La fábula de la tortuga y el león

Se lanzó a caminar con previsible paso lento por los mosaicos del patio. De pronto dudó. Amagó con virar hacia la derecha aunque, tras un momento de incertidumbre, apenas un segundo, dobló hacia la izquierda y aceleró la marcha. Entonces se fue directo a morder la lechuga que estaba sobre el plato que llevaba el nombre de Sergio Massa. Había desdeñado el recipiente de Javier Milei, el León libertario, y de esta forma sentenciado el balotaje.

La tortuga Pandolfina, famosa por haber acertado varios resultados de la Selección argentina de fútbol durante el Mundial de Qatar, volvió a ser furor en las redes sociales la semana pasada. Por estos días en que las encuestadoras han perdido el norte, cualquier instrumento se vuelve válido en el afán por ganar certidumbre.

Las PASO y la primera ronda electoral han dejado confundidos a más de uno. Surge arduo trazar proyecciones sobre lo que ocurrirá en la votación definitiva, pese a que circula la idea de que “ya está definido”, que se coronará Massa como aquellos potrillos que en el hipódromo conquistan el gran premio corriéndolo de atrás.

Por ahora y hasta el mismísimo 19 todas serán especulaciones. Más allá de esto, dos elementos se imponen. Uno económico, el otro político. El primero es que las posibilidades de Massa dependen directamente de que logre mantener la economía en estado latente, sin explotar; lo segundo es que Juntos por el Cambio se ha convertido en el juez de la contienda.

NO HAY NAFTA

El ministro de Economía y candidato presidencial por Unión por la Patria, Sergio Massa, es consciente de que cualquier derrape de la economía en el tramo final de la campaña puede significar el final de sus ambiciones presidencialistas.
En los últimos días la escasez de combustible, los carteles de ‘No hay nafta’ en las estaciones de servicio, significaron una estocada severa para el hombre de Tigre.

Equilibrado, con muñeca política, se lo advirtió nervioso, amenazando a las petroleras con bloquear las exportaciones si antes no se satisfacía la demanda interna.

Cualquier brisa fuerte puede hacer caer a Massa de la cornisa en la cual hace equilibrio. Pero también es cierto que si ha obrado el milagro -Jorge Asis lo ha rebautizado como Milagros Massa- de llegar al balotaje con la economía hecha trizas, no hay razón para pensar que no alcance el objetivo final.
La oposición también lo sabe. De allí que Patricia Bullrich, ahora aliada de Javier Milei, haya tenido el desatino de lanzar aquella lamentable frase que rebotó en la semana: “Ojalá que la economía explote antes del 19”.

Por estas cosas es que ha calado tan hondo el hallazgo de Milei, describiendo a los políticos como “la casta”, porque sólo piensan en ellos mismos y sus privilegios, desdeñando el impacto que un agravamiento de la crisis tendría sobre el bolsillo de la población trabajadora.

El vale todo está a la orden del día. Por eso no debe sorprender que Massa haga campaña solapada utilizando los recursos del Estado. De eso se trata el relanzamiento del Plan Platita, que llevó los créditos de la Anses a 1 millón de pesos para los trabajadores en relación de dependencia, y a 400.000 para los jubilados. El efecto fiscal e inflacionario de este tipo de medidas no se hará esperar. Tal vez el propio Massa termine por pagar los platos rotos si llega a la Casa Rosada.

Los rumores vuelan, las operaciones se multiplican, abunda la mugre en las redes sociales. Otra situación insólita en el entorno de Massa tiene que ver con la versión del acercamiento que habría tenido con Carlos Melconian, cuyo programa económico -hace unas semanas en manos de Bullrich- no sería mal visto por el jefe del Palacio de Hacienda. ¿Lo aplicará en caso de ser presidente? 

SOY MAURICIO

Si bien esta columna tiene como fin sopesar los acontecimientos económicos de la semana, en estos días no sería prudente soslayar el costado político de nuestra realidad. La economía se erige en juez de la contienda, pero también la figura de Mauricio Macri ha cobrado una trascendencia inesperada.
Tras el resultado electoral y luego de los fuegos de artificio de las PASO, el armado político de La Libertad Avanza parece haber encontrado su techo.

La irrupción de Macri como aliado estratégico del Milei le brindará al libertario la estructura necesaria para el escrutinio de los votos y la contención que sus fieles, peleados entre ellos, no parecen estar dándole en este momento.

En la semana previa al debate Javier Milei impone condiciones y, se cuenta, les prohíbe a los economistas de su entorno tomar contacto con los medios debido a que “no saben explicar el proceso de la dolarización”, aseguran en el cuartel de LLA.

Lo cierto es que la dolarización, uno de sus principales estandartes, sería factible de ser arriado más temprano que tarde si las circunstancias así lo imponen. Economistas de corrientes diversas aseguran que el esquema de trocar pesos por dólares es impracticable en este momento en que el Banco Central no tiene fondos, y tampoco sería viable la ingeniería financiera sustentada en bonos que plantea el candidato.
Milei, sin embargo, no se resigna a abandonar su estrategia para liquidar la inflación. El jueves recalcó que conserva la idea de eliminar el Banco Central porque para su agrupación se trata de “una política de Estado”.

Y agregó: “Es parte fundacional de nuestra visión, así que no se negocia bajo ningún punto de vista". La medida lo distancia peligrosamente de sus nuevos aliados de Juntos por el Cambio, pero el libertario, tozudo, no afloja. "Ellos lo que me brindaron es un apoyo incondicional, obviamente no estamos en todo de acuerdo, tendremos 90% de coincidencias, en algunos otros puntos no las tenemos. Por ejemplo, en la eliminación del Banco Central", enfatizó.

 ALERTA

Los economistas que no están alineados con uno u otro candidato escriben documentos a destajo advirtiendo que la emergencia de la situación obligará a tener un elevado grado de responsabilidad al momento de ejecutar el plan económico de estabilización, cualquiera que este fuese.

Dos plumas del Ieral de la Fundación Mediterránea, Jorge Vasconcelos y Maximiliano Gutiérrez recalcaron en el último informe de la entidad que “la gran diferencia con 2016 y 2020 (el primer año de los presidentes que asumieron a fin de 2015 y 2019) consiste en que la Argentina de 2024 no podrá contar con financiamiento para posponer las imprescindibles correcciones. Los casos de 2016 y de 2020 son irrepetibles: en el primero se pudo contar con financiamiento externo, y en el segundo se pudo emitir pesos por 7,5 puntos del PIB.

Los candidatos presidenciales deberían ser más precisos respecto a cómo habrán de resolver esta encrucijada”.

Y agregaron que “la emisión monetaria de origen (directa e indirecta) registra un ritmo anualizado equivalente a 5,9% puntos del PIB, y este es un instrumento de está alcanzando un límite en 2023, dada la tendencial caída de la demanda de dinero, lo que explica la trayectoria de la inflación hasta un ritmo que bien podría acercarse al 200% a fin de año. Este contexto, a su vez, complica la necesaria corrección de los distorsionados precios relativos, dado el riesgo de una generalización de los mecanismos indexatorios y una aceleración de la inflación”.

Por el camino, la semana fue desperdigando datos duros como la caída de las ventas de productos argentinos a Brasil, que se retrajeron 6% interanual en octubre por séptimo mes consecutivo, con lo cual el saldo comercial resultó deficitario en u$s 160 millones y acumulará un rojo de u$s 5.000 millones en diciembre.

Cada vez falta menos para saber qué rumbo tomará finalmente la Argentina. Pero el calendario se estira como un chicle y la distancia entre el balotaje y el 10 de diciembre surge inabarcable. Habrá que llegar como sea, con estos precios al rojo vivo y un salario que se desvanece en una semana como si fuese un vaporcito. ¿Qué destino le espera al país a la vuelta de la esquina?