"La reforma laboral es necesaria pero no suficiente"

A corto plazo debe eliminarse la industria del juicio. Agro, minería y energía lideran la plaza. Pierden el comercio, la construcción y la gastronomía. El salario caería en 2024 por séptimo año consecutivo. “Hoy el mercado demanda ciencia y tecnología”, asegura Matías Ghidini.

Las cifras distan de ser alentadoras cuando se habla del mercado laboral en la Argentina. Hace ya un puñado de años que no se crean puestos de trabajo en el segmento privado de la economía formal, el empleo no registrado trepó al 60% y la precariedad es tal que pese a la baja desocupación que informa el Indec a nivel Nación y provincias, la pobreza arrecia.

En la Argentina de hoy tener trabajo y ser pobre pueden resultar dos caras de una misma moneda. La situación se vuelve aún más preocupante en un escenario de recesión económica que, aseguran los expertos, no tardará en servir de disparador para una andanada de despidos en todos los sectores.
El futuro exige cambios. Matías Ghidini, CEO de la consultora Ghidini Rodil S.A. y especialista en el mercado laboral, describe con trazo fino un panorama desolador que, sin embargo, no impide pensar en un largo plazo pujante. 

-¿Cuál es la foto de la situación del empleo en la Argentina?

-Mercado laboral estancado, que ya venía barranca abajo desde 2023. Argentina tiene un mercado laboral estructuralmente debilitado. Hace por lo menos 10 años que no se crea empleo privado genuino de calidad. Hubo un rebote importante después de la pandemia, en 2021 y 2022, pero a principios del 2023 comenzó una curva hacia abajo que se volvió importante hacia el segundo semestre. Esto se mantiene en estos primeros meses.
 

- Esa es la película más que la foto, es parte de un proceso. ¿Existe un momento bisagra a partir de la asunción de Javier Milei?

-No, no. Hay una continuidad de un 2023 que fue en caída por un tobogán a raíz de un tema económico. En realidad hay dos puntos importantes: uno es la heterogeneidad sectorial. De manera general hay menos empleo porque obviamente la economía es recesiva. Pero hay algunos sectores que están más activos: el campo, es decir la agroindustria; la minería, con proyectos fundamentalmente en el noroeste argentino; Vaca Muerta, que tuvo un gran auge con el gobierno de Cambiemos, después se paró un poco pero nunca se llegó a parar; y después la tecnología, que siempre fue un sector históricamente fuerte. Sin embargo, tuvo un bajón en los últimos dos años producto más de una situación global, de fondos que fueron retirando sus inversiones en las startups. 

La tecnología crece en algunos subsectores no tan conocidos. Por ejemplo, la salud. Cuando se digitaliza surgen las Healthtech; cuando se digitaliza la educación surgen las Edtech; cuando se digitaliza el campo aparecen las Agrotech; y las Fintech, cuando se digitalizan las finanzas. Estos nuevos sectores, salud, educación, lo que tiene que ver con el medioambiente, que algunos llaman Greentech, son compañías chicas con tecnología que hoy están presentes.

-Agro, minería, petróleo, son sectores con perfil exportador.

 -Son sectores que económicamente les va bien. Está dentro de la Argentina, hay algunas que se defienden, pero el resto es un mercado laboral que está de mediocre hacia abajo. Otra característica muy importante es la pérdida salarial. Hoy se habla del mercado del trabajo y se dice: tengo empleo, hay oportunidades; el otro punto es el salario real. Hace seis años que el salario en promedio para el personal fuera de convenio pierde contra la inflación. Sólo en la pandemia se logró empatar, pero con una recesión de 6 u 8 puntos. Entonces, seis años de pérdida de salario es un montón. Este año las consultoras proyectan un ajuste promedio de 188%, con inflación proyectada en 220%. Sería un séptimo año de caída del salario. Dentro de este mercado laboral el tema salarial es uno de los principales.

-¿Cuáles son los sectores que más pierden?

-Comercio a la calle, consumo masivo, gastronomía, construcción y el segmento automotriz. Todavía no hay despidos pero según cómo evolucione el segundo trimestre, pueden ocurrir. Esto es una opinión. El último dato de desempleo es del tercer trimestre de 2023. A fines de marzo salen los datos del cuarto trimestre, muy atrasado. Igual el desempleo que mide el Indec es 5,7%, muy bajo. Pero es viejo y enfoca al empleo privado. Otra característica es que lo que creció en la Argentina es el empleo informal. 

-Según los datos oficiales encontramos provincias con muy bajo desempleo pero altos niveles de pobreza. ¿Eso es el fruto de la precariedad laboral?

-Una característica del mercado laboral argentino es que es muy heterogéneo: formal-informal, público-privado, profeisonal-no profesional. Por eso es difícil hablar del mercado laboral en la Argentina y tocar temas como la reforma laboral.

DOLARIZACION

-¿Cómo impactaría una hipotética dolarización sobre el empleo? ¿Tendríamos el escenario de los ‘90, con casi nula inflación pero alto desempleo?

-Debería mejorar el poder adquisitivo del trabajador registrado. Habría que ver cómo acompañan otras medidas.

-Aquella no era una Argentina competitiva para exportar. ¿Necesariamente habría que implementar una reforma laboral?

-Esto es opinión, no dato. Creo que una de las fallas que tuvo la Convertibilidad fue la rigidez laboral. Yendo al futuro, creo que la reforma laboral es inevitable, es necesaria pero no es suficiente. No es que si lo hacemos vamos a generar empleo. A mí no me gusta hablar de reforma laboral porque predispone mal, supone que alguien va a  perder. Hay que tener un nuevo marco laboral para un trabajo que cambió. Ajustado a qué implica trabajar hoy.

-¿Tenemos un marco legal antiguo?

-Es antiguo. El marco laboral argentino está pensado para defender al trabajador. En aquella época se suponía que chocaban dos fuerzas que no eran iguales, donde el empleador tenía más poder que el trabajador. Yo no digo que no sea así, pero en algunas situaciones lo discutiría. En una pyme con tres empleados que tienen 40 años y que en la facturación apenas gana plata, ¿quién tiene más poder? Es al menos discutible. Hay que ver si esa filosofía sigue estando vigente. Hay que actualizarlo. A mí me causa gracia cuando se habla de reforma laboral porque hoy el 60% de la gente no tiene ningún derecho porque trabaja en negro. Me parece que el empleo va a crecer por incluir a la gente que hoy está en el trabajo informal. Eso es una agenda de trabajo.

-¿El de la informalidad ha dejado de ser un fenómeno pasajero, si alguna vez lo fue, para transformarse en estructural?

-Es estructural y es de Latinoamérica, si vamos más allá. No es un tema sólo de la Argentina. En Latinoamérica el trabajo informal es alto y está muy vinculado a la educación. Cuando me hablan de reforma laboral, está perfecto, vamos a cambiar el marco. Pero si vamos al trabajo registrado, son 13 millones de personas de las cuales 6 millones son privadas. ¿Y el resto de la gente? 

IMPUESTOS

-¿Se impone también la reforma impositiva para mejorar el empleo?

-Para mí hay cosas de corto y largo plazo. Corto plazo es eliminar la industria del juicio. Pagarle al trabajador lo que corresponde, que la empresa pueda pagar y no se funda pero que no haya un tercero en el medio y haga negocio. La iniciativa del DNU, el seguro de desempleo, era una alternativa. Puede ser otra también. Para las pymes, que generan el 70% del empleo, la industria del juicio es un lastre. La segunda cuestión es abaratar costos de contratación. Perfectamente se podría hacer algo temporal para incentivar la contratación en algunos sectores. Hoy el costo es 45% pero por tres meses si se contrata personal con determinadas características, gente joven para favorecer su ingreso al mundo del trabajo, o gente mayor de 50 años porque queremos incluir, la carga podría bajar un 20%. No hay que darle mucha vuelta, sólo tomar la decisión. No es complejo, sólo que tiene un impacto fiscal que hay que ver quién lo quiere absorber.

-¿Y el largo plazo?

-Ahí hay cuestiones más de fondo: cómo conecto la oferta con la demanda. Cómo incentivo que lo que la gente estudie sea lo que el mercado laboral está demandando. Cómo se vincula la gente al trabajo a partir de los freelancers, emprendedores, pluriempleo o el lugar de trabajo. Nosotros tenemos una ley de teletrabajo que salió a las apuradas en la pandemia, que luego fue reglamentada, con varios artículos polémicos. En el DNU se abordaba la norma que decía que el empleador le tenía que guardar el espacio al trabajador, lo que se llamó la reversibilidad, en caso de que quisiera volver. El DNU decía que debía ser de mutuo acuerdo. En definitiva, hay que diseñar una ley de trabajo remoto no a las apuradas, de manera plural, con todos los actores. 

-¿Se están revirtiendo algunos de los hábitos laborales de la pandemia?

-Para mí hay tres cosas como consecuencia de la pandemia. La más tangible es el lugar de trabajo. En la pandemia todos volvimos a casa de manera forzada y luego las empresas se empezaron a dar cuenta que era necesario un tiempo en la oficina. Hoy el 90% de las empresas trabaja con un esquema híbrido. Cuando uno hace doble click y ve que es esa hibridez, hay una predominancia de dos o tres días en la oficina. Hoy la marea es más de regreso. La discusión no es vuelvo o no vuelvo sino para qué vuelvo. Nos dimos cuenta que hay trabajos que hago de manera remota perfectamente y hasta soy más eficiente. Pero las empresas advirtieron que en algunos trabajos es necesario juntarse físicamente, sobre todo aquellos vinculados a la creatividad, innovación y solución de problemas. La otra es la posibilidad de trabajar en forma global. Hoy muchas empresas saben que se puede trabajar de Argentina para el mundo. Después, mucho más filosófico, está el tema de la motivación del trabajo. Ahora nos olvidamos pero en la pandemia mucha gente se cuestionó la cantidad de horas que trabajaba, el valor de la familia, su larga ausencia en casa. Tiene que ver con el significado y el sentido del trabajo, que se potencia con los más jóvenes. Los más grandes lo cuestionaron menos, pero para los más jóvenes se vuelve relevante este tema de cuál es el propósito, porqué hago lo que hago. 

EDUCACION

-¿Cómo juega la educación al momento de insertarse en el mercado laboral?

-Obviamente que la educación está muy vinculada a la salida laboral. Nos da las herramientas básicas para salir a jugar el partido. Si no se está bien preparado, es complejo. En la provincia de Buenos Aires el 50% de los chicos no termina el secundario. De por sí es parte de una explicación de porqué hay falencias en la inserción laboral. Para mí el gran tema es cuán conectado está lo que uno estudia con lo que el mercado laboral demanda. En el primer cuatrimestre del 2022 las carreras más elegidas en la Universidad de Buenos Aires era psicología, derecho y medicina. Y hoy lo que el mercado laboral demanda pasa más por la ciencia y la tecnología. Lo que falta es una mayor conexión entre la demanda laboral y la formación académica.

-¿Cómo se trabaja en eso?

-Se da con más comunicación de cuál es la salida laboral, qué busca el mercado. Debe haber una articulación empresa-gobierno-universidades. La discusión es si uno tiene que estudiar lo que tiene salida laboral o lo que le gusta, seguir la vocación. A mí me gusta decir que siempre hay que seguir la vocación pero se debe saber qué partido hay que jugar con esa vocación. Hay carreras que son muy vocacionales, como medicina. Pero si no están seguros y todavía la persona está descubriendo su vocación, lo cual es perfectamente posible sobre todo si es joven, saber que el mercado pide esto. Entonces por ahí me interesa ir por acá y la vocación la iré descubriendo. Falta entender que el mercado laboral en el mundo prioriza la ciencia, la tecnología, la ingeniería, las matemáticas. No solamente la parte dura porque en la Argentina hacen falta 50.000 enfermeros sobre una base de 180.000. No es que necesariamente hay que ser un bicho de tecnología para tener trabajo. En esa conexión oferta-demanda debería haber una planificación estratégica de los recursos humanos de la Argentina. Es decir, cuáles van a ser mis pilares productivos para el país y qué perfiles necesito. Eso hay que planificarlo con tiempo.

-Eso lo debe hacer el Estado, direccionar las voluntados individuales a través de la comunicación.

-Hablaría de una articulación sector público-sector empresa y educación a largo plazo. Articular a largo plazo en la Argentina nos cuesta mucho. El Gobierno tiene que tener un rol primario, no único, pero tiene que marcar la agenda. Decir: tenemos que ir por acá porque tenemos una oportunidad como país. 

-¿Eso no se percibe ahora?

-No. Eso de planificar no. Sabemos las alternancias que hay y las dificultades para articular. Sí hubo iniciativas de comunicación. Recuerdo una campaña con afiches en los subtes que decían ‘Vení a estudiar ingeniería a la UBA’. Habría que hacerlo más y responder a lo que necesita el país estratégicamente para crecer.

ROTACIÓN

-Los jóvenes exhiben una alta rotación laboral. ¿Cuál es el estímulo para cambiar?

-La realidad es que nuestros padres se realizaban, vivían por el trabajo. El trabajo prestigiaba, era llegar, entonces se tatuaban la camiseta. Estar 40 años era un mérito. Para las nuevas generaciones, más allá del nombre que les pongan, Z o Y, el trabajo no es más un eje central. Es sólo uno más junto con la diversión, los amigos, la vida personal, la comunidad, el medioambiente. La gran diferencia es que para ellos el trabajo no es lo único, es algo más. Es mentira que los jóvenes no quieren aprender o no desean entrar en una gran empresa. Eso es discutible. Cuanto permanezcan en una empresa también es opinable. Lo que los jóvenes no van a decir es “me voy a quedar acá 20 años”, lo que no quiere decir que al final se queden. Se pueden quedar. ¿Qué tienen que encontrar? Desafíos. Si como organización una empresa puede ir encadenando proyectos y desafíos, viajando a otro país, por ahí se quedan cinco o diez años.

-¿Hay vida laboral después de los 50 años? ¿Se produce la reinserción?

-Hay que entender el mercado laboral argentino para ponerlo en contexto. Si hablamos de empresas grandes, las multinaciones hiperprofesionalizadas, probablemente las personas de 55 años tengan pocas chances. Aparte son organizaciones que promueven el crecimiento interno. Es cierto que es un universo que se acaba, más allá de las iniciativas que se hacen para generar inclusión. Pero al mismo tiempo la economía argentina tiene el 70% del empleo en pequeñas y medianas empresas, muchas de las cuales son familiares y donde las normas son más flexibles. Perfectamente una persona con experiencia en una gran empresa puede capitalizarlo ahí. Creo que hay que explorar otros lugares de trabajo y tal vez se den otras posibilidades.

-Volviendo al comienzo, ¿el mercado laboral se latinoamericanizó, entendiendo por esto un mayor nivel de precariedad?

-Creo que a la sociedad en general le ocurrió eso. Latinoamérica tiene el mayor nivel de trabajo informal con respecto al resto del mundo. Argentina tenía una situación más privilegiada, que después de 10 o 15 años de caída económica se potenció. Desde ese lugar hay un mercado laboral más débil, sumada a la baja del salario. De todas formas, el profesional argentino hacia afuera es valorado y tiene posibilidades. Argentina es el país de América Latina que tiene mejor nivel de inglés. Hay un perfil del profesional argentino que se destaca y que tiene que ver con su hambre, sus ganas, su versatilidad, que no tienen otras personas de otros países de la región. Por eso cuando algún argentino emigra, en general se destaca.