‘El cuadro robado’ cuenta una historia real en clave de thriller
La lupa sobre el arte saqueado
‘El cuadro robado’ (‘Le Tableau volé’, Francia, 2024). Dirección y guion: Pascal Bonitzer. Actores: Alex Lutz, Léa Drucker, Arcadi Radeff. Duración: 91 minutos. Clasificación: apta para mayores de 13 años.
Siempre lo mejor de este estilo de filmes es la historia que hay detrás. La realidad. Y desde ahí, poder retroceder en el tiempo o comparar con la actualidad. Son esas películas que se complementan con Google o con alguna enciclopedia y que terminan siendo mucho más valiosas con la fotografía completa y con la individualización de cada uno de los personajes y la constatación de los objetos reales.
Pascal Bonitzer (‘Le Grand Alibi’, ‘Right Here Right Now’) dirige este filme que cuenta en paralelo diversas historias de mayor y menor importancia. Una es la aparición del cuadro de Egon Schiele ‘Los girasoles marchitos’, el cual se creía perdido o destruido por el nazismo luego de haber sido saqueado en 1939 en plena Segunda Guerra Mundial. Otra, el derrotero que vive el prestigioso subastador de arte André Masson (Alex Lutz) desde que descubre la veracidad del cuadro de Schiele, al que le daba el 99 por ciento de posibilidades de ser falso; y su batalla interna en un mar de tiburones que pretenden engañarlo con cuestiones burocráticas, mientras su vida personal cae en la soledad del desprecio ajeno. Por último, la historia a la que el director le da menos importancia y deja al filme rengo, la del dueño del cuadro, un intrascendente joven obrero de la alejada ciudad de Mulhouse, en la frontera de Francia con Suiza, quien contacta a una abogada para tasar el cuadro que tiene en una opaca habitación de su casa. Sus miradas incrédulas son, sin duda, lo más emotivo del filme y en su no actuación brilla.
La ansiedad por saber si lo van a estafar o no es la columna vertebral de una cinta que nunca descarrila de los tiempos lógicos del thriller. El problema es que la decisión de dejar el mundo que circunda a Martin Keller por debajo del efervescente y ciclotímico marchand hace decaer la atención. Por ello, hasta aquí, un filme regular.
DEGENERADO
Pero ‘Un cuadro robado’ levanta por los datos que conlleva. Egon Schiele fue un pintor austríaco que vivió apenas 28 años. Nació en 1890 y murió en 1918, a causa de la gripe española. ‘Los girasoles marchitos’ fue pintado en 1914 y muestra la depresión europea que antecede al inicio de la Primera Guerra Mundial. Es un homenaje lúgubre a ‘Los girasoles’ de Van Gogh, que sobrevivió a la existencia de su autor gracias a su amigo Karl Grünwald, un coleccionista judío vienés quien en pleno inicio del Holocausto intentó huir de Polonia, donde residía. Su plan era pagar todos los visados para llegar a Estados Unidos con su colección de cincuenta cuadros, entre ellos el de su amigo Egon. Karl fue atrapado por la Gestapo y sus cuadros, saqueados por los más altos jerarcas nazis. Cómo llegó a la habitación de un obrero de Mulhouse y fue descubierto en 2006 quedará para la imaginación.
Otro ítem que deviene de este cuadro que terminó siendo subastado junto a uno de Pablo Picasso, es el concepto de “arte degenerado”, que engloba todas esas piezas de arte de las que hay registro fotográfico previo al nazismo, pero que no se encontraron más, ya sea porque fueron destruidas o por estar circulando en el mercado ilegal. Ejemplo de esto es el cuadro que apareció recientemente en Mar del Plata, descubierto por periodistas holandeses luego de verlo en un aviso clasificado de una casa que se vendía en la ciudad balnearia.
Con esta información, el filme de Bonitzer toma otro cuerpo, por sobre la altanería de su protagonista o la clandestina historia de amor de su socia y exmujer, Bertina (Léa Drucker). En el epílogo, el primer plano de Arcadi Radeff en su rol de Martin Keller es todo.
Calificación: Buena