Klimt, un precursor de la modernidad

Austria se llena de dorados y erotismo para evocar el centenario de la muerte de su artista más famoso. A lo largo del año, numerosas exposiciones se acercarán al pintor desde múltiples perspectivas. El foco estará puesto en su gusto por la ornamentación y su influencia en el arte posterior, a la par del dinamismo artístico de la época.

Austria recuerda este año el centenario de la muerte de Gustav Klimt, probablemente su artista más famoso, con una serie de exposiciones que se acercan al pintor desde múltiples perspectivas, desde la realidad virtual, a la búsqueda de sus obras expoliadas por los nazis y a su influencia en el arte posterior.

El creador de El Beso falleció el 6 de febrero de 1918 a los 55 años de edad, dejando una obra que fue pasando desde un inicial historicismo hasta la antesala del expresionismo, y un movimiento artístico, la Secession, que supuso una ruptura hacia la modernidad.

El calendario de muestras arrancó el pasado 18 de enero en el Museo Leopold con Viena alrededor de 1900, una exposición sin precedentes que permanecerá abierta hasta junio y en la que se recuerda el dinamismo artístico que se vivió en la entonces capital imperial. En ella coexistían el modernismo de Klimt y Koloman Moser con el rompedor expresionismo de Richard Gerstl y Oskar Kokoschka.

En la exposición se incluirán obras destacadas de Klimt como Death and Life y On Lake Atterseee, así como trabajos de otros creadores y diseñadores austríacos, así como ejemplares de muebles y artesanías del 1900.

Luego, entre junio y noviembre, este mismo museo dedicará otra muestra monográfica a Klimt, que incluirá pinturas, dibujos y bocetos, con piezas propias de la colección del Leopold y otras provenientes de la Fundación Klimt.

CONTRASTES

El eje de la exposición serán los contrastes entre espíritu y materia, naturaleza y arte, eros y thanatos, elementos rastreables en sus obras y emblemáticos de una nueva concepción del arte.

El público incluso podrá apreciar la obra La esposa, realizada por Klimt poco antes de morir e inconclusa: la tela se expondrá junto a un álbum de dibujos de 1917 y los bocetos preparatorios que muestran por completo el proceso de trabajo del pintor.

Desde el 7 de febrero, día posterior al centenario, el Museo de Artes Aplicadas de Viena (MAK) invita a una exposición titulada El jardín mágico de Klimt, un viaje cinematográfico interactivo que permite al visitante, con ayuda de unos anteojos de realidad virtual, pasear por un mundo onírico creado por el cineasta Frederick Baker usando fotos de alta resolución de los bocetos que Klimt hizo para los mosaicos del comedor del Palacio Stoclet de Bruselas. Estará disponible hasta el 22 de abril.

Pero si hay un museo en el mundo que puede considerarse el hogar de Klimt, ése es el Palacio Belvedere, que con 24 obras es el depositario de la mayor colección de óleos del artista en el mundo, entre ellos, iconos mundialmente famosos como El beso y Judith.

Allí, se exhiben de manera permanente retratos, paisajes y representaciones alegóricas pintados por Klimt, uno de sus cuadernos de dibujo y la atracción indiscutible del Palacio, la obra maestra mundialmente famosa El beso, dos amantes encerrados en un abrazo, de casi dos metros por dos.

Coincidiendo con el aniversario, este museo reorganizó las miles de obras de sus fondos para conectar y relacionar mejor los ocho siglos de historia que recorren.

Dentro de ese cambio, se presenta a Klimt integrado en el contexto de la generación de artistas y la época en la que vivió, y el famoso Beso fue recolocado en una nueva sala.

"Nuestro enfoque es dar a las muchísimas personas que quieren ver a Klimt algo más que un par de minutos frente a El beso", explicó Stella Rollig, directora artística del museo.

Rollig asegura que, pese a ser un artista tan estudiado, Klimt es un ejemplo de que "en la historiografía y la recepción del arte siempre hay algo nuevo que conocer y experimentar".

La experta afirma que Klimt pertenece a una generación de pintores que anunciaron la modernidad.
Incluso su gusto por la ornamentación, reconocido especialmente por su uso de los dorados, tiene un gran significado más allá del elemento decorativo.

"Klimt es el único de su época que coloca de forma consciente el ornamento como un medio para la representación pictórica abstracta, con lo que fue, desde la perspectiva actual, enormemente progresista", analiza Rollig.

LA POSTERIDAD

Para entender mejor lo que significó Klimt para el arte posterior, el Belvedere abre el 22 de marzo Klimt no es el final, con el foco puesto en el periodo posterior a 1918, año en que murieron Gustav Klimt, Egon Schiele, Koloman Moser y Otto Wagner.

En la celebración de este año Klimt participa también de una forma especial el Museo de Historia del Arte (KHM), elevando a los visitantes, literalmente, a la altura de las obras.

La parte superior de la escalinata principal de este emblemático museo vienés está decorada con 12 obras realizadas en 1890 por Klimt, su hermano Ernst y su amigo Franz Matsch.

Estas pinturas simbolizan la evolución del Arte, desde el Antiguo Egipto hasta el Renacimiento italiano. Para poder verlas de cerca, el Museo dispuso hasta el 2 de septiembre un puente de 10 metros de altura que permite situarse cara a cara con la obra de Klimt.

Además, en el ala dedicada a Roma y Grecia, se expondrá La verdad desnuda. Esta obra, una de las más sugerentes de Klimt y ejemplo de su uso del erotismo y seducción, podrá compararse ahora con la representación del desnudo en las esculturas clásicas.

Por su parte, en la Villa Klimt, la mansión donde Klimt tuvo su taller desde 1911 hasta su muerte, se analizará a partir de mayo al pintor desde un original punto de vista: el del robo, el expolio y la destrucción del que fue objeto parte de su obra durante el nazismo.

En la muestra Klimt perdido se tratará cómo muchos de los mecenas y coleccionistas de Klimt fueron perseguidos, robados, expulsados o asesinados por los nazis, y cómo una parte de su obra fue destruida o desapareció, y cómo el resto acabó pasando de salones particulares a salas de museos.

El caso de expolio más famoso relacionado con Klimt fue el cuadro Adele Dorada, que en 2006, tras una larga batalla legal, fue restituido por el Estado austríaco, junto a cuatro piezas más, a los descendientes del industrial judío que las encargó en su momento.

La celebración del centenario del artista también se extiende. Así, la sede Breuer del Museo Metropolitano (MET) de Nueva York presentará a partir del 3 de julio la exposición Obsesión: Desnudos de Klimt, Schiele y Picasso de la colección Scofield Thayer, una selección de 50 acuarelas y dibujos eróticos.