La sala de Junín 380 cierra sus puertas por la suba del alquiler y la incertidumbre

La crisis económica selló la suerte del teatro El Opalo

En casi trece años, el espacio albergó infinidad de obras de autores nacionales y una gran actividad pedagógica. Peligra el Instituto Nacional del Teatro.

Con un sentido posteo en su cuenta de Instagram, que generó numerosas reacciones de espectadores y artífices de la actividad teatral, el actor Nelson Rueda anunció el inminente cierre de la sala El Opalo, con capacidad para medio centenar de personas y que albergaba además una interesante actividad pedagógica en un primer piso de la calle Junín, a metros de la Avenida Corrientes.

En los últimos años, Rueda ha sido el rostro más visible de El Opalo, dentro de un equipo directivo que incluye también al periodista y director teatral Pablo Gorlero, a la directora Corina Fiorillo, a la actriz y docente Mariel Rueda (hermana de Nelson) y su esposo Carlos Blanca.

El protagonista de ‘Un instante sin Dios’ y ‘Las noches blancas’ atiende el llamado de La Prensa mientras descuelga telones y desarma los equipos de luminotecnia. “Este es un espacio que nosotros alquilamos hace casi trece años y las circunstancias del país han hecho que nos resulte casi imposible poder sostenerlo”, explica ciertamente apesadumbrado. “Con el fin de año nos tocaba renovar el contrato y el propietario nos avisó que probablemente nos dolarizaría la mensualidad, sumado a que además estudia demoler el edificio para desarrollar acá un proyecto inmobiliario. Te imaginarás la incertidumbre que eso significa, sumada a la precariedad con que funciona el teatro independiente, lo que nos llevó a desistir de seguir adelante”.

-¿Recibían algún tipo de apoyo del Estado?

-Hasta este año, tanto Proteatro como el Instituto Nacional del Teatro (INT) nos han acompañado, como lo hacen con este tipo de salas pequeñas a las que subsidian para que sigan funcionando. Nuestra contraprestación era que el 70 por ciento de lo recaudado iba siempre para los elencos y el 30 por ciento quedaba para el teatro, y no se les cobraba seguro de sala. Pero ese apoyo, al menos en lo que respecta al Instituto, ahora es una incógnita. Acaba de presentarse en el Congreso el proyecto de ley ómnibus, que -entre otras- deroga la Ley 24.800, que regula la reasignación de partidas. El INT se financia, justamente, con lo recaudado por el Enacom y con algunas multas televisivas y publicidades, pero si esa ley desapareciera el financiamiento del INT también correría serio riesgo.

 

AUTOR NACIONAL

La cartelera de El Opalo se inauguró en 2011 con el unipersonal musical ‘La malcriada. Opera insolente’, protagonizado por Verónica Díaz Benavente. El cierre, hace algunas semanas, fue con actividades de formación en el marco del primer Festival de Teatro Musical (FeTeMu), creado por Gorlero, y un ciclo de obras sobre los cuarenta años del retorno de la democracia.

“Esta es una sala donde siempre se programó mucho autor nacional. Fue una consigna que elegimos y una marca identificatoria de El Opalo”, señala el actor. “Augusto Fernandes y David Amitin daban acá sus talleres; también Beatriz Spelzini. Mariel (Rueda) ha dictado talleres para adultos mayores, y ahora mismo Marcelo Cosentino estaba dando sus clases de teatro”.

Puesto a repasar algunos hitos en la historia de tan activo espacio cultural, Nelson Rueda menciona ‘25 millones’, “una gran obra que dirigió Lisandro Fiks”, y ‘Quiela, el amor antes de Frida’, “un unipersonal hermoso de Mariano Taccagni, que protagonizó mi hermana. Antes de radicarse en Madrid, Heidi Steinhardt hizo acá ‘Aún no consigo besar’ en una temporada exitosísima. Y yo mismo actué en ‘Tu ternura molotov’, dirigido por Corina (Fiorillo). Más la presencia de Rodrigo Cárdenas, Marcelo Moncarz, toda gente de la gran familia teatral”.

-¿Y qué siente ante las reacciones por el cierre?

-Me embarga una gran tranquilidad por la tarea cumplida. Los gestos de amor y solidaridad que hemos recibido nos llenan el alma. En el teatro somos una gran familia, y que tus pares se pongan tristes por la novedad y te deseen suerte en la nueva etapa es reconfortante. Ya no tendré un teatro pero voy a seguir formando parte de este grupo de gente que lucha para que cada espacio siga manteniéndose en pie. Son ciclos que terminan y uno debe aceptarlo. Sólo espero que este no sea el principio del cierre de muchas otras salas.