UN FENOMENO QUE ES EL HILO CONDUCTOR DEL PASADO NACIONAL

La grieta en la literatura argentina

Indica el Diccionario de la Real Academia Española que grieta es “hendidura alargada que se hace en la tierra o en cualquier cuerpo sólido.” Agrega también que se trata de: “Hendidura poco profunda que se forma en la piel de diversas partes del cuerpo o en las membranas mucosas próximas a ella.”

En la Argentina, desde hace algunos años, el concepto de grieta –utilizado en forma coloquial– refiere a la separación, distancia o enfrentamiento entre personas que tienen diferente forma de pensar y que esto ha llegado a un punto tal que se hace imposible el diálogo. Por lo tanto, cada grupo está aislado en el sitio opuesto de la grieta, la cual aparece como frontera o línea divisoria.

Recorriendo la Historia de la Argentina, esta llamada grieta pareciera existir desde la fundación misma del país. Unitarios y federales es la más conocida y notoria. En la segunda mitad del siglo XX, fue peronistas y antiperonistas.

Investigando en lo legado por los escritores de nuestro país, habremos de hallar el mismo hilo conductor. La división, la imposibilidad de encuentro, el no poder hacer las cosas unidos aún con ideas distintas.

Esto puede advertirse muy claramente nada menos que en La vuelta de Martín Fierro, cuya primera edición data de 1879.

Si bien pregona el recordado que “los hermanos sean unidos, pues esa es la ley primera…”, lo concreto es que en el Canto 33, cuando Fierro –al fin– se reúne con sus hijos y con Picardía (que bien puede considerarse su hijo adoptivo) el consejo que les brinda –y que, de hecho, se cumple– es que cada uno debe tomar un rumbo diferente. Unidos nada podrán hacer.

Leemos en la estrofa 1.175: “después a los cuatro vientos/ los cuatro se dirigieron;/ una promesa se hicieron/ que todos debían cumplir;/ mas no la puedo decir/ pues secreto prometieron”.

Aparecen aquí dos datos claves: uno es el hecho de dar por tierra con lo de estar unidos, para separarse en soledad. Este tema de la soledad habrá de repetirse en otras obras, como en seguida veremos. El segundo es la de que existe un “secreto” que no ha de develarse. Precisamente, para poder mantenerse, la grieta requiere de secretos y, de algo más, cierta tergiversación, lo que aparecerá en la estrofa siguiente.

“Les alvierto solamente/ -y esto a ninguno le asombre,/ pues muchas veces el hombre/ tiene que hacer de ese modo-;/ convinieron entre todos en mudar allí de nombre.”

Cambiar de nombre simboliza negar un origen, buscar enmascararse (utilizo este término en el sentido arquetípico que le otorgó Carl Gustav Jung) para parecer quien uno no es. O sea, engañar. Algo que huele mucho a esta idea de grieta humana.

LO IMPOSIBLE

Esta imposibilidad de unir o, al menos, entramar, opuestos con la finalidad del logro de algo mejor tanto para la persona como para la comunidad toda, también se encuentra ostensiblemente presente en la novela Sobre héroes y tumbas, de Ernesto Sabato; cuya primera edición es de 1961.

No sólo en el hecho de la imposibilidad de la unión entre Martín (el protagonista de la obra) y Alejandra, de quien se ha enamorado.

Queda la sospecha de que Alejandra muere en un incendio. Pero no hay certeza de que esto haya sido, realmente, así. Una vez más, la máscara, el engaño.

En cuanto a Martín queda solo. Y en esa soledad decide viajar a la Patagonia (podría haber sido a cualquier otro lugar) subiéndose a un camión cuyo chofer acepta trasladarlo.

De nuevo, la misma soledad que trasmiten los versos finales del Martín Fierro. Dirigirse hacia algún sitio sin, siquiera, conocer por qué es hacia allí y no a otro lugar.

Esto mismo ya había sucedido en la novela Don Segundo Sombra, de Ricardo Güiraldes, cuya primera edición es del año 1926.

La obra concluye con palabras de Fabio Cáceres, “El Reserito” (que es el real protagonista), diciendo:

“`Sombra`, me repetí. Después pensé casi violentamente en mi padre adoptivo. ¿Rezar? ¿Dejar sencillamente fluir mi tristeza? No sé cuántas cosas se amontonaron en mi soledad. Pero eran cosas que un hombre jamás confiesa.”

“Centrando mi voluntad en la ejecución de los pequeños hechos, di vuelta a mi caballo y, lentamente, me fui para las casas.”

“Me fui, como quien se desangra.”

Aquí también aparece un secreto. “…esas cosas que un hombre jamás confiesa.” Y, a la vez, el dirigirse con un rumbo que no es el deseado conscientemente; no es el buscado. La soledad, por supuesto, como única compañía.

DISTANCIADOS

En este año, que se cumplen cuatro décadas del fallecimiento de Julio Cortázar, encontramos un ejemplo de esta “grieta” en su cuento “La autopista del sur”, publicado junto a otros en el libro Todos los fuegos, el fuego, en 1966.

En el desarrollo del mismo –que genera numerosas escenas angustiantes– se encuentran un hombre y una mujer. Surge una situación, intensa y repentina, de amor entre ellos. Pero, el desenlace es que –una vez más por causas que les son ajenas– terminan distanciándose, para no volver a verse.

Ahondando, ha de haber más ejemplos de “grieta” en las novelas, cuentos y poemas de autores argentinos. Consideramos que los ejemplos dados son suficientes para interrogarnos si esto hace o no a la esencia de la argentinidad. ¿La “grieta” constituye un aspecto constituyente psicosocial de nuestra personalidad?

 

* Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, magister en Psicoanálisis, filósofo e historiador. Correo electrónico: alasheras@hotmail.com