La restauración de películas como un acto de amor y rebeldía

Títulos icónicos como ‘La Mary’ y ‘Juan Moreira’ volvieron a verse como nuevos. A partir del trabajo de su productora Gotika, Sergio Rentero continúa recuperando cientos de filmes nacionales a los que les atribuye el valor de conformar “la memoria de un pueblo”.

Días atrás, ‘La ciénaga’ fue nombrada como la mejor película del siglo de acuerdo con un sondeo internacional realizado por el prestigioso crítico argentino Roger Koza. Lo que pocos saben acerca de la ópera prima de Lucrecia Martel, del año 2001, es que fue restaurada en 2010 en formato HD, con remasterización de sonido incluida, lo que permitió su posterior distribución en DVD.

A priori, no parece un dato demasiado trascendente pero en realidad lo es si se tiene en cuenta que de otra manera la película ganadora del Oso de Oro habría quedado totalmente obsoleta e inaccesible. Este título y cientos más fueron recuperados por Gotika, empresa que, según su fundador, Sergio Rentero, se dedica nada menos que a “preservar la memoria de un pueblo”.

“En la Argentina restaurar y preservar es un acto de rebeldía. Es un país que tiene un serio problema con la memoria”, amplió Rentero, quien diagrama y programa desde los diez años, es técnico electrónico y además tiene formación en dramaturgia y cine.

Justamente, el séptimo arte le permite mezclar sus dos pasiones, el arte y la tecnología, y esa fue una de las razones por las que fundó Gotika, que nació como una empresa de garaje y creció rápidamente gracias a ganar en 2010 una licitación para el mercado audiovisual asiático.

En 2016 dejaron de ser sólo una posproductora para convertirse en guardianes del patrimonio cinematográfico del país. En alianza con DAC (Directores Argentinos Cinematográficos) crearon el programa Recuperar, por medio del cual restauraron más de cien películas, incluyendo ‘La Mary’ (1974), ‘Muchacho’ (1970) y ‘Juan Moreira’ (1973), entre otros títulos icónicos del cine nacional que habían quedado olvidados a tal punto que sus negativos originales estaban cuasi destruidos.

Otro dato interesante es que si bien en nuestro país la Inteligencia Artificial llegó recién el año pasado -al menos el chat GPT-, Gotika viene utilizando ese recurso desde 2019, para aquellos títulos que parecían no tener arreglo: “No es que teníamos una película con una rayita o un punto, sino que le faltaban pedazos enteros, entonces empezamos a alimentar modelos de Inteligencia Artificial para poder tratar de regenerar eso que faltaba”.

 

TRABAJO DE HORMIGA

Como parte del plan Recuperar, Gotika restauró más de cien películas en resolución 4K desde 1974 en adelante, incluyendo toda la cinematografía de Adolfo Aristarain, Eliseo Subiela y títulos como ‘Esperando la carroza’ (1985). “Salvamos la memoria contemporánea de ña Argentina porque no estaban ni accesibles esas películas”, agregó Rentero en conversación con La Prensa.

-¿Cuáles son los desafíos más grandes al momento de restaurar una película?

-Los dos puntos más difíciles son encontrar a los dueños de los derechos, porque no hay un formulario 08 de las películas, como el de los autos. Y después, otro de los problemas es encontrar los mejores materiales de cada filme, es decir, tratar de encontrar negativos, y si no hay negativos, interpositivos. Cuando nos empezamos a dedicar a la arqueología de los filmes teníamos más o menos un rastreo y pusimos mucha energía y mucho dinero en tratar de encontrar los originales. Nos pasó con ‘Gracias por el fuego’ que las latas decían ‘positivos’ y en realidad eran todos los negativos. En el caso de ‘La Mary’, firmamos un convenio para restaurar un montón de películas con lo mejor que encontráramos y a la semana aparecieron todos los negativos de esa película en una baulera; son esas cosas raras que suceden. Después de eso, una vez que encontrás los materiales se digitaliza todo, lo mejor y lo peor, y se arma la película. Se trata de buscar referencia, de hablar con el autor, y se le hace la restauración de color apelando a los directores de fotografía, productores, etcétera, para que sea vea bien pero respetando el espíritu del autor. Lo mismo con el sonido.

-¿En qué parte de todo ese proceso entra la Inteligencia Artificial?

-La IA entró cuando nosotros comenzamos a trabajar con materiales cada vez más críticos. Y cuando digo crítico es que la película la escaneábamos y se hacía polvo. Ese nivel de destrucción. No es que teníamos una película con una rayita o un punto, sino que le faltaban pedazos enteros. Entonces ya estábamos pensando que no se iban a poder restaurar. Ahí empezamos a trabajar con Inteligencia Artificial porque mucho del material que preparábamos para el gobierno malasio, por ejemplo, se repetía, entonces con eso empezamos a alimentar modelos de Inteligencia Artificial para regenerar lo que faltaba. En el caso de ‘Juan Moreira’ teníamos los positivos, que se veían muy mal, y un transfer de un archivo que lo había hecho en su momento Favio (Leonardo) y después ese negativo desapareció, nadie sabe dónde está. Lo que hicimos entonces fue utilizar esa y varias fuentes para tratar de generar un nuevo negativo digital que tenga la resolución de la copia, pero con la resolución de color y de latitud del negativo. Recién ahí empezamos a laburar más fuerte para poder regenerar con Inteligencia Artificial cosas que no existen, que no hay otra manera de que se vean porque no hay registro o que directamente ya no están. La IA, a medida que la vas entrenando da mejores resultados. La diferencia en nuestra empresa es que nosotros la entrenamos con material curado, no es que vos la estás entrenando para ‘Juan Moreira’ y te aparece un chino. Acá lo que hacemos es entrenar a la IA de manera curada para que el resultado sea el más fidedigno posible.

 

MEMORIA AUDIOVISUAL

-¿Qué valor cultural le asigna al trabajo que hacen?

-En la Argentina restaurar y preservar es un acto de rebeldía. Es un país que tiene un serio problema con la memoria, más aún con la memoria documental . Todos quieren manejar su propio relato. El problema del documento audiovisual es que pone en duda el relato. El argentino por alguna razón -tal vez por haber sido criado en la época del gobierno de facto en la que había cosas que no se podía mostrar- todavía no sabe por qué tenemos que preservar las cosas, por qué tenemos que analizar la memoria. Nosotros no agarramos pelis del año ‘20 sino de los ‘90 que que no se veían, entonces tenemos un serio problema. Pero para mí es muy simple: no restaurar el patrimonio audiovisual es como llegar a tu casa y quemar todas las fotos de tu infancia, quemar tu memoria. Las películas y los documentales son fotos de lo que era un pueblo. Cuando reestrenamos ‘La Mary’ pasó algo muy loco: mandó un mensaje un chico de quince años que a mí me hizo entender por qué estábamos haciendo esto. Nos dijo que gracias a la película se dio cuenta que la Argentina se veía con los colores reales. El pensaba que en esa época los colores eran diferentes; entonces para nosotros es un acto de rebeldía lo que hacemos, de anarquismo. Nos encargamos de restaurar las películas y de difundirlas. Yo estoy preservando la memoria de un pueblo.

-¿Reciben algún tipo de ayuda económica del Estado?

-Cuando recién salió el plan Recuperar, ni el Incaa ni el Estado en general nos ayudaron en nada. Recibimos, cuando el plan ya estaba en marcha, algún mecenazgo de la ciudad de Buenos aires, pero no nos ayudó tanto económicamente. Ni al Gobierno, ni al Ministerio de Cultura, esto no le importa a nadie. Ni a los propios autores. Entonces para nosotros hacerlo es un acto de amor. Podemos mostrarte el pasado y ahora estamos trabajando con muchas notas a los autores para que el material también sirva académicamente.