La música de ABBA inspira otra historia

Ambientada en los años ‘80, la trama de ‘Waterloo’ transcurre en un boliche y recupera el lado más rockero de la banda sueca. El director Nicolás Sorrivas y el actor Bruno Coccia analizan la puesta que debuta este martes en el Metropolitan.

A cincuenta años de la consagración de ABBA en el Festival de la Canción de Eurovisión, la llama del legendario cuarteto sueco se mantiene encendida, a pesar del distanciamiento oficial en 1982. El repertorio que la exitosa banda logró instalar en el mundo perduró mucho más que los matrimonios de Agnetha y Bjorn, de Benny y Frida, y el teatro musical le rindió honores creando argumentos a partir de esas composiciones. A la taquillera ‘Mamma mía’, que ahora mismo está en cartel en el Coliseo con Florencia Peña en el rol protagónico, se sumó en 2016 otro título basado en una idea de la productora Lorena ‘Loli’ Miraglia, que esta semana regresa a escena transformado.

‘Waterloo’ se dio a conocer en el Teatro Buenos Aires, con Caro Ibarra, Agustina Vera y Walter Bruno al frente del elenco. “Pero era prácticamente otra obra, con una puesta mucho más chica”, aclara Nicolás Sorrivas, director y adaptador (junto a Miraglia) de la nueva versión que debuta este martes en el Metropolitan. “A la obra la hemos aggiornado mucho, la anfitriona del boliche donde transcurre la acción es ahora una drag queen, y agregamos personajes como el que encarna Lucas Spadafora”, explica. “A mí, la música de ABBA siempre me gustó, ‘Mamma mía’ me parece una obra fascinante; pero en este caso dejamos de lado el sonido disco y nos enfocamos en la producción de los ‘80 del grupo, más cercana al rock and roll”.

 

 VINTAGE

Sorrivas creció rodeado de vinilos del cuarteto que instaló en el inconsciente colectivo canciones como ‘Dancing Queen’, ‘Chiquitita’ y ‘Money, money, money’. “Soy bastante vintage en mis gustos musicales -admite-, pero en este caso traté de hacer algo completamente distinto a ‘Mamma mía’, con tintes de ópera rock, no tan naif sino más oscuro”.

-Estando en cartel otra obra basada en los mismos temas, ¿les teme a las comparaciones?

-Sabiendo que van a venir fui a ver ‘Mamma mía’ y me encantó. Pero confío plenamente en que nuestro espectáculo hable por sí solo. Esto es ciento por ciento argentino, absolutamente nac & pop.

El elenco de ‘Waterloo’ surgió de audiciones abiertas de las que participaron unos 300 postulantes, Medio centenar pasó a la segunda instancia de selección y finalmente se eligieron seis intérpretes protagónicos, ocho de ensamble y dos swings. Al frente del equipo artístico se ubican Caro Domenech (‘Entrelazados’, ‘Heathers’) y Bruno Coccia (‘Kinky Boots’, ‘Mujercitas’), acompañados por Lucas Spadafora, Aitana Salvia, Cristian Zeballos y Naza Marozzi.

Nicolás Sorrivas se formó en el teatro de texto pero desde 2017 también dirige musicales.

“Estamos todos muy entusiasmados, ha sido un proceso largo, venimos ensayando desde febrero y las expectativas han ido creciendo en estos meses”, le cuenta Bruno Coccia a La Prensa. Sorrivas lo había convocado a participar de otras obras de su autoría y nunca llegaron a coincidir. “Pero esta vez estaba libre y el proyecto tenía todo como para que le diga que sí”.

-El director ha dicho que hace tiempo quería trabajar con usted. ¿Representa una presión extra?

-Yo consumo mucho teatro musical y estoy viendo una generación de chicos de mi edad que vienen con un ángel especial, con un carisma enorme y grandes dotes artísticas. En lo personal, no me hago tanto cargo de eso, siento que lo que yo hago lo podría hacer cualquier otro actor de mi edad (tiene 29 años). Pero naturalmente me halaga que un director piense en mí para un personaje. Cuando yo tenía 18 o 20 años y estudiaba teatro musical, los elencos estaban conformados por una generación más arriba de la mía: Patricio Witis, Mela Lenoir, gente que admiro y quiero un montón. Y de a poco fui viendo como mis pares y yo mismo nos empezamos a insertar en el medio. Eso me motiva a seguir con más ganas.

-¿Existen puntos de contacto entre ‘Waterloo’ de 'Mamma mía'?

-Las diferencias entre las obras son...¡todas! La principal es la trama, son dos historias que no tienen nada que ver entre sí. Conociendo la otra obra creo que es divertido ver cómo con la misma música se puede crear una trama completamente diferente e igualmente divertida. Nuestro relato transcurre en un boliche donde las canciones de ABBA aportan un tinte de oscuridad que genera un lindo contraste con el resto de la comedia. Yo interpreto a Fernando, un muchacho enamoradizo al que hasta el momento no se le ha dado la cuestión amorosa y que al llegar al baile se enamora de la primera chica a la que ve, Emma (Domenech), a la que intenta acercarse sin éxito. Es un pibe que en el amor se juega todo y tiene mucho miedo de perder. Sufre la duda de si vale la pena intentarlo.

Caro Domenech y Bruno Coccia, protagonista del musical que saldrá a escena los martes a las 20.20 en el Metropolitan.

EL EQUIPO

‘Waterloo, Summer Night City’, tal el nombre completo de la nueva versión, cuenta con coreografías de Georgina Tirotta, dirección vocal de Pablo Arias García y Anahí Core, vestuario de Ana Espósito, diseño de iluminación de Leandro Fretes y producción general de SDO Entertainment.

“Creo que es una obra que va a dar que hablar”, arriesga Sorrivas, formado en el teatro independiente y de texto, con Mauricio Kartun y Rubén Schumacher, que debutó en el musical en 2017 dirigiendo ‘Gordofobia’ en el Maipo Kabaret y que el año pasado regresó al género con ‘Cero en conducta’ en El Método Kairós.

“Es una obra que tiene un impacto visual tremendo”, se entusiasma Coccia. “Todos actuamos, cantamos y bailamos estilos muy distintos: disco, rock, urbano”. “Es una historia hermosa, que habla del amor y la amistad. Creo que puede llegar a sorprenderlos”, se despide el director.

 


De la cafetería al escenario sin complejos

“Por lo general, los artistas de teatro musical tenemos que estar entre trabajos porque no basta con uno. Llegamos a tener dos, tres o cuatro proyectos a la vez. Hasta hace dos semanas yo trabajaba en una cafetería y no me avergüenza decirlo, para nada; hay que rebuscársela. Este es un trabajo hermoso, que nos da mucha felicidad pero sólo algunas veces nos da buen dinero. Entonces, si bien esto nos llena el alma debemos tener otro trabajo que nos dé de comer”, comparte Bruno Coccia sobre la realidad que les toca vivir a los actores de su generación.

-¿Y la gente lo reconoce en la cafetería?

-Siempre me encuentro con algún actor. Hace unos días estuvo Francella, también Mauricio Dayub. Ya había trabajado en una cafetería en 2017 y me tocó atender a Soledad Fandiño, Silvina Escudero, y a dos actrices del musical: Manuela del Campo y Caro Domenech, mi actual compañera de elenco. Seis meses después de que le serví el pedido a Manuela del Campo estaba trabajando con ella en 'Casi normales', una locura.