UNA MIRADA DIFERENTE

La horrible imagen en el espejo de los cuadernos

El juicio que va a comenzar sobre la tristemente famosa causa también es una radiografía dolorosa que refleja lo peor del país con todos los gobiernos.

El desencajonamiento y avance de la escandalosa Causa de los cuadernos, que yacía dormida complaciendo gentiles gestiones de sus protagonistas, (o procesados) vuelve a sembrar la inquietud entre los autores del colosal fraude al país, a minutos de iniciarse el juicio correspondiente. que puso en evidencia que la casta no está conformada solamente por políticos, funcionarios y miembros del poder judicial, sino por la flor y nata de nuestros prohombres empresarios. 

Se recordará que varios de los imputados ya han reconocido su participación en el delito durante la investigación correspondiente, y varios solicitaron se los considerase formal o informalmente como arrepentidos o imputados colaboradores y procedieron a declarar en consecuencia. También se recordará que posteriormente los imputados fueron variando sus declaraciones, tratando de demostrar que habían sido presionados por los funcionarios kirchneristas para “hacer donaciones al partido”, y que la confesión de su participación en los hechos se debía a que habían sido intimidados por las autoridades policiales. (Un recurso habitualmente usado por Robert De Niro, Joe Pesci, James Gandolfini y otros grandes intérpretes cinematográficos de mafiosos)

En tren de recordar, debe mencionarse que mientras por un lado se acusa a varios funcionarios de haberse beneficiado con “contribuciones directas” de los empresarios, por otro se acusa a los empresarios de haberse cartelizado para ganar las licitaciones de obras públicas conque el Estado adjudicaba esas tareas.

El tema es más complejo de lo que parece. La acusación es que la mismísima Cámara de la Construcción con el aval de su presidente, determinaba, de común acuerdo con sus afiliados, qué empresas participaban en cada llamado, y quién ganaba la licitación, es decir, que las empresas perdedoras debían cotizar más caro que el ganador designado en cada caso. Un fraude no menor, en toda la regla. 

LA CAMARITA

A su vez también se involucró en esa tarea delictiva la que se llamaba entre los delincuentes La camarita, la Cámara Argentina de empresas viales. Todo esto ha sido corroborado por las declaraciones de dos presidentes de la Cámara de Construcción, que además precisaron dónde se reunían los empresarios para realizar esos acuerdos, a la vez que se ofrecieron como colaboradores arrepentidos o similares trucos indios. 

Lo que no ha sido comprendido en profundidad por la sociedad, es que ahí no terminaba el fraude. El precio que cobraba el ganador era luego incrementado por reclamos al Estado, atrasos deliberados en los pagos, cambios de lo que se establecía en el pliego, modificaciones, juicios mutuos que siempre perdía el país, que, como se sabe, se caracteriza por su alta capacidad para perder todos los juicios en que participa, o dejar caer los plazos, tarea a la que se dedican miles de abogados que el estado tiene contratados supuestamente para defenderlo. (Cualquier parecido con el juicio de Eskenazi contra YPF es pura coincidencia)

Esa segunda parte del fraude, que era la más jugosa del negocio, es la que generaba los pagos para ganar la buena voluntad o la ceguera de los funcionarios, tarea de la que se acusa de haber estado encargado al exministro Julio De Vido. 

Se recordará también que el empresario industrial más importante del país, comprendido dentro de los beneficiarios de esta operatoria -además de haber conseguido aparecer en televisión dando un discurso magistral sobre el futuro de Argentina a las pocas semanas de destaparse el hecho -envió a prisión preventiva en su lugar a uno de sus funcionarios, seguramente una reminiscencia del reinado de Luis XIV, cuando los nobles y pudientes condenados por algún delito grave a servir en galeras, podía enviar un súbdito a que lo reemplazara en esa tarea.  

Ahora, utilizando una posibilidad legal pensada para ser aplicada en casos menores, una cuarentena de imputados y funcionarios está ofreciendo liberarse de todo castigo mediante el pago de una suma estimada en 60 millones de dólares. Para ponerlo de modo comprensible, los que coimearon a los funcionarios están ahora tratando de coimear al país para que no los penalice. Una ofensiva wergild de la vieja Alemania. Por supuesto que la suma ofrecida no guarda relación alguna con los sobreprecios y ajustes cobrados, que deberían reembolsarse además de la pena a cumplir. 

Es de esperar no sólo que la oferta sea rechazada en nombre de la imprescindible moral pública y como un ejemplo del rechazo a un formato que tiene muchísimo que ver con el descontrol del gasto público y como correlación inmediata con la inflación. También como señal de respeto a la sociedad y a todos los empresarios medianos y pequeños que hacen una tarea decente y sacrificada. 

PRACTICAS ARGENTINAS

Hay, sin embargo, una aclaración que es fundamental hacer. Si bien este caso en particular se refiere al accionar durante el kirchnerismo, estas prácticas, con igual o parecido formato, datan de siete u ocho décadas. Y no se limitan solamente a obra pública. Abarcan a los períodos de todos los gobiernos, inclusive al actual. Están presentes en todos los formatos de contrataciones que hace el Estado nacional, provincial y municipal. 

Desde los contratos petroleros a la minería, desde las tercerizaciones de cualquier cosa a los subsidios, desde las adjudicaciones de explotación de peaje a cualquier servicio. Laboratorios, concesiones de trenes y subtes. El monumental negocio de los developers que se basa en coimear al Estado para que cambie la zonificación. Los desvergonzados monopolios de comunicaciones, El 10 o 20% que se menciona en el caso de la causa de los cuadernos es una cifra moderada al lado de la realidad, sobre todo porque en muchos casos la prestación, la construcción, el bien o servicio que se licita, no existe, nunca se construye o se presta, o se lo hace de un modo incompleto, imperfecto, fuera de lo pactado o simplemente no sirve para nada. 

Como a medida que pasan los años el sistema se perfecciona, se generaliza, se naturaliza y cunde,  la cantidad y monto de sobreprecios es creciente, y también lo es el gasto inútil o injusto, que se hace al solo efecto de justificar el sobreprecio o la coima. 

Como la corrupción es un fenómeno multipartidario, también las leyes y reglamentos están hechos para facilitar estas prácticas. Por ejemplo la ley que obliga a que toda participación de una empresa extranjera en una licitación de importancia sólo sea posible si lo hace asociada a una empresa nacional. Garantía de corrupción. Cuando Estados Unidos endureció su política contra las coimas y la colusión de sus empresas en cada país, Argentina volcó sus licitaciones hacia jurisdicciones más permeables a estos favores. Un modesto ejemplo del resultado es Odebrecht y sus negocios en Argentina. 

El argumento de que “estábamos obligados a coimear para poder operar”, no es válido ni tolerable. Aceptar ese concepto entronizaría la ley del más fuerte, o del más corrupto, si se prefiere, basado en la lucha por la supervivencia y la obligación de seguir existiendo en un medio delictivo. 

Por supuesto que la Justicia ha hecho su parte para llegar a esta situación. Pero es un gran error atribuir solamente a los partidos, a los políticos o a las instituciones la culpa de la existencia de estos mundos paralelos. El sector privado que mussolianamente transa con el Estado día a día como única manera que conoce de hacer negocios tiene buena parte de la responsabilidad, a la vez que no tiene el menor interés en que la situación cambie, porque no sabe trabajar de otro modo.

Hay muchas maneras de lograr el mismo objetivo. Por ejemplo influyendo en el proteccionismo, el tipo de cambio, las reglamentaciones aduaneras, la inflación. Un alto costo para el consumidor. Y al crecimiento. El mismo Mercosur funciona así. Ver el ejemplo de los textiles para entender el punto. Todo en nombre de la patria y la industria nacional. Como otrora los astilleros o las fábricas de submarinos. 

EL GASTO MULTIPARTIDARIO

Ojalá hubiera cuadernos para cada una de estas prácticas. Ojalá se pudiera separar lo que son decisiones de gobierno, motivadas por ideologías o convicción, de lo que es corrupción lisa y llana. Sería muy útil en casos como las ventajas que se otorgan a países que resuelven sus problemas de salud, de educación o de desempleo mandando sus necesitados a este país. ¿No tiene precio eso?  ¿Quién lo percibe? Tampoco es nuevo, ni exclusivo del kirchnerismo. 

¿Se puede pensar en un Estado eficiente en esas condiciones? ¿Se puede pensar en inversores que no lo hagan con el fin de ganar plata de cualquier modo? Obsérvese los grandes inversores de los últimos años en energía, minería y petróleo. Mire sus nombres. Sus procedencias. Quiénes son. A quien responden, para quién trabajan, con quiénes se asocian, a quiénes prestan sus nombres, qué acuerdos y contratos tienen con el estado y de qué medidas se benefician. De donde provienen su capital. El juicio por YPF está prácticamente perdido porque varios gobiernos se negaron a plantear como defensa incontrastable el delito original contenido en la venta de las acciones de Repsol a un testaferro repartidor. Tampoco la prensa de ninguna tendencia lo hizo contundentemente.

Parecerá exagerado, pero no es un despropósito sostener que la mitad del gasto en todas las jurisdicciones y del costo país es costo de la corrupción o es culpa de la corrupción. Ese es el gasto que hay que bajar. El gasto multipartidario. El que la sociedad ha naturalizado y los individuos envidian e imitan a su nivel. El que provoca burlas para quien promueve combatirlo. 

Un viejo chiste popular dice que alguien le recriminó a Dios por haber favorecido a Argentina con tantas ventajas de clima, suelo, materias primas, mar, minería, petróleo, talento, etc. Según la broma, Dios le responde: “Pero en compensación puse a los argentinos”. No es cierto: en compensación puso la corrupción, capaz de anular todo lo demás.