La apuesta a recomponer el vínculo de pareja en tiempos de rapidez y descarte
Hay momentos en los cuales la decisión de separarse es firme y otras en las cuales no lo es. Por un lado, se asoma la idea de la separación como la oportunidad de alcanzar un mayor bienestar, pero por otro lado, existe algo de confusión. Y ahí se acude a un terapeuta, ya sea de pareja o individual. Se racionalizan todos aquellos motivos por los cuales la relación debe llegar a su fin: disminuyó o desapareció el deseo y fue reemplazado por el rechazo, el tiempo juntos se torna algo molesto y aparece la separación como el próximo paso inevitable. Se enumeran en sesión todas aquellas razones por las cuales la pareja no es feliz, como pidiendo un permiso ante un juez para terminar de decidir. Sin embargo, algo posterga o dificulta la decisión. Pero el sólo hecho de acudir a terapia manifiesta que, en algún lugar, se guarda una esperanza de que todo vuelva a funcionar. Y es sobre esa expectativa sobre la que hay que trabajar. Esa pequeña posibilidad de que el amor o el deseo de seguir juntos vuelva a renacer es la que puede hacer que reaparezca.
A la mayoría de las personas les resulta más fácil tomar la decisión de separarse luego de un episodio de infidelidad o de violencia, pero cuando simplemente la pareja “no está bien” (sin ningún hecho atípico que irrumpe), la decisión de un cambio se posterga.
“No estar bien” puede hasta convertirse en una costumbre. Es la terapia vincular la que puede ayudar a que dos personas pasen de “no estar bien” a sí estarlo, simplemente al proponer algunas modificaciones en los roles asumidos, en las condiciones que no favorecen una relación satisfactoria (rutinas de extrema dependencia uno del otro, vínculos donde prima la competencia, aglutinamiento, aburrimiento, sucesos no elaborados, etc.).
Es necesario estar bien con uno mismo para poder estar bien con otro, de lo contrario el otro puede funcionar como un espejo y ser depositario de todo lo malo que no podemos ver en nosotros mismos. Muchas parejas acuden a terapia con la intención de separarse amistosamente y terminan apostando a hacer un último intento de volver a estar bien. Y luego ese intento se transforma en un vínculo amoroso, satisfactorio y estable.
En tiempos de velocidad, donde todo lo que no funciona se descarta y se cambia, apostar a reparar un vínculo es poco frecuente. Es entender que la perfección no existe, que los errores son humanos, que el deseo es fluctuante. Es ser tolerante. Es poder perdonar. Cualidades que vienen en descenso. Así como devolvemos los electrodomésticos que no funcionan, lo mismo pretendemos hacer con nuestras parejas amorosas, sin tener en cuenta que muchas veces hay caminos alternativos a la separación a través de los cuales también se llega a la felicidad: la terapia que apunta a rescatar lo que aún sigue uniendo a esas dos personas y modificar aquello que los separa.
Solana Ini
https://revistahada.wordpress.com/2023/11/29/la-separacion/