Detrás de las noticias

La impronta cíclica de la realidad argentina

POR JUAN RUIZ

Se pueden inventar muchas cosas para disfrazarlo, pero que a partir de ahora el gobierno de EE.UU. toma el comando de la economía argentina es indisimulable por donde se lo mire.

Un Presidente de nula experiencia en los meandros de la política que llega al poder montado en un clima de hartazgo generalizado y exacerbando la imaginación de miles de consumidores de comics con su conducta cuasi autista conduce al país a un desfiladero que termina en el abrazo del oso del gobierno norteamericano.

Podría ser una serie de Netflix, pero lamentablemente es nuestra triste realidad que nos devuelve a los primero años de este siglo en un atrapante corsi et ricorsi que fascinaría al mismísimo Giovanni Vico y simultáneamente muestra descarnadamente la continuidad en el tiempo de la política exterior norteamericana.

Sobre finales del gobierno de Fernando De la Rúa los avatares de la política argentina eran seguidos con curiosidad por los sectores de poder del país del norte que miraban a los políticos de la Argentina como una murga de payasos descontrolados que habían convertido a la nación en un circo inmanejable.

Seguramente ver al presidente de la República vestido como un rockstar agitándose desatado sobre un escenario propio del mundo del espectáculo no contribuye a disipar esa percepción.

Volviendo al 2002, la visión del desmadre era tal que movió a Paul O’Neil, por entonces secretario del Tesoro del gobierno de George Bush, a referirse sugerentemente, en una reunión con altos empresarios, a la posibilidad de intervenir en forma directa desde EEUU en las decisiones económico-financieras de la Argentina como remedio a sus continuos desbarajustes

Contemporáneamente y en coincidencia con esa línea de pensamiento el economista alemán Rudinger “Rudi” Dornbursch –curioso que ningún analista se haya acordado de él– propuso directamente, en un trabajo titulado “Argentina, un plan de rescate que funcione”, que la Argentina ceda transitoriamente su soberanía en el manejo de los asuntos financieros para poder logar la estabilidad que permitiera ordenar los asuntos públicos.

Este episodio actual en el que solapadamente los Estados Unidos a través de su emisario Bessent controlan los resortes cambiarios, monetarios y financieros del país bajo el eufemismo de una ayuda amistosa podría titularse “Lo que Bush no pudo Trump lo logró”.

Por cierto que las circunstancias actuales se diferencian notoriamente de las graves convulsiones sociales y económicas que atravesaba la Argentina en ese momento tanto como se diferencia la solidez política de quien estaba a cargo del Poder Ejecutivo, que obviamente rechazó de plano tal injuriosa proposición que sugería la imposibilidad de que los dirigentes nacionales enderezaran el barco, proposición luego desmentida por la historia.

Pero tal como en aquella época, la pretensión del gobierno norteamericano excedía la simple idea de ordenar las cuentas de nuestro país pasando por sobre su soberanía y estaba como hoy dirigida a objetivos geoestratégicos como es ahora el de convertir a la Argentina en un recurso propio más en la guerra comercial desatada por Trump.

Eso porque obviamente el manejo de la política monetaria, cambiaria, fiscal y financiera de la Argentina por los procurators regis norteamericanos lleva implícito el condicionamiento de la relaciones exteriores como obscenamente anticipó como exigencia el titular del Tesoro respecto de China, que si bien está en línea con el obtuso pensamiento del gobierno argentino no deja de ser un serio obstáculo en las relaciones comerciales con ese país altamente necesarias para mantener la balanza comercial en niveles sustentables.

Incluso ese condicionamiento podría afectar el eje de las alianzas estratégicas de esta parte del continente pudiendo hasta incidir bajo cuerda en la marcha de convenios internacionales gestados con la Unión Europea en el ámbito del Mercosur.

En rigor de verdad no hay mucha diferencia entre lo que proponía Lenin y lo que propone esta irrupción norteamericana respecto de la moneda y las finanzas, ya que si bien no pretende destruir al capitalismo como el político ruso a nadie con un poco de visión política se le puede escapar que el poder sobre la economía que representa esta respiración artificial celebrada por el gobierno pronto se extenderá a otras áreas de decisión soberana, porque como decía Bertrand el poder tiene una naturaleza intrínseca a la expansión y una vez que el poder se establece, busca constantemente aumentar su alcance y control sobre la sociedad, independientemente de la forma de gobierno.

DIMENSION PELIGROSA

Por ello es de esperar que los representantes del pueblo terminen con sus riñas de vecinos y comprendan la peligrosa dimensión de esta concesión gubernamental disparada por la impericia y la cerrazón de una conducción que no cesa de mirarse el ombligo y encerrarse en sus dogmas aún viendo que sus recetas que juzga infalibles están poniendo de rodillas al país ante el poderoso estado del norte.

Y que la tranquilidad transitoria brindado por un auxilio financiero que requiere fuertes muestras de subordinación no silencie vergonzosamente la voz de un pueblo soberano para dar institucionalmente la respuesta que merece tamaña descarada exhibición de desprecio hacia la libertad y el derecho a la autodeterminación de la Argentina, porque tal actitud no sólo sería indigna de su historia sino que augura mayores desgracias futuras para la Nación.