El incremento del nivel del mar y la erosión están devorando las playas y con ello al turismo

La Costa Atlántica, en riesgo de desaparecer

En algunos lugares ya se está hablando de expropiar lotes o casas porque en poco tiempo se van a “caer” a la playa. Gran parte de la jurisprudencia nunca fue hecha proyectando un impacto ambiental ni un menor acceso al agua potable.

El final de cada temporada de verano deja ver que cada año, el espacio de playa es menor. Más allá de la afluencia de los nuevos turistas, quienes visitan frecuentemente los tradicionales o nuevos balnearios costeros advierten que el mar avanza sobre el litoral arenero.

El fenómeno que produce este achicamiento se denomina erosión costera, que según los especialistas es un proceso natural que se origina fundamentalmente por la acción de las olas, las mareas y las tormentas que asedian de vez en cuando. Es un desgaste de los suelos, que en este caso al ser costera afecta a la arena, los médanos y estructuras rocosas como los acantilados.

Sin la playa para proteger a las localidades, el corrimiento de tierras sobre el que se construyó está lentamente empujando algunas casas hacia el mar. Tal fue lo que sucedió en el 2021 en la localidad de Mar del Tuyú, en el Partido de la Costa.

Para conocer más de este problema endémico, La Prensa dialogó con Federico Isla, investigador del Conicet y director del Instituto de Geología de Costas y del Cuaternario de la Unmdp, que se mostró preocupado debido a la falta de agilidad y rapidez conque las autoridades toman acción para revertir este fenómeno creciente.

-¿De qué manera se ha modificado la geografía de las playas en Argentina?

-Los problemas más críticos están en la provincia de Buenos Aires, originalmente fue Mar Chiquita, donde hubo una erosión y se perdieron como 300 lotes. Y en los últimos dos años se vio una mayor erosión en el Partido de la Costa, en particular, en Las Toninas, Santa Teresita y Mar del Tuyú se quedaron sin arena de playa y ya la erosión estaba afectando a propiedades privadas. En el 2021 se filmó cómo se caía una casa del borde de la escarpa de dunas en Mar del Tuyú.

-¿Esto es un preludio de lo que podría pasar en poco tiempo en el resto de los lugares costeros?

-Eso es una erosión natural. Mar Chiquita podría tener una situación similar debido a toda la arena que captó Mar del Plata y que fue dejando sin ese material a las playas inmediatamente al norte, es decir, Santa Clara y Camet Norte. Pero a esto se suma el problema de que el nivel del mar está subiendo, se va a incrementar en 40 a 80 centímetros en el año 2100, y que están siendo muy frecuentes y muy intensas las tormentas del sur, las sudestadas. A modo de ejemplo, en el año 2021 fue muy crítico porque hubo como tres tormentas sudestadas. Pese a que en el año 2022 no se produjo una situación de alerta, sabemos que por lo que dice el Panel Intergubernamental del Cambio Climático, las tormentas de estatus extratropicales van a ser más intensas y van a ser más recurrentes.

-¿Hay algún estimativo de cuántos metros se estarían perdiendo de playa?

-En algunos lugares del Partido de la Costa está retrocediendo, aproximadamente, un metro por año. En Villa Gesell y en Pinamar, también se dan estos retrocesos de las escarpas de dunas de uno y en algunos casos llegó a dos metros por año. Otros lugares como Mar del Plata o Necochea, la costa es más resistente y aunque, en este último lugar, las barrancas y los acantilados retroceden medio metro por año.

-¿Esto es algo constante?

-No, no lo es. Por ahí hubo años que no retrocede 30 o 40 centímetros, pero en dos o tres años puede haber una tormenta que hace que retroceda un metro y medio, o sea que hay una gran porción de acantilado. En promedio, los retrocesos son de medio a un metro y medio por año.

-¿Sucede también en la costa patagónica?

-No, en la Patagonia también hemos hecho un estudio donde el problema no es tan intenso porque no hay ciudades balnearias. Las urbes costeras más afectadas pueden ser Playa Unión o Rada Tilly, ambas en la provincia de Chubut. Pero hemos medido también retrocesos de medio metro por año en lugares donde hemos encontrado puntos fijos, que son los más resistentes. Es decir, lo que hemos hecho es analizar a través de los faros, que están hace 100 años o más, la situación de la costa. En esos lugares hemos medido la distancia que existe entre el faro al acantilado y eso lo hemos visto a través de fotografías aéreas e imágenes satelitales. Entonces, la erosión promedio en Patagonia es medio metro por año y en algunos lugares, como el faro del Río Negro, que es ahí al sur del balneario El Cóndor, ahí es un poco más importante. Lo que hemos visto es que en algunos lugares la erosión de Patagonia es muy importante, porque ahí las barrancas no tienen siete u ocho metros como en provincia de Buenos Aires, sino que pueden tener desde 70 u 80 metros. En Santa Cruz, por ejemplo, hay barrancas y acantilados de 100 metros de alto.

Ante esta situación de estos acantilados patagónicos, hay que imaginar que si retrocede medio metro por 100 de altura, el proceso geológico es muy importante. Por ahí pasa más inadvertido porque ahí no vive gente. El problema más crítico son las áreas habitadas o se hicieron casas de veraneo, de fin de semana, donde hay muchos municipios que dependen de la playa y al mismo tiempo donde tratan de evitar que no tener que expropiar. En algunos lugares ya se está hablando de expropiar lotes o casas porque en poco tiempo se van a caer a la playa.

REMEDIAR

-¿Cómo es posible remediar esta situación en lugares en que se construyó muy cerca de la playa cuando no había una planificación urbana?

-Durante mucho tiempo se aprobaron e hicieron loteos sin tener en cuenta este problema erosivo. El Decreto Ley 8912 del año 1977, en provincia de Buenos Aires, obligó que en las ampliaciones urbanas se dejara 100 metros. El Código de Agua fue más allá y lo que proponía era 150 metros. Hubo después un decreto que era optativo para los municipios para que dejen más terreno en lugares donde justamente hay un ritmo de retroceso importante. Una de las cosas que estamos viendo a través de una red latinoamericana de erosión costera que creamos hace dos años es que estos problemas se dan en toda Sudamérica y que gran parte de la jurisprudencia nunca pensó que la costa retrocediera, que hubiera erosión. Entonces, en muchos países se tomaron las líneas de base o todas las mediciones suponían que la costa no iba a cambiar. Y en algunos lugares la costa está cambiando mucho y, por lo tanto, hay que crear nueva jurisprudencia para analizar los cambios que ya existen, más los cambios que van a venir con el aumento del nivel del mar. Eso lo estamos viendo porque en muchos lugares han hecho normativas, como la Ley de Costas o han hecho unas leyes sobre el cambio climático, pero que en muchos casos no tienen en cuenta el problema de que la costa estuviera cambiando a tal ritmo.

-¿Las autoridades están trabajando al ritmo necesario para contrarrestar o evitar la erosión costera?

No. Muchos países tienen leyes para adaptación y mitigación al cambio climático desde hace más de diez años. España tiene una ley de costas que ya la modificaron. Chile tenía una de la época del proceso militar y ahora está tratando de modificarla. Nosotros no tenemos una norma de costas donde se necesita, que es en provincia de Buenos Aires donde está la mayor parte de los problemas, no solo de erosión, sino de contaminación. Y el tema de que siguen creciendo los barrios cerrados, clubes de campo en zonas costeras y donde muchas veces los intendentes fomentan estas ampliaciones costeras y falla los legisladores en hacer una ley de costas o una normativa que contemple estos problemas. Hoy día están discutiendo otros temas y no están tratando el problema de que estamos perdiendo el patrimonio nacional y provincial. Y eso es algo acuciante.

En algunos lugares se pueden hacer obras duras, en otros lugares no conviene hacerlas, y muchas veces aparecen en los municipios gente recetando soluciones que ya se sabe que no son válidas. Por ejemplo, en el Partido de la Costa han puesto gaviones y se han hundido en la arena. Hay muchas veces los municipios recurren a prácticas que no son las ideales y la provincia de Buenos Aires, que es la que debería tener una política costera, no lo hace.

CRISIS ECONÓMICA

-¿Cómo revertir esto en un contexto de crisis económica?

-En el año 1998 se trajeron tres dragas belgas e hicieron un repoblamiento en Mar del Plata, como son Playa Grande, la playa de Los Ingleses y las extensiones del centro. Hoy en día eso sería necesario en algunos lugares de Villa Gesell, de Pinamar, de Necochea y en destinos muy críticos del Partido de la Costa. Hace 25 años traer una draga significaba un millón de dólares. Eso es muy costoso, pero es la práctica que no tiene contraindicaciones. Es decir, que si hemos perdido arena, la idea es sacarla de la plataforma vecina donde hay mucho de ese material. De ese modo poder repoblar las playas, como se hizo en el año 1998 en Mar de Plata.

-¿Sería más favorable comprar uno de ese tipo de equipamiento para amortiguar a largo o es más costoso?

-Sería bueno tener alguna draga que opere en América del Sur, porque normalmente esas embarcaciones son holandesas, belgas o danesas. Y ya para que venga a Sudamérica tiene un traslado muy importante. Por ahí se podrían implementar algún barco para poner un sistema de bombas y de cañerías que permita trabajar en algunos lugares de Brasil, de Uruguay y de Argentina. Hoy día está siendo muy necesario.

En Sudamérica hay tres casos donde se hizo repoblamiento de playas. Hace mucho tiempo en las playas de Río de Janeiro; en Mar del Plata en 1998 y en el año 2021 se hizo en el sur de Brasil, en Camboriú.

 AGUA DULCE

-¿En qué situación se encuentra el nivel de las napas de agua dulce en el área?

-Es un problema muy serio en el Partido de la Costa, donde hay lugares con una provisión de agua salada. Hay hoteles allí que proveen agua salada. El tema de lo que llamamos la barrera medanosa austral, que va de Miramar a Pehuen-Có. El problema es que ahí no hay mucho abastecimiento de agua dulce y son lugares donde llueve menos y, por lo tanto, hay lugares donde se sabe que la gradiente de presión de agua dulce es muy angosta y poco profunda. Entonces, hay que tener muy en cuenta cómo sacar el agua que necesitamos durante principalmente enero y febrero, que es la temporada estival, y por eso es que muchas veces pasa que hay pozos que terminan bombeando agua salada.

Otro problema del agua es en loteos donde abunda el agua dulce, pero no hay una provisión racional. Por ejemplo, estoy hablando de los acantilados de Mar del Plata. Allí hay manantiales donde llega el agua dulce y sale, por una diferencia en el acantilado. El problema es que está creciendo el barrio y los loteos lo que va provocando que haya una demanda mayor de provisión de agua sin una regulación del Estado. Son perforaciones domiciliarias donde obtienen agua dulce de 40, 50 metros, pero la descargan en pozos negros y de ahí comienzan a filtrar hacia la capa freática que es donde se acumula el líquido potable. Por lo tanto, hoy día hay un manantial de agua dulce, pero con el tiempo eso se va a contaminar debido a las aguas cloacales. Y, por lo tanto, eso es algo que deberíamos encarar para preservar estos recursos, que verdaderamente tener agua dulce en una zona costera es muy bueno, sobre todo en el sur de Mar del Plata, hacia Miramar. Es más difícil y sé que hay problemas en Necochea, en Claromecó hay lugares donde el agua tiene arsénico y flúor, y por lo tanto son lugares donde se saca líquido, pero no tienen una gran potabilidad. Eso es todo un tema que va a restringir ahora, después de la pandemia, que están creciendo loteos urbanos, muchas veces que tener en cuenta cuál es el abastecimiento de agua y si es potable.

-¿Qué sucederá con esos balnearios que tengan poco acceso al agua potable?

-Debería realizarse un abastecimiento más racional. Es muy llamativo como hay localidades nacidas de forma similar que no sufren las mismas realidades. Un ejemplo son los dos emprendimientos creados por los hermanos Gesell en la provincia de Buenos Aires. Por un lado, está Villa Gesell, fundada por Carlos Gesell, y, por el otro, está Claromeco, en particular el balneario Dunamar, en el Partido de Tres Arroyos, que fue fundado por Ernesto Gesell. En ambos proyectos utilizaron fórmulas parecidas con diferentes posibilidades. En Villa Gesell llueven 900 milímetros por año, mientras que en Dunamar son 700 milímetros por año. Tienen un lugar donde es prístino, un bosque inalterado, y lo ideal es no cometer los errores que hoy sufre Villa Gesell, como los problemas de erosión de las playas originados porque se urbanizó completamente la zona de duna. Y hoy día cualquier lluvia que cae en la Avenida 3, drena rápidamente hacia la playa y está erosionando la zona arenosa.

PLANIFICACIÓN

-Si se quiere disfrutar de la costa argentina, ¿qué se debería proyectar?

-La Provincia debería planificar mejor y ponerse más firme cuando dan la factibilidad de loteos nuevos. Se están construyendo espacios que no se sabe, primero, si van a tener playas y por cuánto tiempo, porque ya hay un problema de erosión, y si van a tener provisión de agua dulce si no hay problemas de abastecimiento. La provincia ha fallado en la planificación y debería ponerse más estricta cuando están aprobando loteos en partidos como Lobería, Necochea, Tres Arroyos y San Cayetano, que son los partidos donde hay nuevos loteos. La gente se está yendo hacia esas localidades y debería asegurarse primero la playa no desaparezca y, al mismo tiempo, que tengan provisión de agua dulce para el crecimiento que tienen.

Y lo ideal es que el planteo del abastecimiento sea a través de cooperativas primero y después que haya algún organismo de Estado, pero que es una locura que sigan tomando pozos domiciliarios y al mismo tiempo, sin haber cloacas, están largando los residuos en zonas donde pueden llegar a estar contaminando las aguas que están aprovechando.

Habrá más impacto de eventos extraordinarios 

El cambio climático genera un futuro regional sombrío

"Con el cambio climático, lo que está ocurriendo y va a seguir ocurriendo es que hay cada vez mayor frecuencia de eventos extraordinarios. ¿Qué quiere decir? Que antes había una tormenta, digamos especialmente violenta cada cierto número de años. Pero ahora, con el cambio climático eso se va a ir incrementando. Es decir, vamos a tener más eventos extraordinarios con mayor frecuencia. Entonces, la tasa de erosión a la larga se va a aumentar. Vamos a tener playas que con una mayor erosión y se dará más rápidamente", explico a La Prensa

José R. Dadon, quien es investigador independiente del Conicet y Director del Centro de Investigaciones en Gestión de Espacios Costeros en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires.

Así, el fenómeno natural provocará un aumento de los episodios de inundación y erosión y un retroceso de la línea de costa, incluso aunque no aumenten los temporales. Por un lado, la subida del nivel del mar implicará un retroceso directo de la línea de costa por pura inundación. Por otro lado, los temporales actuarán sobre zonas de las playas que hoy en día están siempre emergidas produciendo erosión.

"Como es un problema global, es un contratiempo que está originado en las tasas de consumo de combustibles fósiles en el mundo. En la Argentina, no es especialmente impactante. Nuestra contribución a los gases de efecto invernadero es muy baja, pero los impactos que vamos a recibir van a ser graves. Entonces, hay que prevenirlos, pero no podemos controlar las causas, tenemos que trabajar sobre las consecuencias", enfatizó el investigador de la UBA.

Consultado sobre qué pasará con los nuevos emprendimientos costeros o balnearios donde aún no avanzó la erosión, Dadon fue determinante al señalar que: "en principio hay propuestas de que las nuevas urbanizaciones y las ciudades más pequeñas que se dedican al turismo, tengan en cuenta estas experiencias y se planifiquen de otro modo y de otra manera".

Consultado sobre la situación de las playas patagónicas, el especialista destacó: "Lo que va a pasar allá, aunque no tienen playas arenosas, sino que predominan los espacios con acantilados, es que se sentirá también el efecto, porque van a tender a retroceder con la erosión. Los estudios que se hicieron en la costa marítima de Buenos Aires identifican como la zona más vulnerable al cambio climático, a la costa que está en el Partido General Lavalle”.