La primera es su obsesión

Si para Boca ganar la Copa Libertadores es su obsesión, para el Fluminense Fútbol Club, su rival de la gran final del sábado a las 17, llevarse el título continental es todo. Sus hinchas, que serán locales en el Maracaná (la sede del partido, decisivo y único, estaba programada desde antes de que se pusiera en marcha el codiciado campeonato) lo viven con la misma intensidad que los xeneizes. Pero con algunos matices insoslayables. Si los de acá sueñan con la famosa séptima, los de allá ruegan poder conquistar la primera. Nunca en su historia el elenco brasileño ganó la Libertadores. Y en pocas horas querrá romper esa mala racha que tanto lo fastidia.

Fluminense está enclavado en el corazón de Río de Janeiro, fue fundado el 21 de julio de 1902 por Oscar Cox, un brasileño de origen británico y, desde entonces, lucha por ser uno de los mejores del continente, pero nunca pudo concretar su sueño. Sufrió ascensos y descensos en una tierra repleta de jugadores, equipos, campeonatos y simpatizantes de todos los colores. Supo estar muy abajo pero también llegó alto, aunque, las dos veces que coqueteó con la gloria a nivel internacional no la pudo alcanzar. En 2008 estuvo a punto y quedó en el umbral. Ese año pasó en las semifinales de la Libertadores a… Boca, equipo al que venció en la vuelta jugada en Brasil 3-1, después del empate en dos que se había registrado en la ida, en la Bombonera.

Y tras despachar al equipo que dirigía Carlos Ischia, el club brasileño jugó por primera vez una final de la Copa Libertadores de América. Su rival fue la Liga Deportiva Universitaria de Quito. El partido de ida tuvo lugar en Ecuador y ganó el local 4-2. El de vuelta, en el Maracaná, se lo llevó Fluminense 3-1. Y como entonces no contaba la regla del gol de visitante (que sí se implementó durante muchos años y luego se volvió a quitar), debieron definir al campeón por penales. Los ecuatorianos se coronaron de la mano del entrenador argentino Edgardo Bauza.

Fernando Diniz, el hacedor de este Fluminense que busca su primera Copa Libertadores.

Hubo más. En Fluminense no tiraron la toalla pese a que el equipo cambió cinco veces de entrenador y, enseguida, se encontró luchando por evitar un nuevo descenso. Fue entonces que el DT Cuca decidió despedir algunos de los jugadores más experimentados, les dio una oportunidad a los jóvenes, y todos, junto al experimentado goleador Fred, la dieron vuelta. Escaparon de la zona baja de la tabla e, inesperadamente, treparon hasta la final de la Copa Sudamericana y se encontraron, otra vez, con la Liga de Quito. Su verdugo de 2008 repitió en 2009. El conjunto de la capital ecuatoriana doblegó al Flu con un global de 5-4 sumados los goles de los dos partidos definitorios. Le ganó 5-1 la ida en Quito y perdió 3-0 la vuelta, en la que los brasileños estuvieron a un gol de lo que hubiese sido una tremenda hazaña.

Desde entonces el Tricolor (tal su camiseta roja, verde y blanca) da pelea buscando ser el patrón de América y no lo consigue. Por eso, esta oportunidad, frente a los de Jorge Almirón, siente que no la puede dejar escapar. Pero, ¿cómo le fue en su derrotero en la máxima competencia que concluirá en horas? ¿Cómo juega el Flu?

Vamos por partes. Primero, el equipo de Fernando Diniz -quien sumó prestigio y fue elegido por la dirigencia de su país como entrenador interino del seleccionado Pentacampeón, al menos hasta fin de año- se quedó con el primer puesto del Grupo D, en el que se dio el lujo, en uno de los partidos, de golear al River de Martín Demichelis 5-1. Y luego, tras superar esa primera instancia, eliminó en octavos de final a Argentinos (1-1 en Brasil, 3-1 en La Paternal); en cuartos a Olimpia (2-0 en Paraguay y 3-1 de local) y en semifinales a Internacional (1-1 de visitante y 2-1 en el Maracaná).

Ganso vive una segunda juventud con la camiseta del Flu.

Esos números responden la primera pregunta. La segunda es que su exitoso y en boga DT Diniz le dio vuelo al juego del equipo con una impronta bien brasileña. Su fútbol representa el mentado jogo bonito que tanto pregonan los cariocas y sus seguidores están enamorados del técnico y de los jugadores.

“Es el partido más importante de la historia de la institución. Lo sabemos desde el comienzo, soñamos con esto desde mi llegada el año pasado. No fue casual, fue mucho trabajo. Los jugadores se empeñaron de manera especial, todo el club, fue todo armónico. Mucha gente ayuda, pero los jugadores se dedicaron mucho para llegar a este momento”, le dijo Diniz al sitio de la Conmebol Libertadores que patrocina el evento.

El técnico de 49 años y nacido en Mina Gerais prioriza, como amante del buen juego, la libertad del futbolista por sobre todas las cosas. Lo deja hacer, moverse con soltura. Y su equipo le responde sin regalarse porque también, si tiene que ser agresivo para defenderse, no duda. Tiene hombres conocidos y talentosos. Experimentados y juveniles. Entre los más grandes se destacan Paulo Henrique Ganso, el enganche que se lució en Santos junto a Neymar y que ahora recuperó su mejor versión, como esos vinos que con el paso de los años adquieren sabores superiores.

Fluminense tiene poder ofensivo. Suma 22 goles en la Libertadores y 34 en el Brasileirao, pese a que no brilla en su torneo doméstico, lo mismo que le pasa a Boca.

Después de su histórico paso por Real Madrid, Marcelo volvió a Brasil para ser un pilar del Fluminense. 

Y hablando de goles, su gran carta es el ex Lanús Germán Cano, quien se convirtió en el máximo artillero del certamen, con 12 gritos. El delantero nacido en Lomas de Zamora hace 35 años debutó en la Primera del Granate el 17 de febrero de 2008, cuando su equipo perdió frente a Huracán 1-0. Tardó en madurar. Pasó por Chacarita y Colón sin brillar, hasta que emigró a Colombia para comenzar una notable carrera de goleador. El año pasado llegó a Fluminense y, rápidamente, se convirtió en ídolo de los hinchas (¡convirtió 80 goles en 118 partidos!). Es su as de espadas. En el plantel también están Marcelo, el lateral que supo ser un pilar en el Real Madrid y el recio y polémico Felipe Melo, entre otros nombres fuertes.

El del sábado será un duelo de titanes porque Boca también tiene lo suyo, o más. Podría decirse que, como toda buena final, el resultado es una verdadera incógnita. 50 y 50. La verdad estará en el verde césped, como siempre.