Claves de la seguridad

La grotesca interna entre Berni y Frederic

En la tercera presidencia de Cristina Fernández la Seguridad Interior se ha ido deteriorando en forma vertiginosa. Tal como ocurre con todos los indicadores de calidad de vida, la inseguridad es mucho peor de lo que llegan a mostrar los medios. De por sí compleja y magnificada por el gobierno que la esgrime como excusa histérica al pretender la suma del poder público, atribuyéndose poderes que los constituyentes no le otorgaron, la omnipresencia de la pandemia sirve de alfombra bajo la que se disimula la basura. Un telón de ignorancia, miedo e incertidumbre que ahonda la confusión de una sociedad extraviada y a la que todos los actores institucionales le esconden la brújula.

Con el golpe de Estado kirchnerista del 19 de marzo de 2020, que so pretexto de pandemia dejó sin efecto la Constitución Nacional al subordinarla a la voluntad del gobierno, tanto la Corte Suprema de Justicia de la Nación como la oposición parlamentaria desertaron de sus funciones. O, mejor dicho: han vuelto a desertar, ya que hace más de una década juegan al distraído mientras un órgano constitucional, el Defensor del Pueblo de la Nación, que tiene legitimación procesal activa para causas de interés colectivo y sería un actor al que los ciudadanos podríamos recurrir en estas circunstancias, se encuentra acéfalo y por lo tanto inutilizado con la consiguiente indefensión ciudadana.

Para que se entienda bien: hace más de 10 años que ese órgano constitucional es otra inútil burocracia estatal que no cumple ninguna función. Sólo unos pocos tienen conciencia de la gravedad institucional de esa acefalía, que debería ser un escándalo mayor y constante. Sin embargo, no sale en la tapa de los diarios, no se comenta en los programas políticos, ni siquiera conmueve en las facultades de Derecho, con lo cual no figura en la agenda de la política.

VIENEN ELECCIONES

Y por si no bastara lo que encubre el uso político de la pandemia se avecinan elecciones. Significa que la chance de solución a cualquier problema se pospone hasta que la casta política haga su periódico reparto de cargos. Claro que luego de la farsa electoral, con la que un sistema representativo viciado aparenta legitimidad, los problemas se seguirán agudizando. Porque la política argentina es un absurdo de totalitarios y progres. 

Así, mientras la imposición retroactiva a los monotributistas demuestra el empeño en destrozar la seguridad jurídica retrocediendo, una y otra vez, a discutir cuestiones preconstitucionales, quien hace las veces de presidente no tiene pudor en decir que el capitalismo no da buenos resultados cuando el país se hunde en la miseria saturado de normas y decisiones anticapitalistas. Y sobre ese delirio aparece el otro delirio, el de cambiemitas como Mario Negri y María Eugenia Vidal diciendo que el gobierno no tiene plan ni rumbo y que eso los desconcierta. El plan y rumbo es Argenzuela. Quien se diga opositor y no entienda al castrochavismo en el gobierno, no se desorienta porque las acciones del gobierno parezcan erráticas, sino por la estupidez de pretender enfrentarlo sin tener convicciones ni brújula.

CONFUSION TRAGICA

Esa confusión planificada explica, entre otras supuestas contradicciones, la grotesca interna kirchnerista entre Sabina Frederic y Sergio Berni; trágica para la seguridad de los argentinos y de los bonaerenses en particular. 

Si algo deja claro ese culebrón de impresentables, es que no hay política de Seguridad Interior. Porque el show en cámara rápida de Berni Gil no es más que un unipersonal bonaerense, cuyo guion parece escrito por Patricia Bullrich, pero la comparsa de inoperantes que son los funcionarios políticos del Ministerio de Seguridad de la Nación es una función de teatro minimalista: la nada misma.

Refleja además que Alberto Fernández se sienta en el sillón de Rivadavia, pero su poder califica como entelequia videliana, no está, no existe, ni vivo ni muerto, no es. Más allá del federalismo, ningún presidente tolera que un ministro de Provincia corra a golpes a un funcionario nacional, pero Alberto confirmó con Berni (y con el subsecretario de Energía Eléctrica Basualdo) que no puede echar a nadie sin permiso de Cristina Fernández. Tan así, que cuando Frederic fue a llorarle que Berni había sacudido del cuello al secretario de Seguridad Eduardo Maniquí de sastre Villalba, lo único que recibió fue un pañuelo de madera...

Sabina Frederic no cumple funciones que den utilidad al cargo que ocupa. Muy por el contrario, su función es la promoción de una agenda antiargentina que incluye lindezas como la ideología de género, la criminalización del campo y la desmoralización de las fuerzas federales. La ministro con peor imagen de todo el gabinete, propala Berni sobre Frederic. Y realmente hay que hacer un gran esfuerzo para ser lo peor de semejante mamarracho.

Vienen elecciones, pero no vienen soluciones.