LA MIRADA GLOBAL
La Segunda Guerra Fría Mundial
Nuestra América no está al margen del conflicto que divide a los países en el siglo XXI.
El 24 de Febrero de 2022, cuando Vladimir Vladimirovich Putin decidió su criminal invasión a Ucrania, seguramente jamás pensó que estaba poniendo en marcha un conflicto bélico de imprevisibles alcances mundiales. Pero así fue. La pesada mancha de petróleo de la guerra universal comenzó su marcha con breves y atentados pasos. Una modesta Operación Militar Especial para reducir a Ucrania a la obediencia y a la servidumbre. Solamente unos 200.000 efectivos, dispuestos en cuatro columnas armadas que atacaron Ucrania por tres rumbos distintos: dos desde el norte, otra desde el este y la última desde el sur/sudeste.
No es el momento ni el lugar como para relatar toda esta guerra inicua, desatada por la supuesta segunda potencia militar del planeta contra una de las naciones más pobres de Europa. Evidentemente, el Kremlin cometió uno de los errores de cálculo militar más graves del planeta. Los objetivos de este ataque, según el testimonio ruso, consistían en "derribar y desnazificar el gobierno de Volodomir Zelenski", "desmilitarizar a Ucrania e impedirle entrar en la OTAN”, y "mantener las fronteras de la Federación Rusa lejos de las de los países miembros de esta Organización".
Desde el punto de vista del cumplimiento de sus objetivos, se trata de una guerra ya perdida por la Federación Rusa.
Ni pudo voltear al gobierno de Zelenski, militarizó absolutamente al pueblo ucraniano, cuyas capacidades bélicass actuales son dignas de la mayor consideración, logró la incorporación a la OTAN de Suecia (neutral desde 1812) y de Finlandia, convirtió al Mar Báltico en un Mar de la OTAN, perdió la tercera parte de su Flota del Mar Negro, no pudo mantener operativo al famoso puerto naval de Sebastopol y tampoco pudo sostener el bloqueo naval a Ucrania.
Para poder mantener sus capacidades militares profundizó sus alianzas militares con Irán y Corea del Norte, mientras mantenía las mejores relaciones posibles con China, y otros países no alineados.
Luego, la Segunda Guerra Fría Mundial se trasladó a Medio Oriente, con un impresionante ataque de Hamas a Israel, el 7 de octubre de 2023, que sorprendió por completo a la las Fuerzas Armadas hebreas. Hamas y Hezbolá son dos movimientos terroristas financiados y asistidos militarmente por Irán.
La respuesta de Israel no se hizo esperar y redujo a escombros a las fuerzas subversivas de Hamas en Palestina, a costa de destruir también cantidad de instalaciones y de población usadas por estos guerrilleros como escudos humanos. Luego se sumó al ataque contra Israel el otrora poderoso ejército terrorista de Hezbolá, desde el Líbano, quien también lanzó una feroz lluvia de misiles contra Israel que replicó con otra contraofensiva que diezmó estas otras fuerzas terroristas también apoyadas por Irán.
En realidad, ambos grupos paramilitares funcionaban como fuerzas especiales destinadas a la guerra asimétrica contra Israel, pero totalmente vinculadas con Irán y funcionales a su enfrentamiento contra los Estados Unidos y los países miembros de la OTAN.
Las derrotas de Hamas y de Hezbolá también debilitaron seriamente a la teocracia imperante en Irán y, de rebote, también a la Federación Rusa, cada vez más dependiente del suministro de drones y misiles por parte del gobierno de los ayatollas.
IMPENSABLE CAIDA
Pero los acontecimientos en Medio Oriente no terminaron allí. Ante la sorpresa de cantidad de analistas y expertos en temas miliitares, muy pocas semanas antes del fin de 2024 llegó la noticia bomba: el fin del régimen sirio, sostenido a capa y espada por Irán y Rusia a través de décadas. Este fue un tremendo revés para la teocracia chiíta y para Putin, dos países tan debilitados militarmente que ya no pudieron hacer absolutamente nada para evitar su caída.
La posición geográfica, política y militar ocupaba un lugar tan clave en el juego de poder del Kremlin, que todo lo que se diga es poco. Además, los rusos tenían en Siria su única base naval militar sobre el Mediterráneo, más una base aérea también muy útil. Bases que abandonaron inmediatamente no bien cayó el dictador sirio.
Intentaron conversaciones con el nuevo gobierno islámico, pero todo el territorio sirio es ahora un tembladeral, dividido en cien fracciones distintas, pero donde los jugadores más fuertes ya no son Irán ni Rusia, sino los Estados Unidos, Israel y Turquía.
Más el caldero de los restos del Estado Islámico y su odio cerval a Rusia. Putin perdió un importantísimo bastión simplemente porque no lo pudo defender.
Y mientras la estrella del jefe del Kremlin empalidece, aumenta el brillo de la de Recep Tayyip Erdoğan, pese a que está muy comprometido en su lucha contra los kurdos. Pero tiene las llaves del Mar Negro en el Bósforo y los Dardanelos. Rusia no puede entrar ni sacar una nave en ese mar porque no puede contra la OTAN, representada en ese caso por Erdogan. Turquía tampoco reconoció jamás la anexión de la Península de Crimea, ni del Dombás y se mantiene como un continuador del Imperio Turco de la Sublime Puerta, enfrentado con Rusia desde hace varios cientos de años. Si a Putin lo desvela la historia, a Erdogan también, pero está obteniendo muchos mejores resultados.
El Kremlin, en sus esfuerzos por evitar levas, invitó a Corea del Norte a mandar tropas para pelear en el territorio ruso invadido por Ucrania. Por esa razón acudieron al Oblast ruso de Kursk unos 10.000 combatientes norcoreanos, con lo cual la mancha de petróleo pesado de esta Segunda Guerra Fría Mundial va siguiendo su marcha imparable.
En este conflicto se observan tres grupos:
I) Antioccidental, constituido por Rusia, Irán, (con los grupos terroristas Hamas y Hezbolá) Corea del Norte, y la posición ambigua de China.
II) Occidental, integrado por los 32 países de la OTAN liderados por por los Estados Unidos, mas 18 naciones más, lo cual da un total de 50 países repartidos en todo el mundo, pero con especial peso en Europa.
III) Países no alineados, pero que se van alineando a medida que esta Guerra Fría avanza.
EN AMÉRICA
Puede decirse que esta Segunda Guerra Fría Mundial se acaba de trasladar al continente americano a través de dos asunciones electores clave para la futura toma de decisiones políticas y bélicas. La primera ocurrirá mañana en Caracas, en medio de una incertidumbre mortal, la cual divide absolutamente las aguas de la opinión pública.
La incógnita sobre cual será el nuevo presidente de Venezuela es total porque el 9 de enero venció el mandato presidencial del tirano Nicolás Maduro Moros y, cómo nunca pudo mostrar las actas del comicio nacional realizado el 28 de julio último, en la mayoría de los países más importantes del mundo se ha aceptado el triunfo del candidato opositor del chavismo, don Edmundo González Urrutia, el candidato prohijado y promovido por doña Carolina Machado, la principal dirigente opositora de Venezuela.
Desde el punto de vista constitucional, Nicolás Maduro ya no puede ostentar los atributos de presidente de la Nación, porque su nombramiento no surge del conteo de los votos, sino de una simple afirmación del Colegio Nacional Electoral de Venezuela sin sustento técnico ninguno. Las actas, para todos cuantos las fotografiaron y contaron, alcanzaron a dos tercios de los votos emitidos. El chavismo no tuvo nunca actas para mostrar, por eso resulta inválida la asunción de Maduro.
¿Quienes apoyan la asunción de Maduro? Tres países miembros del Foro de San Pablo, o de la Conferencia de Puebla, a gusto del consumidor: México, Colombia y Brasil. También Nicaragua, Cuba, Irán, Rusia y Corea del Norte. A esos países deben agregarse algunos gobiernos de las Antillas, pero poco más.
¿Quienes se oponen a la asunción de Maduro? La Argentina, Chile, Perú, Uruguay, Paraguay, Ecuador.
Lo que ocurra en Venezuela también será capital para la Segunda Guerra Fría. El eje La Habana-Caracas fue el principal apoyo regional de la Federación Rusa luego de la tremenda implosión de la Unión Soviética, en diciembre de 1989.
La situación económica, social y política de Cuba y de Venezuela es una lágrima compartida, donde la miseria es general. Desde 1959 gobierna el castrismo en Cuba, sin haber hecho elecciones jamás, pero con una tremenda ayuda de la Unión Soviética primero y el refuerzo de Venezuela después. El castrochavismo también ha visto convertir en una ruina económica a Venezuela, con ocho millones y medio de emigrantes, y sin otro motivo que una pésima administración y una persecución política digna de los Zares o de los bolcheviques, manejada impiadosamente por los inescrupulosos funcionarios cercanos a Maduro.
EL TURNO DE TRUMP
La asunción constitucional de Edmundo González Urrutia, o la asunción de facto de Nicolás Maduro, llegará en medio de polvos y tormentas borrascosas. Nadie espera bonanza ni en Venezuela, ni en el resto de América, incluido el Mar Caribe. "Cosas veredes Sancho, que harán al mundo fablar", le hizo decir Cervantes a Don Quijote de la Mancha. Nunca mejor aplicada esta frase para estos momentos.
Dos tremendas fuerzas en pugna chocarán en Caracas y en esta región a partir del viernes 10 de enero. Como dijo otro poeta castellano: "Ni en la paz de los sepulcros creo".
Para mayor confusión, todo esto ocurrirá durante los últimos diez días del mandado de Joe Biden, presidente saliente de Estados Unidos, y el lunes 20 de enero, día de la asunción como presidente electo, por clara mayoría de Donald Trump.
Una nueva administración y de distinto signo político para capear esta guerra fría inexorable, cada día con mas muertos, con mayores pérdidas y mayores cambios. Ahora a las puertas de América, donde estamos todos nosotros. Ahora con Buenos Aires como un punto significativo dentro de los sucesos mundiales.