La decadencia de la ciencia política

La relación entre las ideas y la política es a veces directa, otras es sinuosa y en el menor de los casos es ninguna. Se pasa de un espacio a otro, ubicado en las antípodas, en apenas minutos, y sin que haya ocurrido nada que lo explique y lo justifique. El poroteo sin ideas es la manifestación más clara de la decadencia de la ciencia política.
Como ejemplo de esto último lo tenemos a Massa que de ser la cara de una derecha con raíces peronistas, en 2013, 2015 y 2017, enemigo acérrimo del progresismo kirchnerista, ubicado, incluso, a la derecha de Macri, pasó, en esta campaña de 2023, al bando contrario, sin decir ni pio. Sin explicar su salto mortal. Un cambio y un giro inconcebible, excepto la avidez política sin ética y sin historia. Y digo carente de historia porque fue el General quien afirmó en carta al pensador Steffens Soler, parafraseando a Leonardo Da Vinci, que la Teoría es el Capitán y la Practica el Soldado. Esto es, la idea construye y ordena, y la política actúa. Ocurre que en tiempos indoloros de ausencia existencial hay políticos, asesores, periodistas, cientistas e historiadores, envasados al vacío, que actúan por fuera de las ideas y de los tiempos que viven. Pragmatismo lo llaman.

VALORES DE ORIGEN
Si se trata, entonces de que la teoría es el Capitán, Massa no debió abandonarla por la política, esto es para ser Presidente. Presidente de la nada misma. Massa debería haber continuado con sus valores de origen. Y si no daba, esperar. El giro copernicano reveló que el tigrense no se apoyaba en las ideas sino en la política. El presente artículo no procura hacer leña de árbol caído, ya está y no tiene remedio, sino tomar como ejemplo un error que suelen cometer políticos solubles, que creen que el voto y el pueblo constituyen un conjunto de subnormales a disposición de iluminados.

PROFESIONALIDAD POLITICA
Hoy Milei ocupa, más exageradamente, el espacio que dejó Massa y que antes ocupara el peronismo de Menem. Tan horroroso fue el giro del tigrense, que sobregirado nos advirtió sobre el peligro de la derecha expresada por Milei y su programa neoliberal. Un “chantapufi” que alimentó su ego gracias a un coro de salieris que denominó pragmatismo a la pérdida del rumbo, de la ética y de los valores. Estos salieris le sobaron el lomo esperanzados en la recomposición del peronismo, deseo loable pero infructuoso, si es guiado por un hombre que desconoce la ciencia política. Así les fue y les va a ir si continúan poroteando.
El periodismo le caben las observaciones realizadas sobre Massa. Luego del último debate, un selecto grupo de ellos ponderó las artes massistas del político profesional. La contundencia, la seguridad, los conocimientos, la firmeza y también la arrogancia mareó a muchos. Hasta incluso dieron como ganador al tigrense. Massa ganó, escribieron. Es muy difícil establecer si la suerte ya estaba echada antes del debate. Lo absurdo fue dar por ganador a Massa por artes y oficios que el pueblo rechaza. A comienzos del siglo XX, la profesionalidad política de los massa era satirizada por el pueblo: “Que hable el Doctor”, “que hable el Doctor” mientras repartían empanadas y vino. Pero llegó Yrigoyen y mandó a guardar. A Hipólito le bastó con denostar al “Régimen” para ganar las elecciones, al libertario le alcanzó con la casta. Régimen y casta constituyen un hato indescifrable pero altamente potente.
Si nuestros políticos supieran algo de historia sabrían que Yrigoyen incorporó a su partido a funcionarios del Régimen como Milei deberá incorporar a hombres de la casta sin cambiar la ecuación.

LA UNIDAD NACIONAL
Si Massa ganaba estaba asegurada la Unidad Nacional, observan sectores favorables al gobierno kirchnerista. ¿Por qué sería así? ¡Por qué Massa lo prometió, aseguran! ¿Habría que creerle? Semejante disparate llama a la risa.
Veamos, ¿en qué consistiría la mentada unidad nacional? En un rejunte de algunos radicales, sectores de izquierda, desalineados del PRO y aventureros de los cargos, dispuestos a todo, incluso, a jugarse por un sueldo. Pero enfrente dejaría a la derecha maldita. Es natural que esto ocurra. Hay Gobierno y hay oposición. Hoy Milei convoca a su gobierno a sectores políticos afines a los grandes lineamientos de su programa y quedarán afuera el kirchnerismo y la izquierda. El agua y el aceite no se mezclan y no vale la pena intentarlo. Sin embargo, a esta movida del libertario la denominan rendición. Aquella, la de Massa, era la unidad nacional, esta, de Milei, es capitulación. Cada vez se entiende menos a la intelligenzia nacional y popular.