“La política económica va en contra de todo desarrollo productivo”

El actual esquema de tipo de cambio y apertura de importaciones vuelve inviable la producción. Sólo la industria generará empleo, enfatiza el economista Carlos Leyba. El rol de Estados Unidos y China. “La Argentina es un proyecto abandonado”, recalca.

Ardua tarea la de comprender la Argentina, su triste derrotero, su lastimosa actualidad. No alcanza con un solo saber, es necesario conocer algo de historia, tener experiencia política y una pizca de sentido común. Quizás con todo esto se pueda llegar a algún tipo de conclusión. Vislumbrar el futuro ya es otra cosa.

Lo bueno de dialogar con el economista Carlos Leyba es que, además de cumplir con todas estas facetas, carga en su mochila las vivencias de haber sido funcionario público -integró el equipo económico del último gobierno de Perón- y sus argumentos tienen implícito el arte de la docencia. Le sobran tiza y pizarrón.

-¿Qué tipo de país se va a construir a partir del modelo económico que ensaya el Gobierno?

-Claramente Milei es un parteaguas con respecto a toda la historia Argentina, incluyendo el proyecto de Roca del ‘80. Es absolutamente innovador porque hay algo que nace desde el principio de la Argentina. Recordemos la Asamblea del año 13, la liberación de los hijos de los esclavos. Un gesto de una modernidad enorme frente a Brasil, que estaba al lado y por supuesto mantenía un régimen imperial y con esclavos. Ni hablar de los Estados Unidos en esa época. Eran unos tipos muy particulares, pero no sólo ellos, la gente del puerto más influida por las corrientes contemporáneas. El interior histórico, la gente que venía de la corriente conquistadora del Perú, también tenía una idea similar de la igualdad. Algo medio hispánica. Esta sociedad argentina, en su origen criollo, hasta que llega la inmigración, tiene un altísimo concepto de la igualdad. Es muy difícil encontrar la idea de construir una sociedad dejando gente afuera. Recuerdo una carta en la época de Nicolás Avellaneda, pleno dominio de lo que se llamaría un gobierno tradicional de gente patricia, en la cual la Sociedad de Beneficencia envía una carta reclamando que en lugar de comprar la ropa para los soldados y dar trabajo a gente de afuera, se ocupara de dar trabajo a la gente que hoy vive en la pobreza por falta de empleo. A lo largo del tiempo no es que Perón apareció con la idea de la equidad y la justicia social. Es cierto que puso el énfasis en eso pero la idea de la igualdad, del respeto, de la integración está en la raíz de la Argentina que recibe a millones de inmigrantes totalmente empobrecidos, muchos de ellos absolutamente analfabetos, y la preocupación más grande era construirles un horizonte. Esto es importante porque eso no se rompió nunca. En 1957 el Gobierno de la Revolución Libertadora intenta hacer una reforma constitucional, obviamente con la proscripción del peronismo. El Partido Demócrata Nacional, la expresión del conservadurismo argentino, en su plataforma sostenía el Artículo 14 bis: la participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas. Repartían un folleto con una tapita amarilla que decía: Las leyes sociales las hicimos los conservadores. La idea de que el peronismo era el único partido que había reivindicado la igualdad, la justicia social y la idea de integración, para esos conservadores era falsa porque ellos también habían buscado eso.

-Pero no habían logrado ejecutarlo.

-Relativamente. Después de todo los inmigrantes venían acá porque estaban los salarios más altos de la región. El progreso social que tuvieron los hijos de esos inmigrantes no lo tuvieron en su patria sino después de cuatro generaciones. La justicia se repartía. Todo eso compone un consenso cultural de los argentinos. Y la primera vez que se rompe, que los jóvenes votan encantados la idea de que la justicia social es un robo, es en esta época. Es una ruptura descomunal respecto a los valores tradicionales de nuestra sociedad. Lo más notable es que ese no es el discurso de un loco, es un abanderado. Porque a Milei lo sigue mucha gente.

-¿Ni siquiera puede asociarlo a lo ocurrido en la década del ‘90? El primer Menem era peronista y sedujo con su discurso, pero el segundo ya encabezaba un programa neoliberal.

-Por supuesto, ya había ocurrido el desempleo y demás. Pero a Menem no se le hubiera ocurrido decir que la justicia social es un robo. Imposible que lo dijera. Acá hay una construcción cultural muy fuerte rompiendo esa idea de una sociedad que busca la integración. Por supuesto que no es responsable Milei.

-¿Cuál es el origen de esto: el desengaño, las reiteradas frustraciones?

-Indudablemente, la idea es cada uno por la suya. Me niego a entender al peronismo como un salto cualitativo que no tiene antecedentes en el pasado. Me parece una tontería. Perón no inventó nada, lideró un proceso. Todas las ideas estaban escritas desde antes. A partir de 1880 y de 1930, en ambos casos, hay una Argentina pensada. Eso se quiebra en el ‘75. ¿Cuál es el dato central? Ese año el país tendría 22 millones de habitantes y el número de pobres era del 4%, es decir 800.000 personas. Argentina duplicó su población a la fecha, somos casi 50 millones, y el número de pobres se multiplicó por 20. Ahora hay 16 millones. Es decir que el 80% del crecimiento de la población es gente que está en la pobreza. Me parece tonto decir que se trata sólo de la canasta alimentaria, la pobreza son 6.000 villas. La gente que vive ahí a lo mejor no tiene el dinero para la canasta, o tiene más que ese dinero, pero el ambiente, el hábitat es tremendo. Cada calle es un drogadicto, un narcotraficante, una prostituta, un borracho, un delincuente. El mensaje cotidiano para los jóvenes que viven en ese escenario no es un mensaje de exaltación de los valores y el rigor sino todo lo contrario. En ese escenario, que es un fango de 50 años dedicados al abandono, aparecen individuos aislados que encuentran una manera de sobrevivir. Es el caso del Rappi, caracterizado, que dice ‘voy por la mía’. No le importa el otro, aunque sea un compañero de la villa. Los curas villeros exaltan el valor pero están pensando en los padres de estos chicos o en los abuelos. La cultura empieza de abajo, como fue el tango, y hoy la música villera domina la música argentina. Esa cultura Rappi también está en la clase media y en la clase alta. Argentina ha perdido eso que le dio la posibilidad de ser distinta a la América Latina. No por nada tuvimos alfabetismo antes que muchos.

LAS REFORMAS

-Lo primero que está en carpeta para avanzar desde el 10 de diciembre es la reforma laboral. El país tiene un 37% de empleo no registrado. ¿Es necesario cambiar las reglas?

-A mí no me parece mal volver a pensar las leyes. Particularmente en lo que son las leyes penales y laborales creo que hay que volver a pensar los jueces. La ley de despido es clara pero sabemos que hay toda una ingeniería de abogados y justicia; así como Zaffaroni (Eugenio) copó la justicia penal, los Recalde coparon la justicia laboral. Por lo tanto crearon una tangente del derecho. No me niego a ninguna reforma en particular pero sí digo que la reforma laboral no reemplaza para nada el nivel del empleo. Con las pymes hay un problema: hay un endiosamiento de la pyme como cultura, a mí me parece bárbaro, pero también ocurren otras cosas. Voy a decir algo terrible: una cosa es sacarle una gota de sangre a 5.000 tipos que trabajan en una fábrica y otra cosa 1 litro a los dos que laburan en el taller. Ahí hay una relación donde la densidad de capital no permite alcanzar las productividades que se requieren y entonces por ahí hay una tasa adicional que implica pagar en negro, que es una manera de no pagar los costos. Pero, además, Argentina es la cultura de la evasión. Ese es otro asunto. Siempre hubo evasión pero nunca hubo alguien que dijera que evadir estaba bien. Nadie dijo nunca públicamente que los evasores eran héroes. No estamos alcanzando creo yo la dimensión de la penetración cultural que ha generado este hombre. No hay manera de financiar un Estado sin tributos.

-Atado a esto viene el tema de la reforma impositiva. Con esta lógica, ¿tenemos que hablar de un Estado mucho más chico?

-Hasta 1974, antes del Rodrigazo, el Estado argentino era el 22% del PIB y tenía la administración de todas las empresas públicas: ferrocarriles, aerolíneas, energía… Voy a contar algo muy simple. En el edificio actual del Ministerio de Economía, la cartera ocupaba el quinto piso. Sólo eso. Ese mismo edificio, con Cavallo, tomó toda la manzana. ¿Para administrar qué? ¿Lo que habían vendido? Fue el inicio de la carrera burocrática. Hasta Martínez de Hoz (José Alfredo) en la Argentina el funcionariado actuaba como una carrera profesional en la que venían los gobiernos y no tocaban a ningún director nacional. A nadie se le ocurría cambiar toda la estructura administrativa. Mingo (Cavallo) hizo una explosión de eso trayendo a los cordobeses. Eran eficientes, capaces, brillantes, pero no entraban en esa estructura. Cavallo fue el mejor manager de la política económica argentina, más allá de que yo no comparto su política. La estructura creció al punto físico de abarcar toda una manzana. El Estado ha crecido de una manera cancerígena. Por supuesto que un Estado que sea el 25% del PIB es posible y puede ser enormemente eficiente. ¿Pero qué Estado queremos? ¿Qué queremos hacer con el Estado?

PRODUCCION

-¿Cómo se engarza el sector productivo en este esquema?

-No hay ninguna política del desarrollo del potencial argentino. Lo único que escuchamos son grandes anuncios de enormes exportaciones para el año ‘33. Y la gente que hoy nació en la villa, en el ‘33 va a tener 8 años y tal vez ya sea irrecuperable. A mí díganme qué están haciendo para resolver los problemas de hoy. Hoy la política económica va en contra de todo desarrollo productivo. Con este tipo de cambio la Argentina no tiene la más mínima posibilidad de tener alguna productividad. ¿Sabe por qué? Porque la infraestructura que brinda las condiciones del sistema productivo es horrible. Está absolutamente deteriorada. Son años de acumulación de un Estado inútil porque no está en manos de profesionales del Estado sino en manos de tipos que son amigos del que llegó al poder. Los llevan por confianza para que no delaten sus falencias de todo tipo.

-¿Ni siquiera con la reforma laboral y con aliviar la carga impositiva el sector productivo podría volverse más competitivo?

-Yo creo que no porque la productividad es sistémica y pasa por ver cuál es la calidad de nuestros recursos humanos. Dejemos de hablar de la calidad de los recursos humanos de la Argentina, si estamos perdiendo como en la guerra. Los chicos salen de la secundaria sabiendo poco y nada. El CBC en la UBA es una necesidad imperiosa para poder tener alumnos. Los que entran directamente es imposible que lo sean. Son muchos años de abandono de los roles verdaderos del Estado: la justicia, la seguridad, la educación, el desarrollo de la infraestructura y pensar un modelo de país. Los países se tienen que pensar, no se puede simplemente invitar a bajar las cortinas y que el mercado resuelva los problemas. El mercado piensa en sus propios intereses no en el interés colectivo. Y está muy bien, pero hay cosas que son de interés colectivo.

LEGADO

-Hace poco un economista remarcó que el principal legado de Milei será que no se puede gobernar con déficit fiscal. ¿Qué opina?

-La Argentina obviamente, como país endeudado, no puede tener un déficit importante por la simple razón de que en esas condiciones no califica para ser un país sujeto a crédito de verdad. No estoy hablando de Bessent (Scott, secretario del Tesoro estadounidense). En toda la tabla de naciones, como bien lo dice Milei, hay sólo cuatro o cinco que no tienen déficit fiscal. Todos los demás países que crecen y tienen una vida esplendorosa, además tienen la desgracia de sufrir déficit fiscal. Lo cual no quiere decir que esté bien sino que las sociedades pueden ser sólidas a pesar de tener déficit fiscal. Pero no tenerlo no asegura contar con una sociedad sólida. Según Caputo hoy no tenemos déficit fiscal y díganme si la nuestra es una sociedad que vale la pena destacar como modelo. Alguno dirá que es la condición necesaria para luego… pero yo digo que es al revés. Los países que tienen superávit son los ricos. Y tienen equilibrio porque son ricos; no es que son ricos porque tienen equilibrio. La Argentina es un proyecto abandonado. Si se recorre el país se verá que hay lugares extraordinarios, la provincia de Córdoba, por ejemplo, altamente progresistas, pero la verdad es que en el resto del territorio es como si el tiempo no hubiera pasado nunca. Este inmenso país está vacío. En 1880, cuando asume el general Julio Argentino Roca, que era un tipo de verdad, lo primero que dice es que hay que construir un ejército, que es una forma de construir un Estado, y el ferrocarril. ¿Por qué el tren? Porque está pensando en la materialidad y el desarrollo físico de la sociedad. Esta Argentina no está pensando en materialidades. ¿Qué cosa física le escuchamos al Gobierno, aparte de la palabra Vaca Muerta que es un descubrimiento que empezó en la época peronista? En el plan trienal del ‘74 ya se estaba hablando del cobre. Cuando la Argentina se pensaba, se identificaban cosas, pero esta es una Argentina no pensada. Es una gran decepción intelectual. Hoy son todos comentaristas de la última noticia.

DESARROLLO

-¿Cuál es su visión del acuerdo con el Tesoro de los Estados Unidos y la afinidad con Washington?

-Si se tratara de una decisión geopolítica, es decir: hay una política de los Estados Unidos, que es un país en serio con muchos Think Tanks, para el desarrollo de la Argentina, nos remitiríamos inmediatamente a cuando Estados Unidos hizo la misma cosa frente al peligro comunista. Hoy sería el peligro chino. ¿Qué hizo? Abrió absolutamente su mercado y además puso la tecnología y el capital en los países en los cuales no había ni tecnología ni capital para que hubiera desarrollo y así impedir el avance de las fronteras comunistas. La idea, totalmente desacertada, del desarrollo por invitación olvida que el desarrollo por invitación es, primero que todo, desarrollo. Y eso es generar empleo. Toda política internacional es una discusión sobre la distribución del trabajo. Nosotros necesitamos el impulso del trabajo. La minería no nos lo va a dar, sólo va a ayudar. Lo que va a darle empleo a los grandes centros urbanos es el trabajo industrial. Es lo que le da empleo a muchos millones de chinos, coreanos y japoneses. No sé porqué razón extraña en la Argentina se ha decidido que la industria no existe más. No se puede tener desarrollo si no se tiene empleo. En caso contrario lo que van a hacer es repartir AUH (Asignación Universal por Hijo), y repartir AUH ha demostrado que lleva a la gente a la pasividad, que es lo que nos está pasando.

-Usted dijo la palabra clave: geopolítica. ¿Cómo quedamos parados frente a China? Es uno de nuestros principales clientes.

-Es un gran cliente pero supongo que una Cancillería activa debe diversificar los clientes. Hay mucha gente en el mundo que come y puede pagar. Quizás todavía estemos a tiempo de conectarnos con ellos. No le tengo temor a una ruptura con China porque ellos están pensando mucho más lejos de lo que nosotros vemos. En los próximos 10 años los chinos no nos van a abandonar ni van a dejar de consumir soja. Seguramente consumirán más granos primarios y construirán más plantas de aceite, lo cual es malo para nosotros. Y no sé si Estados Unidos en serio, como una decisión geopolítica, quiere hacer de la Argentina un nuevo milagro alemán. No me parece que esté en su cabeza. Están decididos a proteger el trabajo norteamericano. Por eso el sector que más les importa tiene un 50% de aranceles a las importaciones, que es el aluminio.