La máscara como verdad
Llega desde Italia una particular adaptación teatral de ‘Rosaura a las diez’, la gran obra de Marco Denevi.
Por Flor Galano *
En tiempos donde la imagen parece devorarlo todo, resulta casi provocador pensar en una obra que decide apoyarse, justamente, en el acto de ocultar. Eso es lo que hacen Rossella Gesini y Stefano Angelucci en su adaptación teatral de ‘Rosaura a las diez’, la novela de Marco Denevi que desde hace décadas seduce a lectores, académicos y cineastas.
La reciente publicación italiana -y el impacto que tuvo en la editorial Sellerio en 2020- encendió una chispa: la de llevar a escena un texto que, paradójicamente, ya contenía en su ADN una teatralidad latente.
Teatro del Sangro es la compañía que lideran estos dos laboriosos artistas italianos, que regresan a la Argentina desde hace doce años consecutivos, nutriéndose de los teatristas locales y compartiendo su teatro abruzzese.
Angelucci, fascinado por el parentesco estilístico entre Denevi y Luigi Pirandello, detectó en la novela temas que resuenan con fuerza en la tradición italiana: el enmascaramiento, la vida posible, la vida obligada y la eterna tensión entre lo que somos y lo que mostramos. “Fue un amor a primera vista”, admite. Y no sorprende: en el universo pirandelliano, la máscara no oculta; revela.
FRAGMENTADO
Gesini y Angelucci asumieron entonces un desafío audaz: trasladar un texto polifónico -construido desde cinco puntos de vista contradictorios- a un escenario donde cada versión cobra cuerpo, gesto y voz. La estructura fragmentada se volvió brújula: cada narrador ilumina un recorte distinto, cada escena fluye hacia la siguiente como un engranaje inevitable.
No es casual que las máscaras y los títeres ocupen un lugar central en esta puesta. Gesini explica que estos elementos no sólo potencian la actuación, sino que condensan la verdad emocional de los personajes, hacen visible el mecanismo social: aquello que cubre, a veces revela. Aquello que deforma, a veces deja ver mejor. Los celos, las frustraciones, las heridas, todo aquello que en el relato aparece como sospecha o interpretación, en escena toma forma tangible.
Rosaura es, en la propuesta escénica, un sueño que se materializa apenas lo suficiente para contarse. El resto es proyección: miedo, deseo, resentimiento, celos, fragilidad.
Pero esta búsqueda no se limita al espectáculo. Es una postura frente al arte. “El arte nace de la necesidad”, dice Gesini, e insiste en el carácter artesanal del trabajo: cuerpos y voces que se transforman función tras función, personajes moldeados como arcilla fresca, sin más artificio que aquel que permite que la máscara -otra vez la máscara- funcione como llave de sentido.
En tiempos donde el teatro a veces se siente obligado a “gustar” o “llenar”, esta Rosaura propone otra cosa: una invitación a mirar más lento, más cerca y, sobre todo, con menos certezas. Porque la verdad, como bien sabía Denevi, tal vez no exista…pero el teatro puede, al menos, mostrar todas sus versiones.
* Productora local de ‘Rosaura alle dieci’, versión teatral de ‘Rosaura a las diez’, que se ofrece en idioma italiano con subtitulado en español.
Funciones: el 29 (a las 20.30) y el 30 de noviembre (a las 20) en El Excéntrico de la 18 (Lerma 420). Y del 5 al 7 de diciembre a las 20 en el teatro Belisario (Av. Corrientes 1624).
