La mujer maravilla

El baúl de los recuerdos. Gabriela Sabatini sorprendió desde su muy joven con su enorme talento. Y con apenas 20 años conquistó el Abierto de Estados Unidos, doblegando en la final a la alemana Steffi Graf.

Tenía apenas 15 años esa niña que acababa de perder en las semifinales de Roland Garros con una leyenda como Chris Evert. Su talento arrollador y desfachatado cautivó inmediatamente al mundo del tenis. Se ganó los aplausos del público francés en esa caída por 6-4 y 6-1 a manos de la estadounidense, que un mes antes la había vencido en la final de Hilton Head. Todos hablaban de Gabriela Sabatini, la semifinalista más joven de un Grand Slam en ese entonces. Y volvieron a hacerlo cinco años más tarde, cuando Gaby se quedó con el título en el Abierto de los Estados Unidos al superar 6-2 7-6 (4) a la alemana Steffi Graf. La niña se había transformado en la mujer maravilla.

Desde muy pequeña Gaby pasó horas y horas frente al frontón de River pegándole a la pelota. Cada golpe fue puliendo ese diamante en bruto que con el paso del tiempo se transformó en la mejor jugadora argentina de la historia. Porque, así como Guillermo Vilas inventó el tenis de estas latitudes, entre las mujeres no hubo nadie que pudiera siquiera acercarse a lo que Sabatini hizo dentro de una cancha.

Su consagración en el US Open del ´90 la convirtió en la única tenista de nuestro país en obtener un torneo de Grand Slam en singles. Su excepcional cadena de éxitos tiene como inolvidables eslabones 27 títulos individuales, 14 de dobles y dos en el Masters (1988 y 1994), además de una medalla plateada en los Juegos Olímpicos de Seúl ´88. Con solo 14 años se alzó con la corona junior de Roland Garros en 1984, cuando también triunfó en dobles junto a su compatriota Mercedes Paz. Ganó 632 partidos y perdió 189 (entre ellos las finales del US Open 1988 y Wimbledon 1991). En una carrera de 13 temporadas (se retiró muy joven, a los 26), pasó una década en el top ten y fue durante tres años la tercera mejor jugadora del mundo. Es cierto: no hubo otra como Gaby

Mantuvo una historica rivalidad con la alemana Steffi Graf.

TALENTO PRECOZ

Nacida el 16 de mayo de 1970, poco después de su derrota a manos de Evert inició su cosecha triunfal en Tokio. Al año siguiente festejó en Buenos Aires y a finales del ´87 volvió a ganar en la capital japonesa, pero en esa ocasión en el torneo Pan Pacific. A esa altura llevaba casi 24 meses en el top ten del ranking mundial de la WTA. Era una estrella. Mejor dicho: era la joven estrella de un circuito femenino en el que Evert y su compatriota Martina Navratilova (checa nacionalizada estadounidense) enfrentaban la irrupción de la nueva camada personificada en Gaby, Graf y Monica Seles, nacida en Serbia pero representante de Yugoslavia antes de ser ciudadana de los Estados Unidos.

En 1989 alcanzó su mejor posición en el escalafón: el tercer puesto.  Jugaba como una número uno, pero nunca alcanzó el primer lugar del ranking. Se la criticaba por esa razón, porque perdía seguido con una jugadora fenomenal como Graf, porque no ganaba torneos de Grand Slam… Soportaba una presión enorme. Absurda. Pero ella respondía con títulos y más títulos. Antes de los 20 años acumulaba 14, entre ellos el Masters del ´88. Había perdido la final del Masters del año anterior con Graf, quien también la derrotó en la definición del US Open del ´88 y en el partido por la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Seúl. Gracias a Sabatini, el tenis argentino subía al segundo escalón del podio por primera vez en la historia, pero parecía que no era suficiente…

Las críticas empezaban a hacer mella en el ánimo de Gaby. En marzo de 1990 se había quedado con el torneo de Boca Raton (Estados Unidos). No era una temporada con demasiadas alegrías, pero estaba dispuesta a dar el gran golpe. Lo necesitaba. Apostó todo a ganador en el Abierto de los Estados Unidos. Hizo cambios significativos: eligió otro entrenador (se puso a las órdenes del brasileño Carlos Kirmayr), empezó a trabajar con un psicólogo deportivo (el estadounidense Jim Loher) y aceptó modificaciones decisivas en su estilo. Si quería ganar, debía aprender a jugar de otro modo. Hasta ese punto llegaba su determinación.

EL PLAN PERFECTO

Kirmayr la convenció de que era necesario abandonar los interminables peloteos desde el fondo de la cancha. Sí, claro que en esos largos intercambios terminaban imponiéndose sus golpes estéticamente perfectos y muy efectivos, pero el brasileño pensaba que las posibilidades de alcanzar el éxito podían aumentar si Gaby se mostraba más agresiva. Saque y red… a volear cada vez que se presentara la oportunidad… Una receta propicia para la velocidad del cemento del estadio Louis Armstrong de Flushing Meadows.

Debutó con un doble 6-1 sobre la local Kathy Jordan y en la segunda ronda repitió el resultado contra la francesa Isabelle Demongeot. Luego se libró 6-2 y 6-4 de la belga Sabina Appelmans -que la exigió bastante- y de la checa Helena Sukova por 6-2 y 6-1.

En los cuartos de final superó por un trabajoso 7-6 (5) y 6-4 a la georgiana Leila Meskhi (en esos tiempos jugaba bajo la bandera soviética). Sabatini tuvo que remontar un 2-5 en el tie break del primer set en una demostración de que las flaquezas anímicas que le achacaban estaban sepultadas en el pasado. Y en las semifinales dejó en el camino a su amiga Mary Joe Fernández en un partido en el que la dominicana nacionalizada estadounidense estuvo arriba 1-4, pero que terminó en poder de la argentina por 7-5, 5-7 y 6-3.

La efectividad en la red fue clave para quedarse con la final.

En la final otra vez la esperaba Graf. Su clásica rival de esa época llevaba una cómoda ventaja de 18-3 en los duelos mano a mano. Si bien la alemana había sufrido mucho ese año con las lesiones, había ganado seis torneos y alcanzado otros dos partidos por el título. Y, por si fuera poco, era la número uno del mundo. Si Gaby quería torcer la historia, debía ser más agresiva y sorprender a su rival.

LA OBRA MAESTRA

Según la estrategia diseñada por Kirmayr, Sabatini tenía que jugar pelotas altas al revés de Graf y quitarle ritmo al partido con slices que le impidieran a la alemana hacer gala de la potencia de su drive. Y, por supuesto, si alguna respuesta de su adversaria quedaba corta, salir inmediatamente hacia la red para volear. Se requería una cuidada agresividad para prevalecer.

Ese plan funcionó a la perfección en el arranque del partido. Y cuando se hacía necesario defender aparecían los passing shots cortos y cruzados para obligar a que Graf corriera en diagonal. Evitar que atacara de frente resultaba decisivo para el éxito tan deseado.

La movilidad de Sabatini contrastaba contra la incomodidad de Graf, quien no tenía ocasiones para herir con su drive. Además, había otro factor de un peso decisivo: el saque de Gaby le resultaba muy molesto a la alemana, por lo que sus devoluciones sembraban la semilla para que germinara la volea de la argentina. Sabatini se quedó con el set inicial por 6-2 en poco más de una media hora. ¡Ah! los cuatro primeros juegos también habían sido suyos…

En el segundo parcial apareció la sed de triunfo de Graf. La campeona del US Open de 1988 y 1989 perseguía su tercer título consecutivo. Se veía forzada a reaccionar a la productiva tarea de Sabatini, que ejecutaba a la perfección a las órdenes de su entrenador. Así y todo, dejó hasta la última gota de sudor -y talento- en la cancha y la paridad se hacía dueña del marcador. Llegaron a estar 4-4. Entraban en la etapa de definiciones con el suspenso en su máximo nivel.

Gaby espera el saque de la alemana. 

La soltura y la determinación con la que Gaby salió a escena para quebrarle el saque a Graf. La alemana no bajó los brazos y lo recuperó en el siguiente game. No se daban tregua. El 6-6 forzó un tie break. Para la alemana surgió la oportunidad de estirar la definición a un tercer set; la argentina no tenía otra alternativa que evitar esa posibilidad. Un partido largo no estaba contemplado en su concepción de la finalísima.

Tal vez por los nervios, Sabatini dilapidó sus dos saques después de haber arrancado en ventaja con el servicio de Graf. La bicampeona estaba 3-1. Gaby lo peleó con alma, vida y tenis y se puso 5-4. Afloró el arma de la volea -en este caso de revés- para alcanzar el primer match point. Era su turno de saque. Sacaba para ganar un Grand Slam. Sacaba para hacer historia. Buscó el drive de la alemana, quien contestó con una derecha que hizo blanco en la faja y se elevó. Graf corrió hacia el frente, pensando en presionar a la argentina, quien llegó hasta la mitad de la cancha para pegar un passing bien abierto y profundo, a la izquierda de su oponente. La pelota besó la línea. La victoria tan deseada se hizo realidad.

Gaby levantó sus brazos, saludó a Graf, a la jueza y después de recibir el aplauso de los casi 21 mil espectadores que presenciaron su consagración corrió a abrazarse con su hermano Osvaldo. Estaba viviendo su momento cubre. La niña que solo cinco años antes había asombrado al mundo se convirtió en la mujer maravilla.

El festejo tan esperado se hizo realidad: Sabatini es la única singlista argentina que ganó un Grand Slam.