SIETE DIAS DE POLITICA

La estrategia electoral de LLA provocó un sismo parlamentario

El oficialismo armó un frente para octubre del que excluyó a sectores “dialoguistas”. Esto lo aisló políticamente y derivó en una grave derrota legislativa y dudas sobre la gobernabilidad.

La elección de medio término puso a Javier Milei frente a una antinomia: armar listas con candidatos propios para no seguir sometido a la presión de los políticos “dialoguistas” o continuar con la táctica de formar mayorías aleatorias, proyecto por proyecto, para sostener el rumbo económico y la poda del aparato estatal que tiene como principal perjudicada precisamente a la corporación política.

El Presidente y su hermana optaron por la primera alternativa y organizaron una serie de alianzas -que varían según el distrito- con retazos del PRO, gobernadores radicales o de partidos provinciales. Tienen buenas perspectivas para el nuevo Congreso que entrará en funciones el 10 de diciembre, pero hasta entonces se enfrentan a un Poder Legislativo dominado por la oposición que apuntó sus cañones contra el equilibrio fiscal y pretende destruir con cualquier motivo (el presupuesto universitario, el Garrahan, los discapacitados, etcétera) el superávit, clave del éxito de la gestión en curso y su principal activo electoral.

Los próximos cuatro meses se presentan por lo tanto como un vía crucis para el Presidente que, después de superar el sacudón cambiario de la semana anterior, pudo comprobar el miércoles que la pelea con la corporación política es mucho más exigente que la tarea de acabar con el régimen inflacionario.

O que éste es obra de aquella y que debe acabar con los dos simultáneamente, tarea ciclópea de la que nadie que lo intentó salió ileso. No se trata de una confrontación ideológica, sino de rentabilidad de la práctica política.

La tormenta armada por la oposición en Diputados tuvo varios componentes. En primer lugar, el quórum aportado por los radicales, un grupo anarquizado y sin conducción. El segundo: todos los proyectos consistían en aumentar el gasto público para cajas políticas, con excepción del de las jubilaciones. El tercero, tratar de frenar el recorte llevado adelante por Federico Sturzenegger en organismos colonizados por el peronismo y los gremios. En algunos casos, además de la superpoblación de empleados, se plantean problemas de transparencia.

No por azar uno de esos organismos, Vialidad Nacional, dio su nombre a la causa judicial por la que fue condenada, está en prisión domiciliaria y con inhabilitación perpetua la presidenta del Partido Justicialista, Cristina Kirchner.

En realidad, el kirchnerismo solo tuvo que mirar desde sus bancas cómo acosaba la política fiscal tanto el peronismo no K como los exmiembros de Juntos por el Cambio, coalición que va rumbo a la muerte política, pero sin transfiguración, porque La Libertad Avanza ocupa su espacio ideológico y social. Fue un “blanqueo” de los descendientes de Carrió, Horacio Rodríguez Larreta, Monzó, Ocaña, etcétera.

La gran pregunta es si estos dirigentes le restarán votos a La Libertad Avanza o a Cristina Kirchner y Axel Kicillof. Por lo pronto ya iniciaron un proceso de disgregación: Carrió y Ocaña se sumarán a Rodríguez Larreta, mientras Stolbizer y Monzó harán rancho aparte de los “no alineados” de Somos en Buenos Aires.

La confusión y diáspora que presenta el sistema político nativo la expuso con su habitual estilo descarnado el diputado Miguel Pichetto en el recinto: “No veo en los barrios populares a personas predicando el orden fiscal”, le advirtió al oficialismo antes de cerrar su discurso considerando “superior” el gobierno de Cristina Kirchner respecto del actual. Al excompañero de fórmula de Mauricio Macri -un sobreviviente nato- también parece habérsele desmagnetizado la brújula como consecuencia del fenómeno Milei.

Como respuesta a semejante paliza parlamentaria el diputado mileista Gabriel Bornoroni acusó a la oposición no K de ser K por el simple hecho de votar junto a La Cámpora. Por sus frutos los conocerás.

El reduccionismo puede ser útil sin duda en la campaña, pero no para mitigar el grave daño causado a las expectativas económicas. El conflicto de poderes entre el Ejecutivo y el Legislativo es más deletéreo para la estabilidad que la falta de reservas, la magnitud de los próximos vencimientos de la deuda o el riesgo país por las nubes. El desenlace de la guerra entre el Gobierno y el peronismo depende de que el Presidente mantenga una estabilidad a prueba de diputados y senadores hasta el día de la votación.

El único que parece haber escapado a la debacle de los “moderados” o de los que quieren presentarse como la “avenida del medio” es Mauricio Macri, que finalmente aceptó rendirse incondiconalmente ante los Milei y dejó herida mucha dirigencia propia (ver “El infierno no tiene tanta furia”). El acuerdo fue consecuencia de dos reconocimientos tácitos: Milei es hoy el representante del antipopulismo y la polarización será inevitable.