Opinión
La historia es maestra de vida y escuela de soberanía (Primera Parte)
Reflexiones para el 178° Aniversario del Combate de la Vuelta de Obligado.
Por Jorge Martín Flores*
Recuerdo cómo en una clase de historia del entonces nivel polimodal mi entrañable profesor de historia y hoy amigo Diego Liniers me daba una de sus varias lecciones de vida que atesoré en mi corazón para siempre y que definieron mi vocación. Explicando la crisis propia década infame de los años ‘30 en la Argentina y la entrega generada por el Pacto Roca-Runciman de 1933, nos relacionaba los eventos del pasado con la actualidad.
Mi conclusión -incontenible- fue expresar en voz alta lo siguiente: “¡No aprendimos nada Diego!”. Él me miró con calma y me dijo: “¡Claro que sí! ¿Y eso… qué significa para vos Jorgito?” Me preguntó. Y le respondí dubitativo con otra pregunta: ¿Que la historia se repite? Y me dijo: “No exactamente… la historia continúa”.
¿FICCIÓN O REALIDAD?
Pude comprobar con tristeza un hecho evidente: la historia de la humanidad, y especialmente nuestra historia argentina, es continuidad de injusticias. Veamos simplemente a nuestro alrededor. Sin orden no hay justicia y sin justicia no hay paz, pues ésta es la tranquilidad en el orden, enseña San Agustín. Y sin esta justicia que conduce a la búsqueda del bien común, la soberanía de las patrias, suelen ser pasadas por alto y pisadas desde lo alto.
Cuando hablamos de soberanía nos referimos al ejercicio pleno del poder por parte de un Estado independiente sobre su pueblo y suelo, aire y mar, sus respectivos recursos naturales; y su consecuente defensa material y espiritual, es decir, de mantener la dignidad del ser nacional forjado en la historia, en nuestro caso de argentinos, en una historia épica.
Entonces, es evidente que la soberanía nacional argentina se encuentra constantemente conculcada bajo un pulpo cuyos múltiples tentáculos se llaman deuda externa, colonización ideológica y cultural, movimientos secesionistas, entrega e hipoteca del patrimonio nacional, pactos inicuos, paraguas grotescos y burlones, corrupción generalizada, leyes inicuas, falsos modelos y referentes, falta de conciencia nacional, desarme material y espiritual, pobreza, hambre, decadencia moral y vacío existencial. Muchas veces de forma oculta y en otras veces deja entrever su rostro: el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.
Para dar solamente un ejemplo concreto, el radar británico instalado este año con permiso del gobierno de turno en Tierra del Fuego -en el contexto de una invasión y usurpación prolongada de las Islas del Atlántico Sur con la pretención de proyección antártica- es un claro ejemplo de esta descarada violación soberana.
Y peor aún, el acta n° 16 del Senado de la Nación que se acaba de aprobar el 28 de septiembre del corriente con 52 votos a favor, 0 en contra, 0 abstenciones y 20 ausentes, dando “Autorización para la entrada de tropas extranjeras y salida de fuerzas nacionales” en el territorio nacional (https://www.senado.gob.ar/votaciones/detalleActa/2430) y más aún este contexto de gravedad internacional, no refleja un panorama alentador.
Como siempre, lo más doloroso no suele ser la sutil, pícara y oportunista conquista del extranjero, del pirata de siempre, sino la supina y continua voluntad de coloniaje propia la dirigencia, hecha política de Estado, sea del color que sea. La chantocracia diría mi amigo Franco Ricoveri. Y peor aún, la consecuente desinformación, ignorancia y/o desinterés de la mayoría de la población de las reales, verdaderas e imperiosas problemáticas de nuestra Patria.
En fin, como enseñaba el Padre Castellani: "El que no respeta mucho las palabras, no respeta mucho las ideas. El que no respeta mucho las ideas no respeta mucho la Verdad. Y el que no ama enormemente la Verdad, simplemente se queda sin ella. No hay peor castigo".
HAY ESPERANZA
Sin embargo, por la gracia de Dios, que es el Señor de la historia y que permite el mal para sacar el bien mayor; la historia no es exclusivamente la continuidad de injusticias, sino también de causas justas que han dejado huellas en los corazones de un pueblo. Especialmente con el ejemplo de sus héroes y heroínas que con su entrega y sacrificio han marcado una senda de nobleza e hidalguía.
Porque como me ha dicho el querido amigo Manuel Angel Villegas VGM, “la basura no puede tapar la gloria”. Pues los ejemplos heroicos han vencido el paso del tiempo y nos sirven de guía para la vida cotidiana, personal, familiar, grupal y social. Porque la historia es maestra de vida como dijo Marco Tulio Cicerón: “La Historia es genuina testigo del tiempo, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de vida y mensajera de la antigüedad”.
Y como tal, es tradición porque es la herencia y legado vivo que se ha transmitido de una generación a otra en forma de fuego sagrado, el cual define a una comunidad histórica (pueblo) dándole una identidad y un sentido de unidad entre el pasado (para conocerlo), el presente (para comprenderlo) y el futuro (para soñarlo y proyectarlo).
TRES GESTAS
Aquí se enmarcan nuestras líneas: hay una continua, trascendente e inclaudicable ruta del honor y de la gloria que han trazado nuestros héroes como norte a seguir en la búsqueda del bien común temporal y sobrenatural.
Y esta ruta la encontramos representada por tres grandes gestas en defensa de nuestra soberanía nacional contra el mismo adversario de siempre y que por su contenido esencialmente épico, sirven de faro resplandeciente en medio de la hora oscura de nuestros tiempos. (Continuará).
(*) *Profesor de Historia. Vicepresidente del Movimiento Jóvenes por Malvinas. Diplomado en Conducción y Liderazgo Sanmartiniano por la Escuela Superior de Guerra Conjunta.
Recuerdo cómo en una clase de historia del entonces nivel polimodal mi entrañable profesor de historia y hoy amigo Diego Liniers me daba una de sus varias lecciones de vida que atesoré en mi corazón para siempre y que definieron mi vocación. Explicando la crisis propia década infame de los años ‘30 en la Argentina y la entrega generada por el Pacto Roca-Runciman de 1933, nos relacionaba los eventos del pasado con la actualidad.
Mi conclusión -incontenible- fue expresar en voz alta lo siguiente: “¡No aprendimos nada Diego!”. Él me miró con calma y me dijo: “¡Claro que sí! ¿Y eso… qué significa para vos Jorgito?” Me preguntó. Y le respondí dubitativo con otra pregunta: ¿Que la historia se repite? Y me dijo: “No exactamente… la historia continúa”.
¿FICCIÓN O REALIDAD?
Pude comprobar con tristeza un hecho evidente: la historia de la humanidad, y especialmente nuestra historia argentina, es continuidad de injusticias. Veamos simplemente a nuestro alrededor. Sin orden no hay justicia y sin justicia no hay paz, pues ésta es la tranquilidad en el orden, enseña San Agustín. Y sin esta justicia que conduce a la búsqueda del bien común, la soberanía de las patrias, suelen ser pasadas por alto y pisadas desde lo alto.
Cuando hablamos de soberanía nos referimos al ejercicio pleno del poder por parte de un Estado independiente sobre su pueblo y suelo, aire y mar, sus respectivos recursos naturales; y su consecuente defensa material y espiritual, es decir, de mantener la dignidad del ser nacional forjado en la historia, en nuestro caso de argentinos, en una historia épica.
Entonces, es evidente que la soberanía nacional argentina se encuentra constantemente conculcada bajo un pulpo cuyos múltiples tentáculos se llaman deuda externa, colonización ideológica y cultural, movimientos secesionistas, entrega e hipoteca del patrimonio nacional, pactos inicuos, paraguas grotescos y burlones, corrupción generalizada, leyes inicuas, falsos modelos y referentes, falta de conciencia nacional, desarme material y espiritual, pobreza, hambre, decadencia moral y vacío existencial. Muchas veces de forma oculta y en otras veces deja entrever su rostro: el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.
Para dar solamente un ejemplo concreto, el radar británico instalado este año con permiso del gobierno de turno en Tierra del Fuego -en el contexto de una invasión y usurpación prolongada de las Islas del Atlántico Sur con la pretención de proyección antártica- es un claro ejemplo de esta descarada violación soberana.
Y peor aún, el acta n° 16 del Senado de la Nación que se acaba de aprobar el 28 de septiembre del corriente con 52 votos a favor, 0 en contra, 0 abstenciones y 20 ausentes, dando “Autorización para la entrada de tropas extranjeras y salida de fuerzas nacionales” en el territorio nacional (https://www.senado.gob.ar/votaciones/detalleActa/2430) y más aún este contexto de gravedad internacional, no refleja un panorama alentador.
Como siempre, lo más doloroso no suele ser la sutil, pícara y oportunista conquista del extranjero, del pirata de siempre, sino la supina y continua voluntad de coloniaje propia la dirigencia, hecha política de Estado, sea del color que sea. La chantocracia diría mi amigo Franco Ricoveri. Y peor aún, la consecuente desinformación, ignorancia y/o desinterés de la mayoría de la población de las reales, verdaderas e imperiosas problemáticas de nuestra Patria.
En fin, como enseñaba el Padre Castellani: "El que no respeta mucho las palabras, no respeta mucho las ideas. El que no respeta mucho las ideas no respeta mucho la Verdad. Y el que no ama enormemente la Verdad, simplemente se queda sin ella. No hay peor castigo".
HAY ESPERANZA
Sin embargo, por la gracia de Dios, que es el Señor de la historia y que permite el mal para sacar el bien mayor; la historia no es exclusivamente la continuidad de injusticias, sino también de causas justas que han dejado huellas en los corazones de un pueblo. Especialmente con el ejemplo de sus héroes y heroínas que con su entrega y sacrificio han marcado una senda de nobleza e hidalguía.
Porque como me ha dicho el querido amigo Manuel Angel Villegas VGM, “la basura no puede tapar la gloria”. Pues los ejemplos heroicos han vencido el paso del tiempo y nos sirven de guía para la vida cotidiana, personal, familiar, grupal y social. Porque la historia es maestra de vida como dijo Marco Tulio Cicerón: “La Historia es genuina testigo del tiempo, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de vida y mensajera de la antigüedad”.
Y como tal, es tradición porque es la herencia y legado vivo que se ha transmitido de una generación a otra en forma de fuego sagrado, el cual define a una comunidad histórica (pueblo) dándole una identidad y un sentido de unidad entre el pasado (para conocerlo), el presente (para comprenderlo) y el futuro (para soñarlo y proyectarlo).
TRES GESTAS
Aquí se enmarcan nuestras líneas: hay una continua, trascendente e inclaudicable ruta del honor y de la gloria que han trazado nuestros héroes como norte a seguir en la búsqueda del bien común temporal y sobrenatural.
Y esta ruta la encontramos representada por tres grandes gestas en defensa de nuestra soberanía nacional contra el mismo adversario de siempre y que por su contenido esencialmente épico, sirven de faro resplandeciente en medio de la hora oscura de nuestros tiempos. (Continuará).
(*) *Profesor de Historia. Vicepresidente del Movimiento Jóvenes por Malvinas. Diplomado en Conducción y Liderazgo Sanmartiniano por la Escuela Superior de Guerra Conjunta.