Claves de la seguridad

La estupidez que va del buenismo a la xenofobia

Lo primero es recordar que la Seguridad Interior consiste en garantizar la plena vigencia del Derecho Argentino, asegurando la paz que sostiene al estilo de vida propiciado por la Constitución Nacional.

Luego las usurpaciones de tierras son una cuestión de larga data en la República Argentina que se suceden con distintos pretextos, motivaciones y mecanismos. Las hay por razones políticas, como las tomas ejecutadas por autopercibidos mapuches que con intención secesionista niegan el Derecho Argentino, las hay con motivaciones ideológicas como las que fomentan sectores de izquierda históricamente vinculados a la Embajada de Cuba, las hay por mecanismos políticos para asegurar clientela electoral, y las hay también por motivaciones puramente criminales; sin embargo, como veremos, cualquiera sea el germen de cada toma en particular, incluyendo la desesperación que causa la necesidad, todas ellas contribuyen a un mismo fenómeno de consecuencias gravísimas.

LA TOSQUERA AGOTADA

En la Provincia de Buenos Aires hay una gran cantidad de asentamientos organizados por punteros políticos y otros mercaderes de la pobreza, siempre bajo la cómplice indiferencia de autoridades municipales y provinciales.

Uno de esos asentamientos es el llamado Barrio 8 de Diciembre, emplazado sobre una tosquera agotada de González Catán, localidad de ese gran problema a resolver que es el Municipio de La Matanza. Allí, en esa toma donde mayormente se asientan bolivianos y paraguayos, el domingo 14 una asamblea vecinal derivó en un hecho violento que dejó al menos 5 muertos y varios heridos.

Al respecto, resulta muy llamativo que medios nacionales informarán del suceso, ocurrido en territorio argentino, a través de un medio boliviano que daba cuenta “extraoficialmente” de 11 muertos. A la hora en que escribo hay distintas versiones sobre el desencadenante de los hechos y su desarrollo. Por supuesto sería útil tenerlos en claro, pero no necesario a tenor de este artículo, porque no vamos a indagar en la entraña de la noticia policial sino en su significado para la Seguridad Interior.

¿Cuál es la razón por la que existe el Derecho y en virtud de lo cual el Estado debe conservar para sí el monopolio de la violencia? Garantizar la convivencia pacífica desde el carácter coercitivo de la norma jurídica. Si eso se olvida, se inicia la descomposición social que da lugar a la dinámica de la Guerra Civil Molecular.

Lo ocurrido en González Catán no empieza y termina en sí, es el emergente de un proceso de decadencia brutal que lleva décadas y desde hace años abordamos en artículos de La Prensa. Estamos frente a una acción de Guerra Civil Molecular, donde todos los factores que hacen a la comprensión evolutiva del proceso de descomposición social (por el cual proliferan los escenarios de Guerra Civil Molecular) convergen en este hecho, cuya responsabilidad primaria es del gobierno bonaerense a cargo de Axel Kicillof.

LA DADIVA POPULISTA

Dos décadas de régimen kirchnerista, signadas por el desprecio a la ley, la sarasa del Estado presente confundido con la dádiva populista, y agotada en ella, la inmigración sin reglas del proyecto pomposamente llamado Patria Grande, todo eso y más deja ver en los muertos de González Catán una acción de Guerra Civil Molecular.

Cabe esperar con mucho interés lo que vaya a decir el gobernador Kicillof sobre los muertos de González Catán. Recordemos que el estratega de la expropiación de YPF por la que habrá que pagar al menos 17.000 millones de dólares, es gobernador bonaerense desde 2019. Seguramente lo tiene “todo estudiado”.

Ante la comprobada desidia provincial, es preciso que el Presidente Javier Milei, su ministro de Seguridad Patricia Bullrich y cada funcionario del gobierno nacional comprendan que enfrentan la dinámica de la Guerra Civil Molecular, porque de otro modo no van a estar siquiera en condiciones teóricas de garantizar la Seguridad Interior.

Hecha esa advertencia, quiero resaltar una cuestión peligrosa que surge del tratamiento que se ha dado a la noticia y que sirve para demostrarnos que el buenismo progresista, de la inmigración sin reglas porque la “hermandad latinoamericana” y otros cuentos de derechos humanos, conduce a la xenofobia totalitaria.

Se ha referido la masacre como un problema entre paraguayos y bolivianos. Pretender encapsular la cuestión para reducirla a un asunto de extranjeros, es normalizar que Argentina es tierra de nadie, porque con ese facilismo escapista y suicida de pretender ignorar lo que pasó y pasa en González Catán es imposible que se entienda la relación entre territorio y orden jurídico.

“Que se maten entre ellos”, se dice con liviandad ya que la mayoría de los que están allí son extranjeros, lo que lleva a la tontera de suponer que no es asunto nuestro, como si no fuera nuestro país. ¡Idiotas: es nuestro país! Y debemos recordar que lo es.

En rigor de verdad la culpa nunca es del inmigrante. La expresión "Al país que fueres haz lo que vieres", significa que el inmigrante emula y se adapta al orden que lo recibe. Como Argentina no respeta su propia ley, tampoco se la impone a los que llegan. Cuando los nacionales de un país respetan y hacen respetar su propia ley, el inmigrante se adapta o se lo expulsa. Lo manda el sentido común. Aquí, en Europa o en cualquier lado si eso no pasa es que las cosas se están haciendo mal y se abandona la identidad nacional, entonces ya no es inmigración sino invasión. Por eso si se deja hacer cualquiera, la culpa no está en el inmigrante.

El buenismo populista es un camino de engaño tan fácil como fácil es la xenofobia totalitaria a la que conduce. Porque la lógica de no tener lógica es ir de un extremo a otro. Y acá la lógica debe tener un sólo entendimiento: alcanzar y sostener la irrestricta supremacía de la Constitución Nacional.