SIETE DIAS SOBRE EL GLOBO

La lucha electoral convulsiona la economía y el Congreso

La pulseada de Milei y los banqueros generó un estrés monetario que enfriará la economía. La oposición política quiso romper el equilibrio fiscal desde el Congreso, pero sin demasiado éxito

Las elecciones se acercan y la mayor parte de la dirigencia admite en reserva que el gobierno superará la prueba. Por eso se multiplican los desafíos de una oposición multiforme que durante la semana que acaba de concluir asumió dos caras en apariencia contradictorias: una, la de la banca, la otra en el mercado financiero, la otra, la de los políticos atrincherados en el Congreso.

En ambos casos el gobierno respondió las ofensivas fortaleciendo la gobernabilidad, aunque no pudo evitar los costos.

Frente a los banqueros consiguió el lunes un importante triunfo al lograr la renovación de deuda en pesos y colocar papeles por casi cuatro billones en una licitación fuera de agenda, porque la semana anterior las entidades no habían querido “rollearle” todas sus acreencias.

Su intención era quedarse con pesos para convertirlos en dólares (lo que habría disparado la cotización), pero el equipo económico subió los encajes con lo que secó la plaza. La nueva deuda vencerá después de las elecciones. En esa instancia el horizonte político será seguramente distinto.

El secretario de Finanzas, Pablo Quirno, festejó en público la jugada. “Esta licitación contribuye -aseguró- a completar el objetivo de absorción monetaria”. Consecuencia: ningún peso fue a la calle. Se materializó un plan “antiplatita”, exactamente lo contrario de lo que suele hacer los políticos criollos en vísperas electorales para asegurarse que el consumo vuele.

Otra rareza de la administración libertaria.

No todo, sin embargo, fue positivo para el presidente en ese terreno: la medida tiene un costo prácticamente asegurado: tasas altas y enfriamiento de la actividad.  Pero el componente recesivo contribuirá a achatar la curva inflacionaria, ratificando la política fundamental del presidente: terminar con la suba de los precios.

Pero la baja de la inflación no sólo depende del torniquete monetario. Exige equilibrio fiscal por lo que la oposición parlamentaria puso en marcha una serie de iniciativas para destruirlo. Iniciativas de distinta magnitud, pero con un elemento en común: el aumento del gasto público para hacer imposible el superávit.

Lo sucedido durante las últimas semanas en ese plano en el Congreso no tiene antecedentes. La oposición había sancionado cuatro leyes que Milei vetó, pero sólo pudo insistir con una: la que aumenta el gasto en discapacidad. Llamativamente el área en la que se conocieron explosivas denuncias de corrupción que afectan a la hermana del presidente, Karina Milei. Una caja negra que se empieza a destapar en plena campaña.

La espontánea coalición parlamentaria formada por kirchneristas, peronistas, UCR, cívicos, trotskistas, provinciales y otros pasajeros de un arca en la cual los políticos se amontonaron para sobrevivir al diluvio libertario no pudo, sin embargo, rechazar los vetos presidenciales al aumento de las jubilaciones, la moratoria previsional y la emergencia declarada para Bahía Blanca a causa de una catástrofe climática.

En estos casos hubo sin duda un entendimiento tácito de la Casa Rosada con gobernadores que los opositores más encarnizados (kirchneristas y radicales) denunciaron en el recinto. Así como “pecunia non olet”, los ATN carecen ideología. Moraleja: los opositores no lograron la mayoría exigida por la Constitución para rechazar los vetos.

En el Senado, en tanto, la oposición, abrumadoramente mayoritaria, sancionó proyectos que aumentan el gasto sin financiamiento genuino y rechazó cinco decretos que disolvían o reestructuraban organismos públicos superpoblados. La facultad para dictar cuatro de esos cinco decretos le había sido delegada al Ejecutivo por el propio Congreso, lo que ratifica –si hiciera falta—que cuando llegar el momento de recortar el gasto público la dirigencia no afloja ni un centavo. Las cajas son sagradas.

En los hechos, lo ocurrido en el Palacio de las Leyes fue un absurdo institucional más. Diputados y senadores pretendieron manejar fondos arrogándose el poder administrador del Estado que la Constitución pone en cabeza del Ejecutivo. Un despropósito gatillado por un motivo insólito: la hermana del presidente había armado las listas de candidatos para octubre purgándolas de radicales, peronistas, liberales, provinciales y dirigencia de toda extracción que intentaba sobrevivir bajo el manto del oficialismo.

La armadora nacional del oficialismo no aceptó a “la casta”, lo que derivo de manera inevitable en el aislamiento político del gobierno. De lo que se deduce que el Congreso seguirá aprobando iniciativas contrarias a la gobernabilidad y al plan económico hasta que se produzca la renovación el próximo 10 de diciembre (ver “Sorpresa en CABA”). Hasta el momento los gastos sin financiamiento aprobados por la oposición no produjeron daño económico, sólo ruido mediático, pero para la instalación de las nuevas cámaras restan aún más de tres meses.