La Batalla de la Vuelta de Obligado según la visión de Ernesto Palacio
Escritor, historiador, ensayista y político argentino, Ernesto Palacio fue una figura clave del nacionalismo argentino del siglo XX. Su pensamiento evolucionó desde un inicial anarquismo, a un liberalismo “modernista” pasando por un nacionalismo autoritario, católico e hispanista, influido por Charles Maurras, para decantar en un nacionalismo republicano democrático cercano al radicalismo y al justicialismo, siendo legislador durante el primer peronismo.
“El mejor dotado de todos los escritores de nuestra generación”, así lo conceptuó el historiador Julio Irazusta, amigo de militancia nacionalista, colega en “La Nueva República” y camarada en la fundación del Instituto Juan Manuel de Rosas. Mientras que para el escritor Jorge Lafforgue, al realizar su panegírico en la revista “Todo es Historia”, apuntó que “fue un nacionalista consecuente e íntegro, que aunó en sí al polemista de fuste, al historiador notable, al esforzado teórico político, al pensador y militante a un tiempo.
Contertulio del grupo “Florida”, compartió espacios literarios con Jorge Luis Borges, Ricardo Güiraldes, Leopoldo Marechal y Macedonio Fernández, entre otros, en las revistas “Martín Fierro” y “Proa”, fue uno de los pocos nacionalistas de la “nueva derecha” de los años ’20 y ’30 del siglo pasado ensalzado por Tulio Halperín Donghi como un “temible guerrillero de la pluma”.
Sus obras principales fueron: “La Inspiración y la Gracia” (1929); “Catilina. La revolución contra la plutocracia en Roma” (1935); “El Espíritu y la Letra” (1936); “La historia falsificada” (1939); “Historia de Roma” (1939); “Teoría del Estado” (1949); e “Historia de la Argentina: 1515-1938” (1954), amén de artículos periodísticos y testimonios en revistas de cultura, historia y política.
FEROZ RESISTENCIA
La expansión colonialista e imperialista británica y francesa en nuestras tierras tuvo sus antecedentes en las invasiones inglesas de 1806 y 1807, derrotadas por las fuerzas criollas rioplatenses; en la usurpación británica de las Malvinas, más Georgias del Sur, Sándwich del Sur e islotes adyacentes en 1833, y en el bloqueo francés al puerto de Buenos Aires entre 1838 a 1840.
La Confederación Argentina, al mando del Brigadier General Juan Manuel de Rosas, ofreció una feroz resistencia a todo intento de surcar nuestros ríos interiores sin permiso y vulnerar nuestra soberanía.
El 20 de noviembre de 1845 hubo un grupo de patriotas que le presentó batalla a las potencias de la época, equiparando su sacrificio a los espartanos en Las Termópilas, a los hebreos en masada y a los tejanos en El Álamo.
Sí, fue una derrota militar, pero que trocó en triunfo político, luego de la difusión mundial del hecho de armas y la heroicidad de los argentinos que combatieron a ingleses y franceses. De los cañonazos de guerra a las descargas para desagraviar a nuestra enseña de la Confederación. De la sangre desramada a la victoria por la Soberanía. Fue esa lucha llevada adelante por Rosas y su pueblo que nos hermanó con los pueblos árabes, mexicanos, chino, hindú, argelino, egipcio y demás contra el imperialismo europeo.
Ernesto Palacio, en “Historia de la Argentina: 1515-1938” (1954), completó: “¿Qué significaba la intensión de someter al país por la fuerza sino la conquista armada? De nada valen las tergiversaciones ni los distingos. La nación que se somete a una fuerza superior pierde su autodeterminación, que es la cualidad de su soberanía, y pertenece desde ese momento al vencedor, cualquiera sea la forma en que se pretenda disimularse la conquista”.
Agregó: “Todas las provincias con sus gobernadores y legislaturas se pronunciaron contra la agresión y ofrecieron sus contingentes para resistir. El glorioso general San Martín escribía desde su retiro poniendo su espada y su persona al servicio de la nación y felicitaba al gobernador de Buenos Aires como defensor de la independencia americana… La prensa liberal del mundo empezaba a interesarse por la lucha iniciada en el Río de la Plata y acompañaba con su auspicio el derecho hollado del débil, en quien veía al defensor de los principios republicanos y de la causa general de América contra los poderes retrógrados de Europa”.
Y completó el autor su descripción: “La personalidad del general Rosas crecía con todo ello ante la opinión pública de las naciones civilizadas, sin excluir a las mismas agresoras. En Francia lo exaltaba Emilio de Girardin. Los diarios de Estados Unidos recordaban la doctrina de Monroe y hacían el Restaurador un campeón de los derechos de América. Verdaderamente él es un grande hombre – escribía “The Journal of Commerce” -; y en sus manos ese país es la segunda república de América”.
Finalmente, en su texto “¿Por qué glorificamos a Rosas?” (1968), sentenció la importancia del Caudillo de Los Cerrillos y su lucha antiimperialista, ejemplificada en Obligado: “Rosas debió optar entre la libertad interna o la independencia y la unidad de la Patria. Y opto por el segundo término. Con ello se erigió en héroe Benemérito de la Patria, al defender su independencia y su unidad. (…)
CARACTER SECESIONISTA
Durante ese tiempo tuvo que defenderse de las tentativas colonizadoras armadas de Francia y de Inglaterra, y de numerosas sublevaciones internas apoyadas por tan poderosos enemigos. Esas tentativas tenían un carácter secesionista; respondían al propósito de impedir la formación de un poderoso Estado en el Río de la Plata, y eran apoyadas por los unitarios, que no trepidaban en ofrecer protectorados a las cancillerías de Europa con tal de satisfacer sus anhelos de predominio político.
Puede decirse que, durante todo su gobierno, Rosas vivió luchando con mano férrea contra las tendencias a la disgregación y a la anarquía que fomentaban aquí las potencias imperialistas; y que triunfó en la lucha, salvando nuestra integridad territorial y nuestro honor”.
Es por dicho análisis que aún los estudios del revisionismo tienen validez, ya que bregan por no ocultar nuestro pasado, máxime con la exquisita y valiente pluma de Ernesto Palacio.
* Politólogo; Docente de la UCES; secretario general del Instituto Nacional Juan Manuel de Rosas.
