La figura e ideal de Arturo Umberto Illia
Ante un nuevo aniversario del infausto golpe de Estado que derrocó al presidente constitucional Arturo Umberto Illia, ocurrido un 28 de junio de 1966, conviene repasar algunos aspectos personales y políticos en torno a su personalidad y su gobierno.
Illia nació en Pergamino, el 4 de agosto de 1900, hijo de una familia italiana de agricultores y comerciantes de la Provincia de Buenos Aires. Se radicó en Cruz del Eje, provincia de Córdoba, a partir de 1929. Había obtenido el título de médico, con calificación sobresaliente en la Universidad de Buenos Aires. Fue un activo dirigente estudiantil reformista.
Era un humanista y filántropo, de ideas avanzadas sobre la armonía de la psiquis y la salud física. Despedido de su función de médico ferroviario por la dictadura del general Uriburu, viajó durante casi un año, en plan de estudios y observación política por Dinamarca, Alemania, Rusia y Francia. Allí profundizó su convicción democrática y su sensibilidad social.
Fue senador provincial entre 1936 y 1940 y luego vicegobernador de la provincia durante la activa y transformadora administración de Santiago del Castillo de 1940 a 1943, interrumpida por el golpe militar del 4 de junio de ese año.
EL BLOQUE DE LOS 44
Normalizada la situación institucional del país, formó parte del legendario Bloque los 44, la bancada radical de diputados nacionales que se opusieron al autoritarismo de los dos primeros gobiernos del general Perón, sin mengua de la defensa de los principios de reforma social y desarrollo económico autónomo.
Arturo Illia llegó a la Presidencia de la República en octubre de 1963. Aun cuando el peronismo estuvo proscripto en aquellas elecciones, la UCRP de Illia, había obtenido más del 34% del total de los votos afirmativos válidos emitidos -que representaba el 25 por ciento del total del padrón electoral- es decir por encima del 19 % de votos en blanco (obviamente seguidores del Peronismo) y el 16 % de la UCRI de Oscar Alende. El argumento de una supuesta falta de legitimidad de su gobierno ha quedado desmentido por la verdad histórica.
Desde el Gobierno Illia se atuvo estrictamente a la plataforma electoral del programa radical de Avellaneda de 1945 y la plataforma partidaria de 1963 ya que sostenía que el cumplimiento fiel del contrato electoral con la ciudadanía era un principio inamovible del sistema democrático. "Si nos esforzamos en formar una conciencia nacional, con justo contenido moral, no nos desesperaremos nunca, ni nos agotará cualquier encarnizada adversidad", afirmaba en sus discursos, de austera retórica. "Esta es la hora de la gran revolución democrática, la única que el Pueblo quiere y espera, pacífica, si, pero profunda, etica y vivificante."
Decretó por ello la nulidad absoluta de los contratos de concesión de explotación y comercialización del petróleo por vicios de legalidad y por ser dañosos a los derechos e intereses de los argentinos, tal como se había expresado en la plataforma electoral de su partido.
POLITICA INTERNACIONAL
Su gobierno aplicó una política internacional independiente. Se opuso a la intervención armada de Estados Unidos en la República Dominicana. Obtuvo una resolución favorable en la ONU, que obligaba a Gran Bretaña a la discusión sobre la soberanía en las Islas Malvinas, en el marco de la descolonización de todos los territorios hasta entonces sometidos a diversos grados de dominación imperialista.
Aplicó el salario mínimo vital y móvil, y reguló los precios del consumo popular, ordenando el comercio interior con la Ley de Abastecimiento que se dictó durante su gobierno. Con esa política de precios y salarios se obtuvo un notorio incremento de la participación real de los trabajadores en la distribución del Ingreso Nacional.
No aceptó negociación alguna con el Fondo Monetario Internacional, organismo con el que no tuvo relación alguna. Sin embargo, su política gradualista en materia monetaria posibilitó la virtual eliminación de la deuda externa argentina. La inflación estuvo prolijamente controlada sin ajustes recesivos, y superó el promedio del 6 % anual. Hubo plena ocupación, con índices que no pasaron nunca del 4 %. El producto bruto interno creció a un ritmo de mas del seis por ciento promedio. Fue un impulsor convencido de la planificación plasmada en el Plan Nacional de Desarrollo, un riguroso modelo de transformación democrática de las estructuras económicas y sociales.
Llevó adelante un exitoso plan de alfabetización, la defensa y promoción de la educación popular, y elevó a casi el 25 % ciento el presupuesto educativo. Fortaleció la autonomía universitaria, y jerarquizó los estudios superiores hasta niveles nunca superados después. Aplicó una reforma del hospital público y dictó la ley de medicamentos, que al propio tiempo que promovía la industria de los laboratorios nacionales, disminuyó drásticamente el costo de los remedios medicinales, considerados un bien social.
En las elecciones de renovación del Congreso de 1965, el gobierno de Illia ya había levantado las proscripciones que pesaban sobre el peronismo, y conforme a la promesa electoral, esas restricciones caducarían totalmente para los comicios provinciales.
LAS CAUSAS DEL GOLPE
El golpe de Estado de las FF.AA. que lo derrocó y depuso del gobierno fue uno de los actos más perjudiciales para la continuidad institucional y el auténtico desarrollo socioeconómico de la Argentina.
Obedeció a varias causas: el posible retorno al poder del peronismo, su enfrentamiento con los capitales petroleros y las empresas multinacionales farmacéuticas, la extraordinaria campaña de acción psicológica a través de todos los medios de comunicación; y una nueva coalición entre las jerarquías sindicales y los mandos militares con orientación franquista e inspirados en la Doctrina de la Seguridad Nacional, son las mas mencionadas.
Illia fue un republicano austero que conciliaba la ética social con su conducta moral individual, su honestidad intelectual y su modestia en cuanto a los bienes materiales. Su única propiedad le había sido donada por el pueblo de Cruz del Eje.
La idea de una revolución democrática en paz y libertad, con igualitarismo social, basado en la cooperación y los valores de la justicia social, se inspiraba en el yrigoyenismo.
Tenía una clara convicción de lo que denominaba "un orden justo", que armonizaba liberalismo político y socialismo económico.
Siendo médico, poseía una importante y profunda formación jurídica. Su respeto a la ley y la Constitución Nacional, a la independencia e importancia del Poder Judicial era de una pureza infrecuente en la historia política de la Argentina. Gobernó sin estado de sitio, con absoluto respeto de las libertades publicas e individuales. "Debemos luchar por el hombre mismo, porque es la evidencia humana la que hace tambalear a los tiranos y falsos dioses. Y si no sabemos con seguridad que nuestra verdad es la verdad, sabemos bien en cambio, donde está la mentira", dijo en el Mensaje al Congreso al asumir la Presidencia el 12 de octubre de 1963.
Después de su infausto derrocamiento el 28 de junio de 1966 y hasta su muerte el 18 de enero de 1983, se figura se constituyó en símbolo de la decencia política, de la ética democrática y de la preservación del patrimonio común de la Nación.