo (B).
Cancha: Boca. Árbitro: Ángel Sánchez. Fecha: 24 de mayo de 2000.