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La chancha y los veinte

La chancha y los veinte es una tradicional expresión que significa querer todo sin ceder a nada.

 

La chancha y los veinte es una tradicional expresión que significa querer todo sin ceder a nada.

Existe más de una versión sobre el origen de esta famosa frase. La más escuchada, de tinte rural, explica que alguien se quiere llevar la chancha y sus crías (exagerando la expectativa, ya que la pobre chancha no suele tener tantos lechones en la camada). Con el crecimiento de los frigoríficos para acentuar las pretensiones, se agregó “...y la máquina de hacer chorizos”.

Hay otra explicación. En 1941 el Banco Central de la República Argentina, puso en circulación una moneda de níquel puro de 50 centavos, que popularmente se la denominó “la chancha”. La moneda de mayor valor en circulación existente hasta ese momento era la de 20 centavos. La expresión significaría que no solo se pretendía la de mayor valor sino también la que le seguía.   

 

LO QUIERO TODO Y LO QUIERO YA

Sea cual fuera el origen, la reconocida canción de Queen I want it all corrobora la intención de la citada frase. “I want it all, I want it all, I want it all, and I want it now”(Lo quiero todo, lo quiero todo, lo quiero todo y lo quiero ahora) que cantaba el  inolvidable Freddie Mercury parece marcar el ritmo de nuestra época. 

Los logros importantes e inmediatos, sin esfuerzo, son una tentación a cada paso. Desde cuestiones económicas -no casualmente el juego virtual por dinero está a la orden del día entre adolescentes cada vez más chicos- hasta otras que hacen al compromiso en vínculos profundos.  

Es que elegir, es también renunciar. No se logra ser verdaderamente libre si no es atándose a lo elegido. Y para eso habrá que renunciar a todo lo demás.  

Es que renunciar se asocia con dimitir, abdicar, abandonar, desertar, retirarse, cesar, desistir, rehusar, palabras que hoy suenan muy mal. Y mucho peor suena “sacrificarse”.

Nadie puede negar que hacer actividades con placer es reconfortante, que el estudio, el trabajo y las tareas cotidianas se hacen más llevaderos cuando son agradables. Por el contrario, que lo que se hace a disgusto no rinde los mismos buenos frutos. Es obvio. Pero una cosa es valorar la zona cómoda y otra aceptar que a veces lo debido no es siempre grato y aun así, es bueno afrontarlo. 

 

EL SACRIFICIO ESTÁ DEVALUADO 

En la era de la inmediatez y la comodidad se vive enfocado en disfrutar el presente sin pensar tanto en el futuro. Hay que darse los gustos ahora. El mañana, se verá. Este modo de ver la vida es en gran medida  el principal causante de la falta de compromiso que tienen muchas parejas a la hora de decidir formar una familia.

Más allá de los vaivenes económicos, no se suele privilegiar el ahorro para asegurarse un futuro mejor, La idea es usar el dinero al que se accede para darse los gustos inmediatos. Para los que tienen este modo de ver la vida no tiene sentido separar una parte (sea en la moneda que sea) para poder ser propietario de una vivienda en unos años.

El consumismo y una visión desesperanzada, hacen que pierda sentido sacrificarse para llegar a un objetivo deseado a largo plazo.

 

      

SER PADRES

 

Un paradigma en esta rivalidad entre la posibilidad de vivir la propia vida sin ataduras y un compromiso que necesariamente traerá ciertas incomodidades y renuncias, se plantea en una de las cuestiones que hoy más se ponen sobre la mesa: la elección de ser padres

Dice el empresario y tecnólogo Santiago Bilinkis que “En un famoso estudio, el brillante Premio Nobel Daniel Kahneman pidió a 900 mujeres que ordenaran sus actividades diarias por nivel de felicidad. Cuidar a los chicos quedó 16 de 19 por debajo de cosas como ver la tele o ir de compras, pero la ciencia más reciente nos muestra algo más sutil, algo que no aparece si miramos solo el cansancio cotidiano -lo que se conoce como la paradoja de la paternidad- Cuando salimos del día a día y miramos en el largo plazo los datos cambian: los padres no solo reportan mayor bienestar general incluso viven más años”.

Es cierto que, aunque muchas actividades de la vida diaria se hayan simplificado, ser madre o padre, sigue siendo trabajoso. “Casi la mitad de los padres dicen sentirse desbordados por el estrés en cambio entre los adultos sin hijos ese número baja al 26%” dice Bilinkis.

Sin embargo, agrega: “El 93% de los padres nunca se arrepiente de haber tenido hijos… Esa aparente contradicción condensa uno de los misterios más profundos y más hermosos de la paternidad. La raíz del malentendido se hace clara cuando cambiamos la mirada y la pregunta. Cuando usamos como vara la felicidad momentánea la paternidad puede parecer una pérdida, pero si en lugar de preguntar ¿sos feliz? preguntamos ¿sentís que tu vida tiene significado? la respuesta cambia por completo. Los padres ganan por goleada.” 

Lejos de ser limitación de la libertad, la renuncia y el sacrificio, a veces es expansión y posibilidad de crecimiento.

 

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