La lupa sobre el deporte

La disciplina de Pogačar

Tres mil trescientos veinte kilómetros. Veintiún etapas. Dos días de descanso. El Tour de France es la carrera de ciclismo más importante del mundo y por estas semanas se desarrolla a lo largo y ancho del país galo. Siempre se corre en julio. Los amantes de la bicis lo saben. Y también conocen a Tadej Pogačar, el gran candidato. El esloveno de 26 años fue el ganador en 2020 y 2021, escolta en 2022 y 2023 y otra vez campeón el año pasado. Por ahora marcha segundo en la carrera que comenzó el día 5 y terminará el 27. El tipo es un súperatleta y el martes logró un récord: conquistó su etapa número cien en competencias de larga distancia.
La primera vez que se corrió el Tour fue en 1903. La idea surgió de una iniciativa del diario deportivo El Auto que, con el paso de años, cambió su nombre por L'Equipe. Ya acumula 111 ediciones (esta es la 112). Solo detuvo el andar de las bicicletas durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Después se disputó siempre. Y recién en 2024 no pasó por París, porque la capital francesa fue sede de los Juegos Olímpicos.
Este año participan 22 equipos de 8 corredores cada uno (176 ciclistas). Y todos van detrás de la zanahoria amarilla: la camiseta que viste el puntero parcial de la clasificación individual. El líder luce un maillot de ese color en homenaje al diario que creó la competencia. En aquel momento las páginas del matutino que explotó sus ventas con la cobertura de la gran carrera, eran amarillas. Entonces no existían ni internet ni teléfonos móviles ni TV. Había que comprar el diario para enterarse quien iba ganando y el público agotaba cada edición.
"Llegar a 100 victorias es simplemente fantástico. Ganar en el Tour de Francia es increíble”, dijo Pogačar sobre su logro parcial. "Había mucha adrenalina, era la carrera en estado puro, me encanta eso", agregó esloveno, quien prefiere las pruebas de un día pero no se achica en las de extrema longitud como son tres las Grandes Vueltas (además del Tour, las otras dos más prestigiosas son La Vuelta de España y el Giro de Italia, que se corren con idéntica modalidad que la francesa y también constan de 21 etapas y dos jornadas de descanso).
El miércoles y el jueves Pogačar siguió demostrando por qué es uno de los mejores ciclistas de la historia aunque el belga Mathieu Van Der Poel le arrebató la última etapa por un segundo. Para ser el número uno en el alto rendimiento (o en cualquier orden de la vida) se necesita disciplina, esfuerzo. El talento, siempre, es producto del trabajo y ocupa un mínimo porcentaje en el éxito final. Arriba de los pedales hay sangre, sudor y lágrimas. Pogačar no solo trabaja su físico con rutinas feroces. También cuida su mente, el otro cincuenta por ciento de la cuestión. Para el joven ciclista se trata de “un reto físico y mental”, según contó recientemente en una entrevista. Dice que la clave es el equilibrio entre la fuerza, la resistencia y bienestar psicológico. Así logra el máximo rendimiento. Pero no todos lo entienden de la misma manera.
La historia del Tour de France en particular y del ciclismo en general tiene manchas indelebles. El deporte quedó salpicado por casos de doping inolvidables. El del estadounidense Lance Amstrong marcó una era, un antes y un después en la carrera francesa.
Tras sobrevivir a un cáncer testicular, Amstrong se convirtió en un héroe, un ejemplo de superación para el mundo entero. De a poco fue creciendo sobre los pedales hasta transformarse en un superhéroe. ¡Ganó el Tour siete veces de manera consecutiva! Desde 1999 a 2005 llegó siempre primero. Pero hizo trampa. Recurrió a todo tipo de estupefacientes para sumar fuerza y velocidad. No lo podían parar. Ni descubrir tampoco. Hasta se hizo transfusiones para que le llegara más oxígeno a los pulmones en momentos clave. Llevaba su propia sangre en una valija de país en país y se la volvía a inyectar en habitaciones de los hoteles, amparado en el silencio de sus solitarios descansos.
Sobre quien era el ciclista más exitoso de la historia hasta ese momento llovieron sospechas y después diluviaron denuncias. Debieron pasar años para comprobar que sus triunfos habían sido un fraude. El fraude más grande de la historia del deporte a nivel mundial...
Recién en 2012 se lo acusó formalmente de haber recurrido al dopaje durante todos aquellos años. Y Lance se quebró frente a los periodistas. Admitió que eran ciertas las sospechas. Conclusión: los siete Tours quedaron desiertos. Amstrong tuvo que devolver todos sus trofeos, incluso la medalla de bronce que ganó en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000. La organización de la gran carrera que tiene su meta de llegada en París no le cedió tampoco la victoria a sus rivales en el historial. Quedaron vacantes porque todos fueron salpicados por esas épocas en que los controles antidoping eran demasiado vulnerables. Se estima que se drogaban la mayoría de los ciclistas.
Cinco veces ganaron la competencia los franceses Jacques Anquetil (1957, 1961, 1962, 1963 y 1964) y Bernard Hinault (1978, 1979, 1981, 1982 y 1985); el belga Eddy Merckx (se llevó el Tour en 1969, 1970, 1971, 1972 y 1974 y el español Miguel Induráin en 1991, 1992, 1993, 1994 y 1995.
Ahora el bueno de Pogačar acumula dos segundos puestos y tres títulos. Y va por su cuarta victoria pero los puede superar a los máximos campeones en los próximos años. A los 26, el tiempo y la disciplina que no tuvieron otros como Amstrong, le juegan a favor. “Me encanta entrenar cinco horas en zona aeróbica, a unas 140-145 pulsaciones cuando estoy cansado y algo más cuando estoy fresco. Pero no siempre es fácil” cuenta el gran candidato a ganar el Tour de France.