Umbrales del tiempo

Juan Carlos Mesa

Juan Carlos Mesa (Diego Isidro Mesa) nació en Córdoba en 1930 y falleció en Buenos Aires en 2016.
Sus primeros trabajos como escritor fueron en su provincia natal, y luego de enviar libretos a Canal 11 para un ciclo de Jorge Porcel, el productor Héctor Maselli lo instó a que se trasladara a Buenos Aires donde formó, junto a Jorge Basurto y Carlos Garaycochea, un grupo de autores que crearon con Maselli el programa cómico ‘La matraca’ en 1965 para Canal 9.
Mesa fue libretista de famosos cómicos como Pepe Biondi, Carlos Balá, Alberto Olmedo, Dringue Farías, Juan Verdaguer y Tato Bores. Junto a Basurto y Garaycochea fue guionista de importantes programas de televisión como ‘La tuerca’, ‘Humor redondo’, ‘Hupumorpo’, ‘Jaujarana’ y ‘Los Campanelli’.
En 1983 creó el popular ciclo ‘Mesa de noticias’ para ATC y luego de varias temporadas hizo los textos de ‘El gordo y el flaco’ para Telefe. También fue coautor de ‘Brigada Cola’ para el mismo canal.

LA RADIO
En radio, Mesa tuvo sus propios programas, como ‘Tenis de Mesa’ y ‘El despertador’, entre tantos, y se destacó como actor en la teleserie de Pol-ka ‘Primicias’. Otros productos televisivos que lo contaron como autor fueron: ‘Stress’, ‘Gran Hotel Casino’, ‘Dr. Amor’, ‘Vivan los novios’, ‘Gorosito y señora’ y ‘Casero en castellano’.
Siempre practicó el humor blanco en la comedia humorística y en la farsa de los sketches, apelando al ingenio y la exageración.
En el año 2000 tuve la suerte de entrevistarlo, mesa de café de por medio, en una amena y larga charla donde me relató todo su currículum vitae, que excede en cantidad de programas a los citados anteriormente. Su talento lo volvió un autor muy requerido. Pero quiero rescatar su testimonio sobre ‘La tuerca’, un programa cómico inolvidable: “Cada autor tenía su sketch o su par de sketches. Yo tenía dos o tres y colaboraba con algunos otros, y otros colaboraban con algunos míos. Los míos específicos eran dramáticos, uno que le escribía a Osvaldo Pacheco que conjugaba mal, que decía: “Dele una naranja a él, a él”, le fallaba la “conjugancia” -decía él-, en vez de la conjugación. Después tenía uno que popularizó un latiguillo “El Sesenta Internacional”. Era una persona que estaba perdida en la calle, que era Nelly Lainez, y siempre le iba a pedir orientación a un agente que encarnaba Osvaldo Pacheco. Después escribí ‘El arbolito”, que era una crítica a la burocracia, el sketch más famoso de ‘La tuerca’, con Joe Rigoli. Era el año ‘65, yo había llegado hacía poco y tenía que patentar el auto. Me hacían hacer cola con el vehículo y a mí me parecía un absurdo porque decía: ‘Si pesan mi auto que es un Falcon y pesa 1.400 kilos, todos los Ford Falcon pesan 1.400 kilos.
¿Para qué tengo que hacer tres cuadras de cola?’. Eso era en la calle Zavaleta; entonces me desesperé, porque me pasaba horas ahí y le pregunté a un señor que me dijo: “búsquese un gestor”. Todo eso lo fui uniendo y le propuse a Maselli hacer lo mismo con un tipo que, en lugar de patentar el auto, quería plantar un árbol en la puerta de su casa. Entonces creamos a Efraín Troncoso en la puerta de la casa, que era Joe Rigoli; a Gurruchaga, que era el gestor interpretado por Julio López -lo llamamos así porque yo vivía en la calle Gurruchaga- y a Tino Pascali que era el empleado corrupto. De manera que así nació aquello de “el arbolito” con “sombrita para papá”, que era la muletilla final. “En una semana lo planto y después, sombrita para papá”.
Cuando le dije que siempre hizo humor para el horario de protección al menor me respondió: “Sí, yo en esto a veces me repito demasiado, pero conviene decirlo siempre porque apunta a responder esta pregunta con un ejemplo muy claro: los humoristas gráficos que propusieron sus personajes, no al país sino al mundo, lograron cosas increíbles sin necesidad de que se bastardearan esos personajes. Mafalda de Quino, Clemente de Caloi, el Fulgencio y todos los personajes de la galería de ese gran humorista que fue Lino Palacios, el Inodoro Pereyra de Fontanarrosa, las creaciones de Nik, son personajes que están en las esquinas de los kioscos de toda Europa y que no se han valido jamás de ninguna cosa grosera para entretener. Muchos han divertido a generaciones, como el caso de Quino. Una de las películas que más recaudó hace poco fue ‘Manuelita’, con un texto blanco y hermoso de María Elena Walsh, que es una de esas poetas a las que uno quisiera copiarle cosas como “la leche tiene frío”; una maravilla. Sus metáforas y su encanto de metáforas.
Por otra parte, yo veo que dicen: ‘no hay público para la comedia blanca, es muy naif, muy light’, y yo les respondo con el ejemplo de Les Luthiers, un espectáculo que sin apoyarse en la televisión ha divertido a generaciones desde hace más de treinta años. Ese público que llena los teatros donde actúan ellos, ¿de dónde sale?, ¿no es el mismo público que el de la televisión acaso? ¿Y por qué el espectáculo de Les Luthiers convence, divierte, la gente disfruta, aplaude, se ríe sin que haya ninguna grosería? Yo creo que hay una subestimación del espectador y una necesidad de ver quién es más grosero que el otro, y eso no conduce nada más que a esta chatura, donde los programas compiten simplemente para demostrar que se pueden lograr altos puntos de rating con la chabacanería”.
Espero haber dado aunque sea parcialmente una breve semblanza de este ilustre escritor de los medios, en cuya historia ya tiene un lugar eterno, más allá de sus premios.