La opción es por sí o por no

Cuando restan dos jornadas para que hablen las urnas, ¿vale la pena seguir  analizando lo que ocurrió un domingo antes, en el debate de candidatos que vió medio país? Probablemente sí.  El resultado de las urnas completará o corregirá las impresiones que dejó aquel  duelo, pero no estará desvinculado de lo que éste mostró.

Crónica de un debate

Cuesta encontrar un observador medianamente objetivo que no admita que  el domingo 12 Sergio Massa se impuso claramente a Javier Milei. La prensa internacional  coincidió unánimemente en ese veredicto. Hasta columnistas de medios francamente opuestos a Massa  constataron el hecho: “Massa se mostró más aplomado y profesional, frente a un Milei más desordenado y silvestre”, resumió Jorge Liotti, en La Nación.” Milei no pudo acorralarlo. Ni siquiera en cuestiones en las que Massa resulta tan vulnerable, como el desaguisado de la vida material o su conflicto con el Papa. Pudo, sí, caracterizar con descalificaciones, no con datos…- indicó Carlos Pagni- En algunas materias, como la política exterior, dejó en claro que le faltó bastante preparación”. En el mismo medio, Gail Scriven, editora de Internacionales, opinó: “Sergio Massa demostró claramente estar más preparado”. 

Apurado el trago del reconocimiento de la realidad, los más reticentes puntualizaron, claro está, objeciones y hasta se preguntaron si la superioridad  evidenciada por el candidato de UP no terminaría siéndole contraproducente. Incluso consiguieron un ejemplo: evocaron en este sentido el debate español  de hace tres décadas  en el que  Felipe González vapuleó  al conservador José María Aznar, pero perdió la elección.  

En las propias filas de La Libertad Avanza, aunque  siempre aclararon que “Javier cumplió sus objetivos”, fueron económicos en materia de elogios. En rigor, al día siguiente del debate  el paso de sus (ahora escasos) voceros y del propio candidato por los medios estuvo dedicado a  “interpretar” las dificultades exhibidas por Milei o al intento de mejorar a posteriori  lo que evidentemente valoraban como un magro resultado durante  el tiempo  del debate.

Milei y la tos ajena

El candidato, por ejemplo, sugirió que una maniobra de los organizadores (la Cámara Electoral, fiscalizada por las dos fuerzas, en el caso de los libertarios, por Karina, la hermana y “jefa” de Milei) habían manipulado la ubicación del público para facilitar que un grupo de “tosedores” massistas lo hostigara con sus carraspeos y convulsiones  cada vez que le tocaba el turno de hablar, algo que le habría impedido concentrarse. Su gente (y sus periodistas amigos) acusaron a Massa de construir preguntas basadas en  “información de inteligencia”; en realidad, datos y videos están disponibles en Internet para quien quiera buscarlos, allí se encuentran rastros de su historia personal, artística y política  y testimonios visuales de algunas de las numerosas extravagancias y vehemencias propositivas de Milei.  Su compañera de fórmula, Victoria Villarruel, habitual  correctora y normalizadora del discurso del candidato presidencial, hizo varias presentaciones  públicas destinadas a controlar daños  y a mejorar  la imagen que el libertario había  dejado en el debate. Villarruel, una comunicadora  eficaz (“hábil declarante”, como suelen enrostrarle a Massa), pareció un poco decepcionada por la performance de Milei en esa instancia y empezaron a trascender versiones de que ella está  pensando en una futura carrera política no necesariamente  pegada a la del  líder libertario.

Villarruel ha ganado la confianza de Mauricio Macri: es una interlocutora menos problemática que Milei, más decidida y elocuente que Patricia Bullrich y cuenta con el respaldo de algunos grupos de militares nostálgicos en situación de retiro. Sintomáticamente, el último martes, la candidata a vice  no acompañó a Milei en su acto de Rosario y reunió en cambio una manifestación de adictos cerca de la esquina de Callao y Santa Fé. La bandera que identificó esta marcha no fue la de La Libertad Avanza, sino una de color violeta, centrada en el nombre y apellido de Villarruel y con una ve corta estilizada como novedoso símbolo.

No supo o no pudo 

Volviendo al debate, estaba cantado que el punto vulnerable para Massa era la discusión sobre la inflación, un tema de principal interés del electorado en el que  el candidato-ministro no puede  presentar resultados, sino argumentos contrafácticos. Que Milei no encontrara la forma de golpear ese nervio sensible dependió menos de la reconocida astucia de Massa que de la negligencia y arrogancia con que el libertario encaró el desafío. Mientras Massa recorrió el espacio  donde se desarrollaría el espectáculo, Milei mandó a su hermana a hacerlo;  seguramente Massa y sus equipos revisaron con cuidado todos los discursos y opiniones de Milei de los últimos años. Milei, proclamado bilardista en fútbol, no imitó la obsesión de su DT favorito, que estudiaba a sus rivales  meticulosamente y se quedaba de madrugada a observar videos, estudiar jugadas e imaginar tácticas. Si hubiera estado mínimamente informado no habría cometido el gol en contra de citar elogiosamente a Rudy Giuliani, el ex alcalde que  corrigió decisivamente la inseguridad de Nueva York: Massa es amigo personal de él y Giuliani prologó un librito sobre la seguridad ensalzando la experiencia de Tigre, con Massa como intendente, sobre ese tema.

En busca del tiempo perdido

Pero tal vez lo más desastroso para Milei en aquel debate  (incluso más que su insistencia en glorificar a Margaret Thatcher, responsable directa del criminal hundimiento del Crucero General Belgrano durante la guerra de Malvinas) fue la comprobación de su incapacidad para administrar el tiempo (recurso restringido y esencial) durante el debate. En el primer bloque, abrumado por las preguntas  “por sí o por no” de su contrincante, Milei dilapidó casi totalmente los 6 minutos que tenía a su disposición  sin dar una sola respuesta precisa y sin contraatacar, empeñado en disquisiciones teóricas poco pertinentes o eficaces en un debate de esa naturaleza.. El peruano Jaime Bayly, simpatizante explícito de Milei, lo había entrevistado “para ayudarlo a ganar” y detectó la misma dificultad del candidato para administrar el tiempo: “En un momento habló de la historia económica, de la inflación y de la moneda Argentina, y la verdad es que se tomó cinco minutos para dar esa respuesta –relató luego el peruano-. Además, yo no se lo había preguntado; traté de interrumpirlo una vez, y después dos veces, pero no me dejaba y tenía así como como un pequeño brote o pulsión de autoritarismo de ‘por favor callate nene que estoy hablando, estoy dando una clase’”.

Es obvio que alguien que pretende ser presidente debe prepararse e informarse adecuadamente, debe ubicarse  en tiempo y lugar - en circunstancias- y debe saber administrar. El tiempo, pero no sólo el tiempo: mientras los libertarios empiezan a repiquetear insistentemente la idea de que puede haber un fraude (y hasta han denunciado a la Gendarmería por participar en uno en la primera vuelta), la Cámara Nacional Electoral tuvo que avisarle esta semana al partido La Libertad Avanza que no había entregado el número suficiente de boletas electorales  para la elección del domingo.

Este episodio dio origen, parece, a un nuevo round de tironeos entre las fuerzas libertarias y el macrismo: el expresidente le aseguró a Milei que le facilitaría sus equipos  (y su ayuda financiera) para la logística del comicio; esto incluye la provisión de fiscales y de boletas. Milei no llega por sí solo a cubrir la fiscalización de todas las mesas (se necesitan unas 100.000 personas, no tantas para  un candidato que  aspira a la presidencia en un balotaje) y es dependiente de Macri. Se quejó de que este no estaba cumpliendo y el expresidente tuvo que hacer un alto en su campaña electoral en Boca para presentarse ante el candidato en su refugio del Hotel Libertador, cerca de Retiro. para parlamentar. Milei tiene sentimientos encontrados a raíz de su dependencia del macrismo.

La influencia de Macri se notó fuertemente en el debate. Una semana atrás señalábamos en este espacio: “El macrismo pasteuriza a Milei para evitar algún desborde temperamental del candidato, pero los mielístas de la primera hora se preguntan: ¿cuánto vale en votos un Milei sin motosierra, sin dolarización y aliado a los restos de un partido de lo que Milei definió como casta? “.  Los temores del mileísmo de la primera hora se confirmaron. Presionado por el mandato macrista y sin duda contrariando sus pulsiones íntimas, Milei hizo un esfuerzo denodado por mantener  la calma. “El mérito de Milei fue no haberse exaltado irreversiblemente, como era el objetivo de su rival – observó con lucidez Jorge Liotti en La Nación-.  Se lo notó vehemente, pero sin extraviarse en gritos. Igual transpiró y se movió inquieto, como si no estuviera cómodo.” Es muy probable que el estrés resultante de  esa contención se haya reflejado en la perturbación que le produjo, entre otros factores, escuchar toses en el auditorio. En los momentos en que pudo liberarse del mandato, volvió el Milei de las PASO. Tal vez más desprovisto de la “presidencialidad” que le reclama  el macrismo, pero más auténtico. Más entrañable para sus votantes propios y probablemente más sana para el alma del candidato, que a tres días del comicio tuvo que diluir hasta la insipidez las con signas que venía de declarar innegociables: la dolarización y el cierre del Banco Central.

Milei pudo contenerse en el debate, pero nunca quiso o pudo desplegar  la consigna que quería Macri: “cambio o continuidad”. Si se quiere, fue Massa el que se acercó más a la definición del cambio de ciclo cuando le dijo al libertario: “No es Macri o Cristina, Javier. Es vos o yo”. Estaba jubilando a las dos personificaciones de la grieta.

¿Cuánto influirán estas evoluciones e involuciones verbales el domingo, en el voto de los ciudadanos? Las encuestas no consiguen todavía  desencriptar la voluntad  de quienes todavía se declaran indecisos o, quizás, ocultan una decisión ya tomada. Diez de cada cien entran en ese casillero faltando 60 horas para el comicio.

En definitiva, cuando se abran lasa urnas y se cuenten las papeletas , sólo valdrán las que hayan tomado partido.

Por sí o por no.