Hace 50 años se producía la caída de la dictadura más antigua de Europa

La Revolución de los Claveles (segunda y última entrega)


La “Revolución de los Claveles”: ¿Socialismo o democracia a la europea?

El Movimiento de las Fuerzas Armadas le ofreció la presidencia al exjefe del ejército, general Spínola. Este a su vez designó a Adelino de Palma Carlos, prestigioso abogado, como primer ministro. El gabinete ministerial estuvo conformado por siete spinolistas, tres socialistas y dos comunistas. El Partido Socialista de Portugal había sido fundado recientemente en Alemania Federal y era conducido por Mario Soares, un duro opositor al salazarismo, exiliado en Francia, después de una docena de detenciones y una deportación en África. Los comunistas eran conducidos por un legendario dirigente, Álvaro Cunhal, quien sufrió cárceles y deportaciones durante el régimen del “Estado Novo”, un marxista-leninista fiel a Moscú.

A pocos días del estallido revolucionario, el 1° de mayo, día internacional del trabajo, las calles de Lisboa se llenaron de una multitud nunca vista antes. ‘O povo unido jamais será vencido’, cantaban los manifestantes, pero el camino hacia la libertad tuvo sus obstáculos e inconvenientes. En julio, la presión del MFA llevó a que Spínola reemplazara a Palma Carlos por el general Vasco Concalvez, vinculado al Partido Comunista, que siguiendo los consejos de Boris Ponomariov, estratega de la política exterior soviética, pretendía superar momentáneamente el concepto de enemigo de clase y acercarse a los militares. El nuevo primer ministro no fue bien visto por el spinolismo y la derecha lusitana que pergeñó un golpe. Sin embargo, el MFA llamó a una importante movilización popular que impidió el alzamiento y produjo la renuncia de Spínola, quien fue reemplazado por el general Francisco da Costa Gomes, el 30 de septiembre.

HABILIDAD

El nuevo presidente se manejó con habilidad frente a los sectores divergentes de la Revolución. Aceleró el proceso de descolonización y llamó a elecciones para una asamblea constituyente que diera por tierra el orden jurídico del Estado Novo. También integró el Consejo de la Revolución junto al teniente coronel Otelo Saraiva de Carvalho, tal vez el mejor estratega de la Revolución. Veterano de la guerra en Angola, encargado de la toma de Lisboa (que había elegido la prohibida canción Grandola, vila morena como contraseña), Saravia de Carvalho se hizo cargo del Comando Operacional del Continente (Copcom), grupo de élite encargado de detectar y reprimir posibles actos contrarrevolucionarios. El 11 de marzo de 1975, los spinolistas intentaron dar un golpe, que fue descubierto y abortado. El efecto inmediato fue el avance del sector más revolucionario liderado por Saraiva de Carvalho.

Durante lo que se llamó ‘el verano caliente de 1975’ se nacionalizaron Petrosul; la Companhía de Caminhos; Ferro Portugueses; la empresa aérea TAP; el transporte marítimo; la siderurgia; las tabacaleras; la electricidad y el sistema bancario. Esta política de nacionalización de la economía generó duros enfrentamientos entre socialistas y comunistas, los primeros críticos de las medidas y los segundos a favor. Pero tal vez lo más importante de destacar fue el apoyo popular que contaron cada una de las medidas tomadas, que pasaron del apoyo esporádico al organizado en diversas comisiones populares, por ejemplo la de inquilinos o las de los campesinos que expropiaron tierras, que fueron consideradas legales por el apoyo que recibieron del MFA y el PC. Pero no todo fue armonía entre los revolucionarios. Álvaro Cunhal trató de mantener las mejores relaciones con Costa Gomes y Vasco Concalvez; en cambio Saraiva de Carvalho no fue tan diplomático y dio rienda suelta al “poder popular” más radicalizado de los obreros y los campesinos.

GUERRA FRÍA

En plena Guerra Fría y al lado de la España franquista, Portugal se convirtió en una preocupación para el gobierno norteamericano del presidente Gerald Ford y del secretario Henry Kissinger. Vietnam; la crisis por la política de la OPED; el Perú de Velasco Alvarado; el Chile de Allende; Anward el-Sadat en Egipto y Háfez al-Ásad en Siria parecieron más que suficientes. Y si algo faltaba, los antiguos colonos blancos de Angola, que habían perdido bienes y propiedades en el proceso de descolonización, se organizaron para la caída del gobierno revolucionario.

“SOARES TUVO RAZON”

Por otra parte, Kissinger cometió el error de no creer en el socialista Soares, que apostaba a que la Revolución madurara y encontrara un punto de equilibrio. Tampoco Ford le envió a Costa Gomes los préstamos que le había pedido para mejorar la débil economía portuguesa. La historia demostró que Soares tuvo razón. En las elecciones constituyentes, el PS salió victorioso y detrás el Partido Popular Democrático de Francisco Sá Carneiro, de orientación conservadora. Los comunistas quedaron en tercer lugar.

Envalentonados, los socialistas exigieron la renuncia de Concalves y abandonaron el gobierno. A la vez, un sector del MFA, el Grupo de los Nueve, conducidos por el mayor Ernesto Melo Antunes y el capitán Vasco Lourenco, de orientación tercermundista criticó la política de alianza de los militares y el PC. Lo llamativo de todo esto es que los comunistas se radicalizaron y abandonaron a su suerte a Goncalves. Tras el proceso de descolonización, en que la Unión Soviética estuvo más que interesada, el PC se alejó del gobierno. ¿Había dejado Portugal de ser importante para la política soviética una vez logrado el objetivo?

El presidente Costa Gomes relevó a Goncalves y le encargó al almirante José Batista Pinheiro de Azevedo la formación de un nuevo gobierno. Claro que este giro hacia la derecha, generó una serie de acontecimientos de violencia.

El 12 de noviembre un grupo de obreros asaltó la Asamblea Constituyente y tomó de rehenes a los diputados socialistas y de la derecha. El 25, se sublevó un comando de paracaidistas que respondían a Saraiva de Carvalho. Esto le permitió a Costa Gomes recobrar la iniciativa y sacarse de encima a la extrema izquierda de la Revolución, que fue reprimida por el general Antonio dos Santos Ramalho Eanes, flamante jefe del Estado Mayor del Ejército.

Así las cosas, a dos años del inicio de la Revolución, el 25 de abril de 1976, se llevaron a cabo las elecciones generales para elegir un nuevo gobierno. Soares se convirtió en el nuevo primer ministro. Los socialistas habían obtenido el 35 por ciento de los votos. El nuevo gabinete no contó con los comunistas ni con el resto de la izquierda. El 27 de junio se eligió al nuevo presidente de la República Portuguesa. Ramalho Eanes triunfó con el 62 por ciento de los votos, frente al 16 por ciento de Saraiva de Carvalho.

Si bien el Consejo de la Revolución siguió existiendo un tiempo más, casi sin poder alguno, lo que quedaba de la etapa revolucionaria fue languideciendo. La socialdemocracia germana apuntó y sostuvo el gobierno de Soares, quien luego llegó a la presidencia de Portugal. Los socialistas gobernaron hasta 2005 y desde allí el Partido Social Demócrata de orientación de centro derecha.

La “Revolución de los Claveles” fue el último proceso revolucionario de Europa Occidental a imagen y semejanza de la Revolución Francesa. Tuvo su etapa girondina, seguida por una jacobina y finalmente llegó su termidor. Una gesta cargada de expectativas y contradicciones; con protagonistas que jugaron el todo por el todo para terminar con el salazarismo. En el Portugal de hoy circula el euro y no los escudos; las antiguas colonias son estados soberanos y el país continúa siendo miembro de la OTAN. Seguramente ninguna emisora radial hace sonar Grandola, Vila Morena.