La madurez de un artista consagrado
Gerónimo Rauch está de regreso en el país para ofrecer dos conciertos en el teatro Avenida, con un repertorio ecléctico.
Tal vez la máxima figura argentina del teatro musical internacional, junto a la gran Elena Roger, Gerónimo Rauch está de regreso en el país para brindar dos conciertos en el teatro Avenida, con un programa variado que podría decirse que lo pinta de cuerpo entero.
“‘This is me’ es eso, es una carta de presentación de quién soy como artista, de las obras que me marcaron y del camino que he recorrido”, dice sobre el título del espectáculo que subirá a escena el 7 y 8 de julio en la imponente sala de Avenida de Mayo y Salta. “Habrá doce músicos dirigidos por Tomás Mayer Wolf, varios invitados y proyecciones que me permitirán trasladar a los espectadores a los distintos musicales que voy a interpretar. Estoy poniendo todo la carne al asador, como se dice en buen argentino”.
-Será, de algún modo, una despedida momentánea de nuestro país antes de volver a embarcarse en el enorme desafío de protagonizar ‘El fantasma de la ópera’, ya no en Londres, como hace diez años, sino en España.
-En realidad, este concierto lo armamos antes de saber lo de ‘El fantasma…’ Es algo que ya tenía ganas de hacer en 2020, cuando cumplí veinte años de carrera artística, y naturalmente no pude. Pero la vida me dio ahora la posibilidad de poder hacerlo, con tiempo, con unas ganas enormes. Estoy feliz.
Tendrán presencia asegurada en el repertorio del show inolvidables canciones de ‘Los miserables’ y ‘El fantasma…’, los dos títulos con los que triunfó en el West End, y también otras de ‘Jesucristo Superstar’, ‘El hombre de La Mancha’, ‘Carousel’, “todos musicales emblemáticos que estoy seguro que a la gente les van a gustar". Entre las sorpresas habrá un segmento pop en el que Gerónimo interpretará ‘Chandelier’ (el gran éxito de la australiana Sia), algo de Whitney Houston y también de Pedro Aznar.
Como invitados confirmados figuran la soprano Carolina Gómez (con quien hará el dúo de Christine y Erik de ‘El fantasma...’), Antonella Cirillo (compartirán ‘Shallow’, de 'Nace una estrella'), Paula Chouy (‘The Greatest Showman’) y su hermano menor Marcos Rauch, quien lo acompañará en ‘The Show Must Go On’, de Queen.
VIAJERO
El último gran trabajo de Rauch en Europa fue una adaptación musical de ‘Los puentes de Madison’ estrenada el año pasado en Madrid, una experiencia que describe como “verdaderamente mágica. Fue un proyecto que parimos desde cero y montar una obra titánica como esa fue algo increíble; una producción de máximo nivel que me dejó muchos recuerdos sublimes. Robert Kincaid, mi personaje, es un hombre que viaja por el mundo y en eso me sentí muy identificado con él porque no tiene fronteras. Me enseñó además a recuperar ese momento tan emocionante de la vida en el que dos personas intentan evitar la inevitable, que es enamorarse”.
De regreso en su hogar madrileño (después de disfrutar de las vacaciones invernales junto a su hijo Gael y sus sobrinos en la Argentina), le esperan a Gerónimo seis semanas de montaje de una nueva puesta de ‘El fantasma de la ópera’ en el teatro Albeniz, con producción de LetsGo y Amigos para siempre (APS), la empresa que comparten Andrew Lloyd Webber y Antonio Banderas, nada menos. El estreno está previsto para el 3 de octubre.
“Es una puesta completamente nueva, que por supuesto respeta el guion y la música originales -aclara el artista-. Una producción sobre la que están depositados los ojos del mundo porque si funciona bien puede ser la próxima licencia que se venda a otros países e incluso que llegue a Broadway”.
-¿Cuál cree que será el gran atractivo de esta versión que dirige el italiano Federico Bellone?
-A decir verdad, sé muy poco hasta ahora. Apenas vi algunos planos del escenario. Pero considero que el atractivo seguirá siendo el mismo: se trata de una obra maestra con una partitura increíble y un guion que hace que todos se identifiquen en algún punto con ese hombre enamorado que es rechazado. La historia gira sobre un triángulo amoroso que es muy típico.
-Retoma el personaje diez años después de haberlo encarnado en Londres, aunque esta vez en castellano. ¿Qué cambió en usted como actor?
-Que ahora tengo muchas más canas (risas). Hoy tengo 45 años y considero que lo voy a abordar con otra parsimonia, porque, quieras o no, a los 35 me impulsaba otra energía, más desde el lado de la ilusión, y hoy me guía el conocimiento. El personaje me encuentra más maduro, de eso no hay duda.
-Después de tantas funciones transitadas en un rol tan intenso, ¿cómo se sigue saliendo a escena para interpretarlo cada noche?
-Es un personaje que me otorga mucha libertad porque, al ser tan inestable desde lo emocional, puede asesinar o amar con la misma intensidad. A mí me dio siempre la posibilidad de salir a escena con el estado de ánimo que tenga cada día, y con la licencia también de ir proponiendo ciertas cosas. Eso es maravilloso. Por otra parte, yo soy una persona que dentro de la repetición encuentra la magia, no soy de improvisar. Por eso, el hecho de hacer ocho funciones semanales me ha permitido perfeccionar al máximo posible mi trabajo.
CUENTA PENDIENTE
El ‘cupo argentino’ en la nueva puesta de ‘El fantasma...’ estará bien cubierto con las presencias de Rauch, Guido Balzaretti, Omar Calicchio y Silvia Luchetti, entre otros actores y creativos (son seis en total nuestros compatriotas ligados al proyecto). “Es toda gente a la que admiro un montón...¡Y somos muchos! Estoy contento”, admite el actor y cantante que supo trabajar en musicales como ‘Sunset Boulevard’, ‘Chicago’, ‘Grease’ y ‘La llamada’.
-Hoy que ha alcanzado cierta madurez de la que hablaba, ¿qué le diría al jovencito con aspiraciones artísticas que fue alguna vez?
-Estudiá piano, le diría. Es una cuenta pendiente que tengo y que espero empezar a saldar este año. Me habría servido muchísimo saber acompañarme, tener la independencia de, incluso, poder hacer un concierto solo, de piano y voz. De todos modos, a aquel Gerónimo le daría una palmadita en la espalda y le diría ’no dudes tanto, andá para adelante'.
-Sin embargo, al partir a España en 2007 y ya quedarse allá, da la impresión de haber sido un lanzado.
-Pero no lo fui, porque yo viajé teniendo trabajo (en la puesta madrileña de ‘Jesucristo Superstar’). Lo difícil es irse sin nada. Por eso valoro tanto a los argentinos que hoy están sobre un escenario, en Madrid o en cualquier otra parte, y que se fueron de aquí sin la seguridad de un empleo, sólo con la ilusión a cuestas. Yo no fui uno de ellos.
MAESTRO Y ALUMNO
-Sin duda, es usted un referente para las nuevas generaciones de artistas del teatro musical que se forman en nuestro país. ¿Es consciente de eso? ¿Cómo lo vive?
-Espero ser un buen referente para ellos. Es cierto que me escriben muchas chicas y muchachos, y yo estoy en una etapa en la que empecé a dar clases, a enseñar, a tratar de devolver algo de lo recibido. En esta vida hay un punto donde uno debe comenzar a compartir el conocimiento. Hoy siento que mi palabra ha empezado a cobrar cierto peso. Pero no quiero asumir del todo esa responsabilidad, todavía quiero seguir siendo alumno.
-¿Hubo algún momento en el que haya estado a punto de tirar la toalla?
-Sí, después de Mambrú (el grupo surgido del reality ‘Popstar’) me planteé dedicarme a otra cosa. Y hace poco, en pandemia, también. Pensé ‘bueno, quizás esta etapa mía ya se termina y tengo que empezar a buscar la estabilidad’. Porque no te olvides que esta profesión es muy inestable y la inestabilidad es agotadora, más aún cuando tenés un hijo al que cada decisión que tomes le afecta la vida. Por eso en pandemia llegué a pensar en buscar otro rumbo, pero después el proyecto de ‘Los puentes de Madison’ comenzó a tomar forma y ahí volví a la vida.
-¿Qué hubiese hecho si se decidía a dejar la música y el teatro?
-A mí me sigue gustando la publicidad, que es lo que estudié, pero también me atrae la producción. Creo que ese sí va a ser mi camino. A partir de ‘Los puentes de Madison’ he empezado a generar proyectos, y ese es ahora mi objetivo. No solamente estar sobre el escenario sino aportar mi pasión y mi conocimiento desde la dirección o el armado de algún espectáculo, aunque yo no actúe.