La mirada global­

La ayuda humanitaria de ­la ONU no es un tema menor­

Renzo Spasiano y Carlos Eduardo Juárez son dos jóvenes argentinos que acaban de "desaparecer" misteriosamente en el Caribe. Con otros tripulantes, viajaban en una embarcación que transportaba ayuda humanitaria enviada por varias ONG para colaborar en los esfuerzos por tratar de paliar la dramática emergencia social en la que vive sumergido Haití.

Lo hacían fuera del mecanismo de las Naciones Unidas, a través del cual se coordinan eficientemente las operaciones de esa particular naturaleza que realizan distintas organizaciones no gubernamentales, cuando resulta necesario salir -de modo directo y previsible- en ayuda de las víctimas de los diferentes tipos de conflictos armados, de los inesperados desastres naturales, de las repentinas emergencias, o hasta de las catástrofes a veces provocadas, de muy distintas maneras, por el ser humano. En muchos casos se trata, más bien, de poder mitigar sus efectos.

La ayuda humanitaria internacional comenzó a suministrarse sistemáticamente en el mundo en 1948, en procura de atender coordinadamente los monumentales daños y perjuicios de distinto orden que fueron consecuencia inevitable de la Segunda Guerra Mundial.

Hablamos de la llamada Oficina de Cooperación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas, más conocida como OCHA, con sede en Nueva York y con distintas oficinas regionales, repartidas por el mundo entero.

Ella coordina con singular y reconocida eficacia y experiencia (esto es, hoy realmente como nadie) la labor del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, que tiene su sede en Ginebra; del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, y del Programa Mundial de Alimentos.

A lo que se suman la respuesta específicamente sanitaria a todos esos fenómenos, que es coordinada por la especializada labor de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y también la esforzada tarea del organismo creado por la Asamblea de las Naciones Unidas para proveer ayuda humanitaria directa a los 750.000 desplazados palestinos, la que hoy se extiende nada menos que a unos cinco millones de almas palestinas. Todo un enorme universo.

En la FAO, tratándose de los suministros de alimentos existe, además, un utilísimo Sistema Mundial de Información y Alerta Temprana.­

­235 MILLONES­

­En todo el mundo hay habitualmente nada menos que unos 145 millones de personas que necesitan y obtienen esas ayudas humanitarias. No es, por cierto, poca cosa. Ni puede minimizarse, en modo alguno. Hablamos de más de tres veces la población total argentina.

Además, hay unos 270 millones de personas reciben ayuda alimentaria por razones fundamentalmente de inseguridad, a los que obviamente es necesario proteger.­

Esa indispensable ayuda humanitaria es, algunas veces, también de tipo social. Esto es, no sólo estrictamente alimenticia. También de alojamiento, médica, de logística y/o -a veces- hasta moral.

Por la pandemia del Covid-19, esa enorme cifra de pacientes asistidos es hoy aún mayor. Hablamos de unos 235 millones de almas (una de cada treinta y tres), que no pueden, ni deben, ser simplemente abandonadas a su triste suerte.

La ayuda humanitaria debe, cuando ella es requerida con urgencia, como suele suceder, estar disponible en forma inmediata. Y debe poder ser sostenible en un tiempo prudencial, cuando ello sea indispensable. Debe además tener su propia independencia operativa. Y sus entregas y atenciones deben ser neutrales e imparciales, respecto de los intereses u objetivos políticos en juego. Salvar vidas es, siempre, el principal objetivo, cuando ellas están amenazadas.­

Los esfuerzos por paliar las crisis humanitarias no deben tampoco utilizarse como herramientas centrales de la política exterior de los donantes. Y deben respetar siempre, a rajatabla, los derechos humanos de sus circunstanciales beneficiarios.

¿Puede un país, como el nuestro que, pese a ser un gran productor de alimentos, está muy lastimado -y casi destruido- por la cada vez más notoria incompetencia de su horrenda clase política ser, de todas maneras, activo en materia humanitaria en el exterior? Por supuesto que sí. Pero ello naturalmente sin descuidar, para nada, la atención de las urgencias del mismo tipo que le son propias, o sea las domésticas.

­LA OMS­

­En la OMS, el responsable principal de su accionar es siempre elegido por la llamada Asamblea Mundial de la Salud. Hoy se trata de Tedros Ghebreysus, un ex dirigente del llamado Frente de Liberación de Tigray. Lo que no justifica, nos parece, tenerlo necesariamente por un ex terrorista, como algunos sostienen. Con demasiado rigor, creemos.

En su historia más reciente, el mencionado Ghebreysus ha sido crítica, creemos que con alguna razón, por haber favorecido la imagen internacional de China, violando así su deber profesional de mantener una estricta neutralidad en su andar, cuando del ejercicio de sus responsabilidades se trata.

Queda visto que el tema de la ayuda humanitaria no es, para nada, una­ cuestión menor, ni intrascendente.­

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