Hay dos reacciones que no se pueden tolerar en el fútbol. Y tampoco en la vida. Pero bueno, hablemos del juego de la pelota que nos representa en gran medida a los humanos, mal que nos pese. Una, es cuando un jugador le aplica un codazo artero en la cara a un rival que intenta sacarle, desde atrás, la pelota. Nada más cobarde y peligrosa que esa acción. Inaceptable. Lo puede matar y es de cagón. ¿La otra? Escupir en la cara al contrincante o a quien sea. Las dos animaladas, cómo mínimo, merecerían un par de noches bajo la sombras, detrás de las rejas.
La final que perdió Inter Miami a manos de Seattle Sounders (3-0) dejó imágenes bochornosas. Esta vez no fueron barras enojados. No se trató de hinchas bravos tutelados por alimañas políticas. No fue mano de obra de poderosos ni tipos que pasaron de una tribuna a otra con el afán de mostrar su aguante.
Los videos espantosos que grabaron la escena tuvieron su germen, en esta oportunidad, en la no aceptación de la derrota de Las Garzas, el equipo que comanda dentro de la cancha Lionel Messi y, fuera, Javier Mascherano, el DT. Los amigos argentinos cuentan con más socios de estos pagos en el plantel y también con uno de los hombres que ama el capitán del Seleccionado nacional, quien conmueve por estas horas a los hinchas albicelestes con el comienzo de su despedida del equipo campeón del mundo. De Luis Suárez se trata. El uruguayo fue protagonista de una imagen que recorrió el planeta y dio asco. El Pistolero se le fue al humo una vez consumada la caída de su equipo a Gene Ramírez, un hombre grande y encargado de la seguridad de Seattle Sounders. Se ve que el goleador tenía cierto fastidio hacia Ramírez y por eso, después de prepotearlo, le escupió la cara. Dicen que el acto de humillación podría podría costarle una dura sanción al charrúa y que, incluso, el reglamento habla de seis fechas de suspensión para ese tipo de agresiones. En Miami temen que el atacante reciba un castigo doble: uno propinado por la Leagues Cup y otro por la FIFA. Los más escépticos abren el paraguas y aseguran que al equipo de Messi no es fácil castigarlo. Eso sí, el hombre tiene tremendos antecedentes.
Pero antes de recordar las que ya hizo Suárez, vale un dato: en noviembre del año pasado Héctor Herrera recibió tres partidos de sanción luego de salivar a un árbitro por la espalda en la Major League Soccer.
Por ahora no existe información oficial y todas son especulaciones las que se manejan desde Estados Unidos. Si bien al viejo crack le correspondería media docena de partidos de suspensión por encuentros oficiales, habrá que ver si los jueces se animan a la sentencia.
Pero volvamos al prontuario de Suárez. El veterano grandote es de temer. Cuando se enoja, se enoja. Es reincidente en cuanto a este tipo de emociones violentas.
Hace ya quince años, en 2010, cunado Países Bajos era Holanda, la federación fútbol de esa liga lo sancionó con siete partidos de suspensión. El uruguayo era jugador del Ajax y le masticó el cuello al volante del PSV, Otman Bakkal. La pena fue mayor porque su propio equipo lo multó también y le agregó dos partidos más al castigo. No pudo mostrar su fútbol durante nueve fechas.
La comidilla continuó. Suárez fue suspendido por ocho partidos en 2011. Jugaba entonces para Liverpool, de Inglaterra y mordió al francés Patrice Evra. Fue la segunda vez que hincó los dientes en el cuerpo de un adversario. Ya en 2013 le clavó los colmillos a Branislav Ivanovic, de Chelsea y recibió una pena de 10 partidos sin jugar. Hasta allí su Currículim Vitae iba creciendo pero su fama de mordedor explotó durante el Mundial 2014 que se disputó en Brasil. Durante el partido que se jugó el 24 de junio de ese año entre Uruguay e Italia y tuvo como ganadora a la Celeste 1-0 (resultado que le dio el pase a octavos de final), Suárez mordíó al defensor italiano Giorgio Chiellini en el hombro. Promediaba el segundo tiempo y el árbitro mexicano Marco Antonio Rodríguez no vio la agresión. No existía el VAR y el delantero siguió jugando pero la mala noticia para los orientales llegó dos días después. La FIFA actuó de oficio luego de observarlas imágenes que repetía la TV y lo sacó del Mundial al agresor. La Casa Madre del fútbol mundial no lo perdonó y le aplicó una dura sanción: no pudo volver a pisar las canchas por espacio de cuatro meses.
Suárez purgó las penas. Pasó a Barcelona. Se hizo muy amigo de Messi y el rosarino terminó sumándolo a su proyecto en los Estados Unidos para compartir los últimos partidos como profesionales y, por qué no, paseos en yates con sus familias también.
Las malas lenguas dicen que la MLS se asemeja a uno de esos buenos torneos que se pueden ver en cualquier country de nuestro país. Lo hacen para bajarle el precio pero está claro que no se trata de una de las ligas más poderosas del Globo. Allí, se estima, los viejos cracks en retirada podrían jugar más distendidos. Sin embargo, sin embargo...
Hace unos meses se vio (otro) video en el que el bueno de Luis le muerde la mano ¡a su compañero Jordi Alba! (sin querer) en medio de un amontonamiento que se produjo en el último minuto del partido que Inter le ganó 3-1 a Los Angeles, en la Copa de Campeones de la Concacaf. El insólito bocado se dio luego de un intercambio de empujones con el brasileño Marlon Santos, del elenco rival. ¡Suárez le erró a su destinatario y casi se come al bueno de Alba. En rigor, esta vez fue apenas un mordisquito.
Pero esta semana el Pistolero fue noticia por una escupida.
Ojo, el escupido Ramírez tampoco fue un caballero. Se la pasó insultando a Suárez y, tras la agresión, dijo que eso fue “lo que me esperaba, la mordida”.
Como fuere Suárez, a los 38, debería pensar seriamente en el retiro.