De qué se habla hoy

La frase que condenó al­ Presidente para siempre

 

Muchos ciudadanos dudaban, otros creyeron en su pensamiento dicho por él mismo a cuatro vientos hace un par de semestres atrás,  y otros siempre dudaron. El presidente Alberto Fernández nunca pudo explicar con claridad su cambio de actitud para con su vice presidenta. De las acusaciones más terribles a la concordia más absoluta. Ahora Alberto Fernández ha sentenciado para siempre su credibilidad y ha desnudado su verdadero rol en este gobierno kirchnerista. Ya lo había dicho en voz más baja en mayo de 2019: "Cristina y yo somos lo mismo"

A pesar de las críticas volvió a certificar lo dicho en octubre de ese mismo año: "Buscan que nos enfrentemos. Pero nunca más vamos a dividirnos, Cristina y yo somos lo mismo". Ahora, hace tan solo unos días atrás en una encendida arenga volvió a fijar su posición con la condenatoria frase: "Cristina y yo somos mismo". Una pena señor presidente porque a juzgar por sus propias palabras, sus propios juicios de valor y su discurso, si esto que ahora proclama con vehemencia fuese cierto, los argentinos debemos esperar de usted, porque usted dijo en relación a los gobiernos de Cristina Kichner, todas estas cosas y si "son lo mismo", queda poco por explicar::­

- Que su acción institucional sea deplorable, que todo lo que hace en materia judicial es deplorable, que lo que hace con el Consejo de la Magistratura y con la asignación de los jueces subrogantes, y la llamada democratización de la justicia todo eso es deplorable. ­

- El peronismo con usted es patético, es el partido de la obediencia.­

- El Congreso es una escribanía.­

- Usted aprovecha una mayoría coyuntural en el Congreso y eso está muy mal.­

- Se va a ir con el reconocimiento de un gran sector de la sociedad, sector al que le cuesta mucho ver las cosas que hizo muy mal.­

- Tiene usted una enorme distorsión sobre la realidad. Si revisa las cosas que dijo, deberían rectificar un montón de ellas. Sostuvo hasta el final que el cepo no existía y que la inflación no era importante. Eso es negación, es una negación terca, por momentos absurda.­

- En estos años de kirchnerismo hay cosas buenas y hay que cuidarlas; y hay cosas que están muy mal hechas y no hay que volver a hacerlas.­

-  Con el campo, usted sintió que había una suerte de confabulación general en su contra. Y a partir de allí no pudo volver más, percibió que cada crítica era parte de una confabulación.­

- Están los que lo aplaudieron ; los que no fueron capaces de decirle: Presidente es mentira lo que está diciendo.  ­

- Hay un mandato donde  ya no se encuentran elementos para ponderar. Donde la economía se destruye, los años del cepo, del cierre de la economía, de la pérdida de la reserva, de la ruptura de la relación dólar-peso, la pobreza aumenta y se niega su existencia.­

- Es definitivamente un mal Gobierno, donde es muy difícil encontrar algo ponderable­

- Si Evita viviera se atormentaría con todo esto. Sería muy crítica de sus posiciones abusivas.­

- Durante su gobierno se tomaron decisiones poco felices.­

Podría aplicarse aquello del pez por la boca muere, pero esto es más grave, mucho más grave porque detrás hay un país al borde de un colapso generalizado.Usted imagine señor presidente a un ciudadano muy crítico y convencido (o al menos así actua para que le crean)  que el administrador de su consorcio está haciendo todo mal, que no justifica los gastos, que hay cuentas pocos claras, que aparecen proveedores con sobreprecios.

De pronto un día su crítica se frena y usted mismo propone ser el presidente del consorcio y tener al viejo administrador como segundo. Lo primero que sentirán sus vecinos será indignación, después vendrán las dudas y ya será casi imposible pensar que usted se matiene al margen de los negocios oscuros de su antecesor.

Esto le pasa a los argentinos con usted y si encima usted pasa de la crítica a decir a quien quiera escucharlo que el anterior administrador y usted son lo mismo, ya casi no deja lugar a dudas. Algunos argentinos de esos que usted llama "de bien" también dudan porque lo ven a usted como forzado a decir estas cosas, como si tuvieran a su familia de rehén y más le vale que obedezca.

Una pena el desencanto y una pena saber que volvemos a caer en el mismo pozo donde se aprueban leyes de manera irregular, se sancionan jueces que actuaron contra la corrupción, se especula con la pandemia y la curentena y sus pactos de buenos vecinos duran hasta que las encuestas lo muestran cayendo a usted a su vicepresidenta.

Esa frase lo dejó desnudo Alberto, los argentinos esperaban que en algún momento usted pateara el tablero y se mostrara mandando, con sus propias ideas y su propia personalidad, pero ahora ya dudamos que tenga algunas de estas dos cosas.

Usted hoy hoy no puede responder a la simple pregunta: "¿Hacia dónde vamos señor presidente?", y lo peor es que no puede porque usted ni lo sabe ni lo decide. Y el desencanto de los que lo votaron con la esperanza metidita entre los pliegos de la boleta, hoy padecen un desencanto que duele, porque se sienten engañados, decepcionados y lo que es peor, sabiendo que les espera más de lo mismo, de lo que ya no querían más. Hace muchos años los progres más jóvenes veíamos con entusiasmo una película del genial Marco Bellocchio titulada "China se avecina" hoy sin entusiasmo y con mucho temores aquellos progres ya veteranos de clase media imaginan que están viendo "Venezuela se avecina" y ya saben quien la dirige.­