"Días atrás, en el teléfono de un intendente se apilaban mensajes. Pero uno de ellos le llamó la atención particularmente al jefe comunal de un distrito importante del oeste. En un audio de más de cuatro minutos, la vecina le contaba de los casos de pequeños grupos narcos que operan sobre menores para convertirlos en soldaditos que venden droga para ellos. Hasta el punto de obligar a prostituir a menores para que puedan pagar su propia droga, de manera tal de ingresar en un círculo vicioso muy peligroso del que, lamentablemente, la salida más probable es la muerte. El relato hacía foco en una niña de 13 años a la que llegaron a quemarle la casa con sus padres adentro porque no pagaba sus deudas”.
Este fragmento con el que se inicia la nota fue publicado en esta columna de La Prensa en el mes de febrero, días antes del lanzamiento de una mesa intersectorial que reunió en Merlo a sectores de la política, la justicia y la policía bonaerense. “Nada que envidiarle a Rosario”, decían por aquel entonces las fuentes consultadas. El narco y la política volvieron a mezclarse peligrosamente por estas horas con un destino aún más incierto sobre el impacto en el oficialismo nacional.
El caso del triple homicidio en Florencio Varela que aún conmociona, puso en agenda una problemática vieja. Aquellos que transitan la geografía del conurbano bonaerense saben muy bien de qué se trata el avance que el narco ha tenido a lo largo de los años y sus intentos sistemáticos de camuflarse en la política institucional. Tan sólo algunos casos puntuales encuentran la luz pública de los muchos otros que invaden la vida cotidiana. La problemática es amplia y con diversos disparadores.
“PICHONAS”
Una de las mejores definiciones sobre lo sucedido en Varela la escribió la socióloga Laura Etcharren, al decir que “ellas, dentro del universo delictivo en el que estaban, eran ‘pichonas’”. Y claramente no tomaron dimensión de los costos de pasarse e ir más allá del lugar que los mafiosos les habían dado en la estructura. No trataban con un dealer, trataban con una organización trasnacional. Un mundo en el que se convive con la muerte potencial. Un mundo, en donde por una razón u otra, la muerte es el destino. Un destino del que muchos se horrorizan a pesar de ser forjadores de luchas imaginarias o abúlicos espectadores de una criminalidad fortalecida a la que nos quieren hacer creer que la combaten con el hallazgo de “droga enfriada”.
Imposible olvidarse del derribo de los búnkeres que llevaban adelante la exgobernadora María Eugenia Vidal y el entonces ministro de Seguridad Cristian Ritondo. Una manera de decir “hacemos algo”. El marketing como modelo de gestión, siempre y en todo momento, termina chocando con la realidad. De la que muchos protagonistas tienen dificultades para encontrarles explicación.
Conviene apartarse por unos instantes de los detalles macabros del último episodio, para observar el rápido accionar de la Policía Bonaerense en la detención de los principales sospechosos hasta llegar a capturarlos en Perú. Acciones en alza para el ministro de Seguridad, Javier Alonso, a quien tiempo atrás lo daban como casi seguro echado del cargo. Una simple conclusión: cuando se quiere se puede. Es verdad. O bien un mensaje muy claro: nadie puede apartarse del “orden” que este negocio tiene porque termina mal. A no ponerse colorado ahora. Como suele decir un exintendente bonaerense, la diferencia entre Rosario y el conurbano es la administración y la conducción del delito. Nada más y nada menos.
“Este es un problema que va más allá de las jurisdicciones”, dijo el gobernador Axel Kicillof. Es verdad. El problema no reconoce fronteras de ningún tipo. Lo que mejor saben hacer estos grupos es violarlas con la complicidad o la impericia de las autoridades de turno. Son horas de fronteras difusas que se mezclan con la política. Si algo le faltaba al mal momento por el que atraviesa el gobierno de Javier Milei es tener que dar explicaciones sobre las relaciones que tuvo José Luis Espert, el candidato a primer diputado de LLA, con un presunto narco detenido en Río Negro a la espera de una demorada extradición. “Por mucho menos, Fernando Niembro tuvo que renunciar a su candidatura en el PRO para las elecciones del 2015”, recuerdan en las mesas políticas bonaerenses.
¿PACTAR CON LA POLÍTICA?
La relación de la política y el narco es tan vieja como la irrupción del negocio. Desde los tiempos de Pablo Escobar en Colombia, el narco se debatió entre pactar y financiar a la política o introducirse de lleno en cargos electivos. Esta última opción es la que menos prevaleció aunque los intentos siempre estuvieron. Un caso puntual recordado en el conurbano bonaerense fue cuando Miguel “Mameluco” Villalba lanzó su candidatura a intendente de San Martín en el año 2011. No prosperó. En aquellos tiempos, un hombre cercano a su organización intentó algo similar en San Miguel pero fue frenado a tiempo cuando quiso sumarse a lista de Eduardo Duhalde que en esa elección fue candidato a presidente.
La lista podría alargarse. Sin embargo, el debate hoy puertas adentro del gobierno nacional es qué hacer con José Luis Espert. La figura del economista nunca fue bien digerida por Karina Milei y ha generado resistencia en su entorno. Tan sólo con ir al archivo es escandalosa la manera en que se referían a él los integrantes de la “fuerzas del cielo”. El 29 de octubre de 2023, el ahora diputado Agustín Romo publicó un tuit muy contundente: “Qué suerte tenemos los liberales de que Milei se haya metido en política. Sin él, seguiríamos representados por el valijero de Espert, que a la primera que pudo se subió a un avión de un narcotraficante y quedó para siempre como un esclavo de Massa y Larreta”. Dos años después, Espert es quien representa la lista a la que adhiere el “liberal” Romo. Unos meses antes, el mismo Romo había publicado: “Estoy realmente impresionado. Lo de (Luis) Rosales invitando a su casa a los pendejos que laburan con Espert para organizar una fiesta con travestis es otro nivel de locura. Pero que se hayan sacado una foto y la hayan subido es el punto máximo de la idiotez política nacional”.
No sólo el economista encabeza la lista en la provincia de Buenos Aires, sino que preside la Comisión de Presupuesto en la Cámara de Diputados en un momento clave. El tratamiento de la ley de leyes se ha tornado en un activo clave para enviar señales a un mercado que ya parece no alcanzar el apoyo explícito y contundente de Estados Unidos al gobierno nacional. Por si no alcanzara con lo dicho la semana pasada por Trump y Scott Bessent, el 14 de octubre Milei será el primer presidente de América del Sur en sentarse en el salón oval durante el segundo mandato del republicano. Para Trump, su dinámica política se ha emparentado con la de Milei. El desacuerdo en el Congreso llevó al “cierre” del gobierno federal. ¿Más ruido para el posible rescate a Argentina? No es lineal, pero en tiempos de incertidumbre todo contribuye a agigantar los fantasmas.
RIESGOS
La necesidad de construir alianzas para gobernar tiene sus riesgos. Así como hoy Espert debe ser explicado por Milei, en cualquier momento vuelve a escena otro nombre al que también vincularon con supuestos nexos con el narco: Cristian Ritondo. El diputado del PRO y uno de los orfebres del acuerdo con la LLA fue apuntado por la jueza federal Sandra Arroyo Salgado de haber tenido entre sus colaboradores cercanos cuando era ministro de Seguridad a abogados de narcotraficantes. El caso del fiscal Claudio Scapolán fue el detonante de aquellos dichos de la exmujer del fiscal Alberto Nisman. En el año 2022, en una recorrida de campaña por el distrito de Moreno, le pregunté a Patricia Bulrich sobre los dichos de Salgado. Y ella contestó: “A mí me parece que alguien que trabaja en un gobierno no puede estar en la misa y en la procesión. No se puede ser abogado de narcos si uno trabaja en el Ministerio de Seguridad. Es verdad, eso nos mancha”. Muy similar es lo que sostuvo ahora la Ministra de Seguridad cuando le preguntaron por el caso Espert. Horas decisivas.
Los ruidos internos no se apagan. Y aparece cada vez con mayor frecuencia el mismo interrogante. Le preguntaron al intendente de Malvinas Argentinas Leonardo Nardini qué similitudes veía a este momento con el 2001. El jefe comunal respondió: “Creo que es imposible que sea de la misma manera que en aquel momento. De todas formas, creo que hay que buscar la mejor manera para que el Gobierno termine su mandato y buscar una alternativa haciendo política, no denostando la política”. La contestación es interesante, pero la repetición de la pregunta es inquietante. Síntomas de una época convulsionada, donde el fantasma de los años más difíciles vuelve una y otra vez, incluso en generaciones que sólo lo han vivido por el relato de sus padres.