La educación no formal: pilar de Desarrollo y motor económico en Argentina

La educación no formal en la Argentina ha cobrado un protagonismo indiscutible, reflejado en el alto volumen de consultas y la creciente cantidad de alumnos que optan por esta modalidad de aprendizaje. Con un espectro de cursos que van desde la salud y medicina hasta el autoempleo en  la estética, bienestar y oficios, la formación profesional se ha convertido en una vía preferente para aquellos que buscan una rápida inserción laboral o desean actualizar y profundizar sus competencias. La demanda es tan robusta que los cursos relacionados con la salud y la medicina lideran con una preferencia significativa, resaltando la relevancia de estos campos en la actualidad y su tendencia a mantenerse en el futuro.

Según la última encuesta de la Cámara Argentina de Formación profesional y Capacitación Laboral el volumen de consultas (más de 3.5 millones) y la inscripción de más de 380,000 alumnos anuales son testimonios claros de la vitalidad de este sector. Estos números no solo representan la elección individual de una formación continua sino que también traducen un movimiento económico considerable, con miles millones de pesos circulando directamente en el sector. Esta cifra no incluye el valor agregado que la educación no formal aporta a todos los sectores de la industria, alimentando la economía con profesionales capacitados que impulsan la innovación y la productividad.

En el contexto sociopolítico actual, marcado por la urgencia de adaptarse a los vertiginosos cambios tecnológicos y económicos, la educación no formal emerge como un catalizador clave para el desarrollo. La inversión en estos programas formativos no es solo una decisión económica acertada con altos retornos a corto, mediano y largo plazo, sino también una inversión en el capital social del país. Fomenta la empleabilidad, especialmente entre los jóvenes en situación de vulnerabilidad, y se alza como una herramienta eficaz para cerrar brechas sociales y laborales.

Más allá de los beneficios económicos, la formación profesional enriquece la vida de las personas, proporcionándoles no solo mejores oportunidades laborales sino también un medio para una vida más plena y rica. La educación brinda a los individuos las herramientas para cuestionar, explorar y satisfacer su curiosidad, transformando la manera en que interactúan con el mundo.

No obstante, es crucial reconocer que el tiempo perdido en la falta de acceso a la educación o a oportunidades laborales es irrecuperable. Las heridas sociales y las necesidades no satisfechas exigen acciones inmediatas y políticas públicas que pongan en primer plano el valor humano y social de la educación. La gran cantidad de consultas y el flujo económico que genera la educación no formal son indicativos de su peso en la sociedad y la economía. El Estado debe mirar estos datos como un llamado a la acción para apoyar y expandir la educación no formal como un componente crítico de la estrategia nacional para el desarrollo y la formación profesional En este contexto se hace imprescindible la inversión pública en todos los sectores de educación y creación del conocimiento.

Las cifras son claras: la educación no formal no es solo un sector educativo en auge, sino un motor económico esencial que enriquece a la industria y a la sociedad. Argentina, con su visión de educación gratuita y de calidad, tiene la oportunidad de liderar en este ámbito, asegurando que la formación profesional continúe siendo un pilar en la construcción de un futuro próspero y equitativo. Por lo tanto, al diseñar políticas públicas, es imprescindible considerar tanto el potencial económico como el impacto humano y social de la inversión en educación.

Detrás de cada cifra y cada dato, hay historias individuales de tiempo y oportunidades que son invaluables e irremplazables. En última instancia, el compromiso con la educación y la formación profesional es un compromiso con el bienestar y el desarrollo pleno de cada individuo y, por extensión, con el progreso sostenible de nuestra sociedad.

*Por Hernán Martini, director del Observatorio de la Cámara Argentina para la Formación Profesional y la Capacitación Laboral y vicepresidente de la OIEP.