La crisis que creó Trump nos abre una oportunidad: Europa

La guerra comercial obliga a redefinir estrategias y alianzas. ¿Es el momento ideal para rubricar el pacto Mercosur-Unión Europea? El economista Carlos Quenan analiza el escenario global y lanza una advertencia para Argentina: no hay que dejar pasar el boom de los recursos naturales.

El mundo ha ingresado en un período de inestabilidad, en un vertiginoso proceso de cambios de políticas y alianzas que tiene a los Estados Unidos y, particularmente al presidente Donald Trump, como protagonista absoluto.

La Casa Blanca ha decidido, entre otras cosas, ponerle un punto final a la doctrina del multilateralismo nacido tras la Segunda Guerra Mundial, reavivando la llama del nacionalismo, los pactos bilaterales o la simple imposición imperialista.

La tensión, sin embargo, no queda restringida sólo a la esfera política. En el campo comercial Trump disparó en abril una andanada de aranceles a las importaciones que encendió la alarma en todo el mundo. ¿Le puso un sello al acta de defunción del liberalismo en el intercambio entre naciones?

En medio de este torbellino los actores redefinen estrategias. Estados Unidos busca recuperar un liderazgo cuestionado; Europa se reagrupa para resistir y China se prepara para lo peor. Así las cosas, América Latina en general y la Argentina en particular intentan mirar a través de la niebla. ¿Surge una chance para los proveedores globales de materias primas?

ALTA TENSION

Las preguntas se multiplican. No es sencillo encontrar las respuestas. En una nueva edición del ciclo Efecto Mariposa, el embajador Jorge Argüello entrevistó a Carlos Quenan, economista en la Universidad de París, Sorbonne Nouvelle, Francia; presidente del Instituto de las Américas y autor del libro Los desafíos del desarrollo en América Latina.

-¿Cómo vive Europa estos cambios que se verifican desde que el presidente Donald Trump anunció el Día de la Liberación y puso en marcha esta guerra comercial?

-Europa está doblemente golpeada por los episodios que han sacudido la escena mundial en los últimos tiempos. Por un lado, el 2 de abril y la escalada arancelaria que puede transformarse en guerra comercial. Por otro lado, no hay que olvidarlo, está Ucrania. El posicionamiento de Trump respecto a esta guerra es lo que en relaciones internacionales solemos llamar una inversión de alianzas. De pronto el que era malo ya no es tan malo, y el bueno ahora es medio malo. Es decir, apertura de un espacio bilateral de negociación y diversos planteamientos. Europa se posicionó en forma autónoma, diferente, planteando la idea de sostener a Ucrania y buscar estar presentes con un gran activismo diplomático. También es importante el cambio de posicionamiento de Alemania.

-En Argentina, tras la asunción de Javier Milei como presidente, el posicionamiento era claramente a favor de Ucrania y en contra de Rusia. Sin embargo, también se cambió esa posición, tal vez como consecuencia del alineamiento automático.

-Eso lleva a plantearse una discusión en este contexto internacional tan cambiante: cuál es el grado de relacionamiento que debe tener cada país con los centros de poder para no quedar mal parados, que es lo que ha ocurrido, para decirlo en términos claros, con el Gobierno de Javier Milei ante este brusco cambio de posicionamiento de Estados Unidos. Europa ha demostrado más bien una coherencia puesto que está en un planteamiento firme de defensa de Ucrania. En Europa hay un posicionamiento particular respecto de Rusia, temor a escaladas y a nuevas agresiones. Están por la paz pero por una paz que no sea sinónimo de capitulación.

-Macron (Emmanuel, presidente de Francia) tiene mucha presencia en todo esto. ¿Estamos asistiendo a un nuevo liderazgo en la Unión Europea?

-Sí, lo que pasa es que Alemania está en un período de constitución de un nuevo gobierno. El nuevo jefe de Gobierno, Friedrich Merz, está negociando con el Partido Socialdemócrata. No descuidaría los grandes cambios que está implementando Alemania. Tras la Segunda Guerra Mundial no sólo estaba afuera del Consejo de Seguridad sino que era más bien un enano militar y ahora se plantea la necesidad de hacer fuertes inversiones en ese sector. Hay un protagonismo mayor de Macron, decir liderazgo tal vez sea demasiado. Le quedan dos años. Su gobierno, por diversas razones, está bastante debilitado internamente. No tiene una mayoría clara en el parlamento. Reverdecen las ideas nacionales y de soberanía. Tal vez haya una profunda fractura, grieta diríamos en la Argentina, hacia el interior de Occidente. Entre una Europa que conserva su impronta representativa, democrática y liberal, y los Estados Unidos con una tendencia iliberal, como se suele decir, que hasta ahora representaba Orbán (Viktor) en Hungría. La mayoría de los países europeos ha reaccionado de manera negativa a la escalada arancelaria. Europa igual mantiene los puentes, aunque algunos como Orbán o Vox, en España, han planteado que ese no era el problema sino que el problema de Europa son sus castas. Hay un rechazo a la clase política. Otra característica de la derecha es que ante la gran complejidad del mundo contemporáneo, propone soluciones simplistas. Por ejemplo, la migración.

-¿Estamos entrando en un nuevo orden que no conocemos? El que se generó tras la Segunda Guerra Mundial, lo que se llamó el multilateralismo, pareciera estar en crisis.

-Es indudable que el orden multilateral post Segunda Guerra Mundial estaba ya seriamente afectado incluso antes de la llegada de Trump. Aun antes de su primer gobierno. El G20, por ejemplo, es un mecanismo had hoc que se fue perpetuando para resolver crisis que ya no era fácil resolver en las instancias multilaterales habituales. Escribimos mucho acerca de que la diplomacia de cumbres es una respuesta a la insuficiencia del multilateralismo y ha llegado para quedarse. Y se quedó.

-¿Cómo sigue esto?

-A mí modo de ver hay tres o cuatro cosas que permiten ver que hay una estrategia, líneas directrices en Trump. Después hay que ver la acción y los otros equipos también van a jugar, especialmente China. Una primera acción es generar una reindustrialización interna y una reinserción internacional de los Estados Unidos. Eso a su vez va acompañado de un criterio que algunos especialistas han definido como el aislacionismo intervencionista. Es decir, no dejo de intervenir pero con una visión neoimperial busco crear esferas de influencia. Por ejemplo, en Groenlandia, el Golfo de México y Panamá. Esto genera un nuevo razonamiento con el resto del mundo. Sigue siendo China el problema central así que el objetivo es alejar a Rusia de China. Los analistas dicen que Biden empujó a Rusia hacia China. Todo esto va de la mano de destruir a la Unión Europea. Trump ha dicho abiertamente que no sabe para qué sirve la Unión Europea. La UE es un resabio de ese multilateralismo y debilitarla permite desarrollar una óptica bilateralista o, peor aún, unilateralista”.

PACTO MERCOSUR-UE

-¿Estamos ante la inminencia de la concreción del acuerdo Mercosur-Unión Europea o tendremos que esperar 20 años más?

-Es una pregunta difícil. Es como la del lobo que amenaza y nunca viene, hasta que finalmente viene. Sigue estando muy difícil la concreción del acuerdo. Francia es un jugador importante en este punto. Para los que pensaban que este año podía darse, incluso en el primer semestre, ocurre justo que la presidencia del bloque la ejerce Polonia, que también es reticente.

-¿La guerra comercial desatada a instancias de la Casa Blanca genera condiciones favorables para precipitar un acuerdo o al revés?

-En principio, aquel acuerdo planteado a finales de los ‘90 entre el Mercosur y la Unión Europea correspondía a un proceso de liberalización comercial en el mundo, con aperturas y la globalización en pleno auge. Ese no es el contexto de hoy. Justamente hay guerras comerciales en ciernes. Pero al mismo tiempo hay una singularidad y es que el actor principal de esta escalada arancelaria son los Estados Unidos de Trump. Y Europa, si quiere resistir a esto sin romper los puentes, al mismo tiempo desarrollar una política más autónoma con respecto a la problemática de la defensa, tiene que desarrollar nuevas dinámicas de coaliciones con otras partes del mundo. En otra de las líneas que hay dentro del trumpismo está lo de diversificar las relaciones. En la línea dura de enfrentamiento con China no se descarta el tener alianzas con los países que son más sensibles a las presiones de Estados Unidos, como Corea del Sur y Japón. Visto del lado europeo, América Latina y particularmente América del Sur es un continente con el cual se pueden establecer vínculos. Tal vez piensen: tratemos de ir resolviendo paulatinamente la cuestión agrícola y medioambiental porque sería una buena señal para el mundo lograr un acuerdo de libre comercio inter regional en momentos en que se intenta imponer el bilateralismo o unilateralismo proteccionista.

-Litio, gas, soja, petróleo y minerales críticos. ¿Estos recursos primarios suponen una ventaja permanente para nuestra región y para la Argentina? ¿O estaremos pasando de la ventaja a la desventaja de acuerdo a la variación de los precios internacionales?

-Es algo crucial para el desarrollo de gran parte de los países de América Latina. Creo que hay suficiente experiencia acumulada del pasado como para que esta vez se trate de actuar de manera diferente. Es decir, que el boom de la explotación de estas materias primas y minerales raros deje cosas para el futuro también. No creo en la explicación culturalista, esto de que no se puede porque el latinoamericano es de determinada manera. Creo que es un tema de consenso y políticas públicas. Hay que aprender del último período, el súper ciclo de las materias primas que fue desde comienzos de los 2000 hasta el 2013. Esto implicó grandes ganancias en términos de intercambio para los países de la región pero dejó muy poco. Cuando se terminó, se desinfló el crecimiento. Desde el lado latinoamericano estamos viviendo prácticamente una nueva década perdida. De lo que se trata es que esa explotación de recursos no se haga bajo un extractivismo cortoplacista y anti medioambiente. ¿Qué quiere decir cortoplacista? Que hay que pensar que Vaca Muerta sirva para mejorar la posición financiera externa de Argentina, algo que va a ocurrir en los próximos años, y que sirva también para invertir en el futuro. Por ejemplo, con la educación. Crear un fondo como lo ha hecho Noruega. No pienso que eso sea una característica cultural innata, lo que pasa es que hay que establecer reglas, hay que hacer que los negocios sean transparentes. Después está la cuestión medioambiental. El extractivismo puro y duro no puede ser a costa de las generaciones futuras. Los políticos que enfaticen en estos puntos van a ser escuchados más temprano que tarde. Son cuestiones que tienen sentido.

 

 

 

“Hay que pensar que Vaca Muerta sirva para mejorar la posición financiera externa de Argentina, y que sirva también para invertir en el futuro. Por ejemplo, con la educación. Crear un fondo como lo ha hecho Noruega”, sostiene el economista Carlos Quenan.