La OTAN y el enigma del caldero ruso
"Rusia es un acertijo, envuelto en un misterio, dentro de un enigma".
Winston Churchill, 1º de Octubre de 1939
El 1º de octubre de 1939, el genial Winston Churchill pronunció una de sus más famosas definiciones: “Russia as a riddle wrapped in a mystery inside an enigma" ("Rusia es un acertijo, envuelto en un misterio, dentro de un enigma").
Esa emblemática frase, jamás olvidada, se transformó el 24 de junio en un aluvión de recuerdos para gran cantidad de observadores europeos, a partir de la increíble excursión militar de Eugenio Prigozhin, al mando de varios miles de mercenarios de su Grupo Wagner, quien no solamente repasó las fronteras rusas y tomó militarmente, en dos horas, la estratégica ciudad de Rostov, sobre el Don, (poblada por 1,3 millones de almas) sino que inició una marcha de ochocientos kilómetros en procura de Moscú con el propósito anunciado de arrestar en sus oficinas, o donde estuvieren, al ministro de Defensa ruso, teniente general Serguei Shoigú, junto con el jefe del Estado Mayor, general Valery Gerósimov, a quienes culpó del fracaso de la mal llamada "operación militar especial" y de la muerte de 200.000 militares rusos en los campos de batalla de Ucrania.
Pero esa incursión armada, finalizada en forma incruenta, fue simplemente la frutilla del postre, la bandera ondeando en la cima de la fortaleza, luego de una gran cantidad de hechos políticos y militares rusos que, durante quince meses, han rozado lo absurdo y también lo incomprensible.
En primer lugar, el propósito explícito de Vladimir Vladimirovich Putin consistía en: a) desnazificar Ucrania; b) desmilitarizar Ucrania; c) mantenerla lejos de la OTAN d) anexar definitivamente, (además de Crimea y Sebastopol), cuatro oblast (pequeñas provincias) del Donbás, limítrofes con la Federación Rusa.
La desnazificación de Ucrania, un propósito bastante oscuro, de difícil comprensión, significaba que Ucrania debía seguir fielmente las órdenes y sugerencias del Kremlin, so capa de ser tomados por nazis. Esta palabra, en el diccionario ruso, significa "lo contrario políticamente al Kremlin". Algo muy parecido al término griego barbaroi, cuando esta palabra definía todo lo que no era parte de la civilización helénica. De allí proviene la palabra "bárbaros" (los que no eran griegos). El tirano Rosas también usaba esa calificación, pues titulaba como "bárbaros y salvajes unitarios" a todos cuántos no pensaban como él.
Ucrania cometió el pecado de tomar un camino diferente del ruso, sin darse cuenta de que, para Rusia y su élite del poder, se convirtieron automáticamente en "nazis", en enemigos declarados del neozarismo imperial encarnado por Putin.
Esto significó, también, una guerra santa, porque el Patriarcado Cristiano Ortodoxo de Moscú, liderado por Cirilo I, de manos dadas con Putin, declaró como satánicos a todos los pueblos de Occidente que no seguían la religión verdadera, es decir, la suya, el Patriarcado Cristiano Ortodoxo Ruso con sede en Moscú.
Evidentemente, una cosa consistió en dominar militarmente y anexar a Chechenia, con una superficie de 16.000 kilómetros cuadrados (la mitad de la superficie de Tucumán) y un millón y medio de habitantes; o al vecino país de Georgia, con 70.000 kilómetros cuadrados de superficie y una población menor a los 4 millones de habitantes, que a Ucrania, con 600.000 kilómetros cuadrados y una población de 44 millones de personas.
Pero, como Rusia es un acertijo envuelto por un misterio dentro de un enigma, Putin decidió, con solamente 200.000 militares, conquistar militar y políticamente a un país de las dimensiones de Ucrania. La única chance que tenía esa apuesta era que, a partir de la criminal invasión ordenada por el Kremlin, Volodímir Zelenski huyera inmediatamente de Kiev, con rumbo desconocido, acompañado por su gabinete y que las tropas de Putin colocaran, en su lugar, a un gobierno títere. Desde el momento en que el líder ucraniano decidió quedarse y luchar, el intento ruso se desmoronó y esa guerra fatal de Vladimir Putín, comenzó a perderse.
Fuentes confiables dicen que se necesitaban entre 800.000 y un millón de hombres de armas para dominar militar y políticamente a Ucrania. Usar la quinta parte de las fuerzas militares necesarias fue un tremendo error garrafal de Putin y allí comenzó la debacle militar de la Federación Rusa.
GUERRA MEDIATICA
Como el principal argumento político de Putin es el terror, con especial énfasis en la amenaza nuclear, descuidó completamente los problemas de imagen mediática. Y allí se hizo fuerte, con todo, el presidente Zelenski y, en ese crucial terreno militar, le sacó un campo de ventaja a Putin.
Zelenski asumió el papel de víctima principal frente a una gran potencia militar y nuclear como Rusia, cuyas fuerzas armadas convencionales, además, eran consideradas, hasta el 24 de febrero de 2022, como el segundo ejército del Planeta. El presidente ucraniano comenzó a pedir ayuda a todos los países de la tierra, no solamente a la OTAN y a la Unión Europea. Pero, claro, fue en los países de Occidente, tan ferozmente denostados por Vladimir Putin y Cirilo I, donde encontró los principales apoyos para sostener a Ucrania económica y militarmente. Cómo dijo Napoleón: "el oro es el nervio de la guerra". Y fueron precisamente los países de la OTAN, encabezados por los Estados Unidos, los primeros en acudir con dólares y armas en auxilio de Ucrania.
Mientras tanto, el acertijo ruso puso, en los campos de batalla ucranianos, un raro armado militar, compuesto por un comando tripartito, integrado por tres fracciones, supuestamente distintas, en el momento de invadir Ucrania. Por un lado, el teniente general Ramsán Kadírov, jefe, al inicio de los combates, de 3.000 soldados chechenos, conocidos popularmente como kadirovitas, por su adhesión total al jefe, y que ahora han aumentado a unos 8.000 efectivos. Estos soldados son musulmanes y combaten en nombre de Alá.
El segundo componente militar está constituido por las fuerzas armadas regulares de la Federación Rusa, incluidas en el orden de batalla que depende del Ministerio de Defensa de este país, liderado por Shoigú y Guerásimov. Como tercer componente militar, independiente de los otros dos, figura el general Eugenio Prigozhin, director propietario del Grupo Wagner, cuya composición ha variado entre 20.000 y 50.000 soldados mercenarios.
Esta extraña mixtura, para muchos observadores militares de Occidente, es una completa rareza, porque no subordinaba todas las tropas a un mando único, sino que las dividió, en principio, en tres compartimentos estancos. Con una particularidad, Chechenia es una nación perteneciente a la Federación Rusa, pero tenía un comando militar independiente. Un poco parecido a la época de la Organización Nacional argentina, cuando había ejércitos provinciales.
Las relaciones entre los miembros de estos tres grupos de militares, no fueron las mejores, desde el inicio. Había una velada competencia entre ellas, lo cual motivó que las fuerzas militares de Kadirov, luego de algunos meses, fueran pasadas a retaguardia, para evitar problemas con los mercenarios del Grupo Wagner dirigidos por su director propietario, Eugenio Prigozhin, quienes fueron ocupando los puestos más relevantes del frente del Donbás. Un protagónico de aquéllos.
LOS LAURELES
Ante sucesivos fracasos de las tropas rusas en Ucrania, tanto en Kiev (capital de 3 millones de habitantes) bien defendida por las fuerzas militares ucranianas, como Járkov, la segunda ciudad del país, imposibles de tomar por las fuerzas invasoras rusas, comenzó el extraño y creciente protagonismo de Prigozhin y sus mercenarios.
Realmente, resulta parte del enigma ruso, que un ejército regular considerado como la segunda potencia militar del mundo, tenga como fuerza más destacada y brillante a un grupo de mercenarios no alineados bajo la estructura formal del Ministerio de Defensa.
Pero eso fue lo que ocurrió durante largos meses, sobre todo cuando Prigozhin obtuvo las victorias de Soledar (preparatoria) y de Bajmut, el 20 de mayo, aproximadamente. Ambas fueron un triunfo raquítico para una ofensiva rusa de invierno (boreal) que tuvo que sumar además, dos meses de la primavera para poder alcanzar su objetivo. Pero fueron las únicas victorias obtenidas por la Federación Rusa en todo este tiempo.
Tal vez lo más tremendo de toda esta situación fueron las declaraciones formuladas por Prigozhin una vez obtenida la victoria de Bajmut, cuando acusó a los altos mandos militares rusos de haber construído un fracaso mortal con la invasión a Ucrania.
Dijo que la Federación Rusa, con su torpe ataque del 24 de febrero, cuando invadió a su país vecino, no lo había desnazificado nada, ni desmilitarizado un pito. Tampoco había alejado a la OTAN de sus fronteras, si no al revés, las había acercado considerablemente, con los ingresos de Suecia y Finlandia en el Tratado Atlantista. Para ello, Estocolmo había roto su política de neutralidad, iniciada en 1812, luego de las Guerras Napoleónicas, hace más de doscientos años.
Las críticas de Prigozhin, implacables, también mencionaron la enorme cantidad de militares rusos sacrificados en esta invasión sin destino a la vista.
La acumulación de cadáveres en hogares rusos, agregó el dueño del Grupo Wagner, producirá un malestar social y político muy difícil de manejar y abrirá las puertas a una insurrección social parecida a la que volteó el gobierno de mil años de los zares, en tiempos de Alejandro Kérenski, en 1917.
Finalmente, Prigozhin pidió la inmediata destitución de Shoigú y Gerásimov, y dijo que jamás volvería al frente ucraniano bajo las órdenes de estos "payasos" (así los llamó a los dos máximos responsables del Ministerio de Defensa ruso). Se retiró provisionalmente a la retaguardia, en tierras ucranianas ocupadas por Rusia, luego de muchos meses de encarnizados combates en Bajmut, donde admitió que el Grupo Wagner tuvo 20.000 bajas mortales, de los cuales 10.000 fueron ex convictos reclutados en las cárceles rusas por el propio Prigozhin.
MARCHA SOBRE MOSCU
De pronto, sin que absolutamente nadie lo hubiera previsto, el 24 de junio, el jefe de los mercenarios cruzó la frontera rusa y tomó la ciudad de Rostov en el Don, en la desembocadura de ese importante río, pieza clave del Comando Sur del Ejército ruso, lugar desde donde se dirige la guerra contra Ucrania. Fue recibido como un héroe por la población y muchos militares que se desempeñaban allí, incluidos los de la Guardia Nacional, que solamente responden al presidente Putin y no al Ministerio de Defensa. Los hechos son muy conocidos y no hace falta repetirlos aquí.
Pero es una absoluta anomalía, un misterio, que un grupo de mercenarios tenga tan tremenda popularidad como para que nadie osara detenerlos en su excursión punitiva hacia Moscú y que las aeronaves que se asomaron delante de estos expedicionarios, con sus comandantes y tripulantes militares, fueron abatidos sin dudar porque, al decir de los jefes amotinados: "esos aparatos eran un peligro para la marcha de las tropas".
Cuando los mercenarios estaban a menos de 300 kilómetros de Moscú, una llamada a Prigozhin del dictador bielorruso Lukashenko, puso fin a la asonada. El convoy volvió sobre sus pasos y, por el momento, aquí no ha pasado nada. Aparentemente. En realidad, debe estar pasando de todo.
Pero la conducción tripartita ha desaparecido hasta nueva orden. Kadirov y el resto de los kadirovitas firmaron su conformidad a obedecer las órdenes de los altos mandos regulares del Ejército ruso. Los mercenarios Wagner deberían firmar un acuerdo con el Ministerio de Defensa ruso, si quisieran seguir peleando en Ucrania. De todos modos, esto todavía no está demasiado claro, porque los sueldos de Wagner son muy superiores a los de las tropas regulares. Otra incógnita más, dentro de muchas otras.
Queda como corolario que, 500 días después de haber invadido a Ucrania, las tropas de la Federación Rusa responderán, por fin, a un mando militar unificado, centrado en su Ministerio de Defensa. No es poco decir, después de todos los hechos anómalos descriptos.
LA GUARDIA NACIONAL RUSA
Entre 2011 y 2013 estallaron protestas populares en distintas ciudades rusas, como Moscú y Rostov, con acusaciones de fraude cometidos por Rusia Unida, el partido político encabezado por Vladimir Putin, a la sazón en el poder. El escándalo fue subiendo de tono y culminó con muchos manifestantes detenidos, entre los cuales había numerosos opositores al Gobierno. Estos sucesos sorprendieron y alarmaron al presidente ruso y decidió hacer importante cambios en el tema de la Seguridad Interior.
Como se sabe, las crisis son parteras de nuevas instituciones y, en este caso, el jefe del Estado decidió la creación de una nueva fuerza militar de seguridad.
Así nació, el 5 de abril de 2016, la Rosgvardiya: la Guardia Nacional de Rusia, dotada de unos 400.000 efectivos que responden directamente a Putin, a través de su jefe, el general Viktor Vasilievich Zólotov, viejo amigo y cofrade del presidente ruso desde sus lejanas épocas de juventud, allá en San Petersburgo.
El 12 de junio de 1991, el profesor de Derecho Anatoli Sobchak fue el primer alcalde de San Petersburgo elegido democráticamente. Para esa fecha, fue elegido como vicealcalde de esa ciudad, el abogado Vladimir Putin, uno sus más renombrados seguidores, junto con Dimitri Medvedev.
En esa época, bastante violenta, por cierto, bajo la implosión de la ex Unión Soviética, el hoy general Viktor Zólotov era únicamente el guardaespaldas del alcalde Sobchak.
Había comenzado su carrera con los guardias fronterizos de la KGB y era muy destacado en defensa personal. Muy deportista, desde esa época fue sparring de Putin en yudo y boxeo. También fue guardaespaldas de Boris Yeltsin y del propio Putin.
Hasta el 5 de abril de 2016, Zolotov era comandante de las tropas interiores de Rusia y jefe del Servicio de Seguridad Personal del presidente ruso. A partir de ese día fue nombrado jefe de la Guardia Nacional de Rusia, con una dotación militar bajo su mando que se calcula entre 400.000 y 450.000 efectivos. Si este último número fuera cierto, tendría aproximadamente la mitad de las fuerzas militares rusas, casi equivalente al medio millón de hombres.
Estas tropas están preparadas para mantener el orden interno en un país con 17 millones de kilómetros cuadrados de extensión, desde el Mar Báltico hasta el Océano Pacífico y desde el Mar Negro hasta el Océano Ártico. Sus fuerzas están repartidas entre ocho regiones, una de las cuales está apostada en Rostov en el Don, pues es una ciudad del Sur absolutamente estratégica desde el punto de vista militar y político. Coinciden allí con un importantísimo puesto de mando y comunicaciones del Ministerio de Defensa ruso.
Pues bien, tanto al puesto de mando de la Guardia Nacional, como al del Ejército ruso, Prigozhin los saltó en dos horas, como se se tratara de alambrados caídos. Y partió hacia Moscú entre los vítores de la población de Rostov.
Claro, eran tropas veteranas, victoriosas, prestigiosas, armadas con tanques, artillería y defensa antiaérea. Demasiado, tal vez, para unas fuerzas abocadas fundamentalmente a la seguridad interior. "Negociemos, don Inodoro", habría dicho el famoso perro Mendieta.
Pero, como aviso -¡Guardia la tosca!, como se decía en el campo cuando se andaba por caminos de tierra- seguramente, este grave hecho de armas tendrá sus consecuencias para la Guardia Nacional, necesitada seguramente de más tanques y más artillería, por si las moscas. De todos modos, esta Guardia responde al círculo más íntimo de Putin.
LOS PASOS DE LA OTAN
Entre los temas más importantes tratados por la Organización del Tratado del Atlántico Norte en Vilna, la capital de Lituania, figuraba el ingreso inexorable, en ese gran tratado defensivo militar, de Finlandia y de Suecia, obtenida ya la aprobación de Turquía para los suecos. De esta manera, se cierra un círculo de acero sobre el Mar Báltico, convertido en un mare nostrum de la OTAN, pues Suecia y Dinamarca controlan los pasos hacia el Mar del Norte y el resto del Océano Atlántico, y las fuerzas armadas de Finlandia y de Estonia, la desembocadura del Rio Neva sobre el Golfo de Finlandia. Por su parte, Lituania y Polonia vigilan el ingreso por tierra hacia la fortaleza rusa de Kaliningrado, aislada su alma.
Este es un momento bisagra en la guerra de Rusia contra los países atlantistas y sus socios. Vietnam y Afganistán son claros ejemplos de guerras, a la larga, inviables económica, política y militarmente. Por ahora, no se vislumbra ninguna debilidad por parte de Ucrania ni de la OTAN. En cuanto a Putin, debe estar orejeando sus cartas, como en el truco.