La Era de las persianas bajas

El fenómeno se repite en cada pueblo, en cada ciudad, en cada provincia. Es un efecto que ha tomado ya dimensiones nacionales. El esquema económico de fogonear la recesión para sofocar el proceso inflacionario cobra sus víctimas naturalmente en la industria y en el comercio. El consumo cae en picada.

En las avenidas y centros comerciales comienza a ser natural observar locales vacíos, negocios que hasta no hace mucho tiempo atrás estaban operativos. Hoy, con la persiana baja, las cadenas y el candado, juntan tierra y hojas secas. Las boletas de los servicios, arrojadas por debajo de la puerta, tapizan el piso.

Hay que detenerse un momento a pensar que cada uno de estos locales vacíos significa el naufragio de un proyecto comercial, la frustración de un emprendedor que puso tiempo y capital detrás de un objetivo ahora trunco, la incertidumbre de quien no sabe cómo va a seguir adelante.

Era sabido que el implacable ajuste libertario iba a terminar en esto. Y es de suponer que todavía no lo hemos visto todo. El apretón monetario, el atraso monumental de los salarios, tenía que derivar de forma inevitable en una merma del consumo. Esa es la única forma que el Gobierno entiende podrán disciplinarse los precios.

Los comerciantes, en este caso, se encontraron prisioneros de una ecuación insalvable. Después de diciembre comenzaron a recibir listas de precios que llegaron a actualizarse dos veces en la semana; afrontaron las facturas de la luz y el gas con importes nuevos; y padecieron una notable merma en las ventas.

Los que, además, vieron vencer su contrato de alquiler, tuvieron que negociar una renovación de la locación que en algunos casos resultó imposible. Precios al rojo vivo y en alza, contratos nuevos, servicios actualizados y desplome del consumo terminaron por ser para muchos el tiro de gracia para su afán emprendedor.

DERRUMBE

Los números ayudan a comprender el fenómeno, a atornillar la historia a la realidad. De acuerdo a los datos de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios, en febrero de 2024 el Indicador de Consumo mostró un retroceso de 3,5% en la comparación interanual.

De esta forma, el IC acumula en los primeros dos meses del año un decrecimiento de 2,7% año contra año. “Esto se da en un escenario económico donde la inflación continúa su proceso de desaceleración, pero registró nuevamente una variación mensual de dos dígitos. En febrero de 2024 la mensual fue de 13,2%, con una interanual de 276,2% y una acumulada anual de 36,6%”, aclara la entidad en un comunicado.

En el rubro Alimentos los comerciantes chicos se mueven con pie de plomo, mientras a las grandes cadenas se les achica de manera considerable el margen de especulación. Se da el fenómeno que ante la caída de las ventas los productos permanecen estacionados en góndola, al punto de llegar a su vencimiento. Allí es cuando los supermercados organizan ofertas impensadas con el sólo fin de sacarse la mercadería de encima.

Los dueños de almacenes y minimercados, en cambio, denuncian que deben ir con lupa al mayorista, que luego de guardarse los productos especulando con una mayor suba de los precios, terminan ofreciéndolos a la venta cuando la fecha de caducidad está a la vuelta de la esquina.

Ante la escalada de los precios y el congelamiento del consumo, las persianas bajan. Ya no hay plata para darse un gustito. Lo sufren los negocios de ropa, las librerías, las confiterías y, en general, todo aquel que venda productos o mercadería que no resulte de extrema necesidad.

Según se desprende de un relevamiento efectuado durante el bimestre enero-febrero de 2024 por la Cámara de Comercio, la cantidad de locales vacíos en las áreas comerciales de la Ciudad de Buenos Aires se incrementó en un 24%.

El último bimestre los locales vacíos sumaron 195, mientras que en noviembre y diciembre habían sido 157. De acuerdo a la medición, que incluyó a las principales arterias comerciales porteñas, se registraron caídas en las avenidas Córdoba (4000-5300) y en la peatonal Florida. Por su parte, el resto de las direcciones controladas, Cabildo (4800-5500), Corrientes (200- 6800), Santa Fe (700-5300); Rivadavia (2000-2800; 4900-5400; 6300- 7400; 11000-11600); Avellaneda (2800-3800) y Pueyrredón (0-1200), evidenciaron una importante sucesión de cierres en los dos meses.

“La gente ya no compra -destaca un comerciante, dueño de un kiosco en una ciudad del interior bonaerense-. Antes algún alfajor o chocolates se llevaban. Pasaron a segundas marcas y ahora nada. Suelo sortear cada año un huevo de Pascua grande en Semana Santa. Compré uno a $ 40.000 y puse a la venta 100 números a $1.000 cada uno. Vendí sólo 38. Con suerte salgo hecho”.

DATOS CRUELES

Hay datos que generan indignación, angustia, bronca. En la semana el Indec dio a conocer que la pobreza escaló al 41,7% de la población argentina en el segundo semestre de 2023, desde el 40,1% registrado en el semestre previo. De esta forma, unos 19,5 millones de argentinos son pobres.

Por otra parte, el análisis del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica, denostado por el presidente Javier Milei, asegura que entre febrero y marzo de este año la pobreza habría escalado al 60%, incrementándose también la indigencia.

El consumo se detiene, la sociedad recorta compras, se priva de bienes básicos. Todos bajan un escalón en la pirámide. Los que orillaban la base de la franja media pasan a ser pobres; los que ya eran pobres, ahora lo son mucho más; otros se inauguran como indigentes. Asisten a comedores barriales, comen salteado, privilegian el plato de comida para los hijos.

¿Por qué ocurre todo esto? No es difícil explicarlo. De acuerdo al último informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal, que encabeza Nadin Argañaraz, en enero los salarios crecieron menos que la inflación mensual, que fue del 20,6%. Los ingresos del sector público crecieron 12,1%, los salarios del sector privado registrado subieron 20,0% y los salarios privados no registrados avanzaron 11,2%.

“En términos interanuales la inflación fue del 254,2%. Si se considera la variación interanual real de los salarios, se aprecia una caída el caso del sector público (-24,3%), caída del sector privado registrado (-13,9%) y caída del sector privado no registrado (-36,7%). Este último es el que más pierde poder adquisitivo desde hace años”, sostiene el documento.

El ajustazo estaría dando resultado en los números macro. La única duda es la sustentabilidad del proceso. Dicho en criollo, que no vuele todo por los aires antes de que el Gobierno alcance su objetivo de 1 dígito de inflación mensual. Del refranero popular: no hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista.

La Fundación Libertad y Progreso difundió en la semana su dato de inflación correspondiente al mes en curso. Según la entidad, el porcentaje del Indice de Precios al Consumidor sería de 10,6%, con un acumulado anual del 51,1%. La parábola descendente del proceso inflacionario es clara, sigue el mismo derrotero que la calidad de vida de los argentinos.

El Fondo Monetario Internacional, que aún no puede entender a esta Argentina conversa que pasó de ser el peor alumno del grado a intentar graduarse con honores, elogió los resultados macroeconómicos del Plan Motosierra pero sugirió darle “calidad” al ajuste. Hasta ellos, quién lo diría, se asombran del salvaje mecanismo de recorte del gasto público implementado por el Gobierno.

La pregunta que todos se hacen es cómo y cuando se va a poner en marcha la economía. Hace apenas un puñado de días el presidente de la Nación lo explicó sin dejar dudas: “Vamos a dejar un mínimo de pesos en circulación y el proceso de remonetización de la economía tendrá que darse sacando plata del colchón”.

La realidad no parece ser tan lineal ni tan sencilla. Pesos debajo del colchón no hay, por razones obvias. Las familias que queman sus dólares lo hacen para poder llegar a fin de mes. Son cifras que no impulsarán la actividad económica. Los que disponen de un capital mayor, ¿por qué lo invertirían en una economía donde el consumo interno está en agonía? Algo de todo esto no cierra.

El propio presidente Milei aseguró que está convencido de su plan, que no le tiembla el pulso porque está ejecutando lo que dicen los libros de texto. Aplica el manual libertario a rajatabla. Le sobra teoría, le falta muñeca política y empatía social.

Un claro ejemplo de esto es la decisión de pagar las jubilaciones en dos tramos. Los hombres y mujeres de la tercera edad, una vez más, cargan con buena parte del peso del ajuste. Cualquier similitud con los ‘90 no es mera coincidencia.