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Jóvenes “crónicos” al uso de drogas

Parecería que hablar de drogas es solo un tema policial ligado al narcotráfico. Hoy los distintos “Rosarios” concitan la atención incluso de Su Santidad Francisco, pero en realidad hablar de drogas es hablar de una pandemia de consumo en aumento.

La oferta de drogas se ha multiplicado en los últimos años y si bien la oferta depende de la demanda de consumo la multiplicidad de puntos de venta es también un estímulo para consumir.

Medios tecnológicos, redes de Facebook, sitios de wapp, delivery a domicilio, libre venta en centros de diversión, estadios deportivos con venta de sustancias, etc.

El “narco-marketing” utiliza diversos medios y fundamentalmente el propio consumidor es el principal propagandista además de la ausencia de un conciencia colectiva en la comunidad del daño del uso de drogas. De esta forma se ha naturalizado el consumo como una iniciación más en la adolescencia.

Nos encontramos hoy con pacientes que no pudieron consolidar su identidad desde la adolescencia por el consumo ya que la adolescencia es “el segundo nacimiento del ser humano”. Debemos comprender que identidad es proyecto y sentido de vida ya sea desde un oficio o trabajo, el estudio, una vocación, un proyecto que le de sentido a la vida. Las drogas “estancan” un desarrollo sustentable de un ser humano.

La clínica de las adicciones es un “muestrario” de seres humanos en situación de perdidas constantes: daños orgánicos, cerebros dañados con funciones cognitivas deficitarias (memoria, atención, comprensión, etc.), finanzas quebradas, familias en disolución, abandonos por doquier, hijos “crucificados” en el consumo, familias de tres generaciones adictas, internaciones varias realizadas sin motivación de rehabilitación y a los solos efectos de una desintoxicación, etc.

Al mismo tiempo la toxico-dependencia tiende a implantarse socialmente en grupos de edad cada vez más bajos y de esta manera se asegura un número alto de consumidores crónicos.

Desde hace veinte años surge un nuevo joven al cual denomino “joven crónico”. El crónico es ya un dependiente de por vida a sustancias tóxicas(alcohol y drogas desde la nicotina en adelante) de no existir un tratamiento con un sistema de reinserción planificado y terapias posteriores a la etapa de la internación.

No son solo el cerebro, el hígado y aparato cardiocirculatorio los que hablan de su decadencia es también el pensamiento “concreto” y sin vuelo hacia la abstracción, la cirrosis juvenil con la hepatitis crónica activa o trastornos valvulares cardiacos que nos delatan, solo en un aspecto, el deterioro de un cuerpo que nació para ser y que es solo defecto.

En lo orgánico el defecto se acompaña psicológicamente de una alteración global de la personalidad en todos sus planos: afectividad embotada o exaltada, voluntad débil y herida de muerte hacia proyectos que demanden esfuerzo y trabajo, atención solo presta para lo instantáneo y fugaz.

Progresivamente se va “dementizando”, el ser abierto hacia un proyecto se va convirtiendo en “planta” vegetando por el mundo. Se transforma así en una “boca” que pide .

En muchos casos distintas enfermedades asociadas interrumpen su vida como una pregunta a la cual no le puede dar respuesta; en otros casos un accidente automovilístico o una sobredosis de alcohol o de drogas deja jirones en aras de la existencia tóxica. Es común en estos jóvenes crónicos distintos pasos por salas de guardia por intoxicaciones e incluso días en terapia intensiva en distintas oportunidades.

Muchos vivieron de él: traficantes de drogas, comerciantes de la noche y el sexo, etc. Pero él también deja en su marcha tóxica distintos signos de su malestar: hijos, vínculos rotos, dolores.

Los hijos de padres drogadictos sufren en carne propia la inseguridad mayor que puede tener un niño: no sentirse sostenido por adultos seguros confiables

. Su vida es un perpetuo caos. Lo que el niño en primera instancia necesita es seguridad.

 

PRIMERAS EXPERIMENTACIONES

La primera experimentación de los ya adictos comenzó a los 13 y 14 años y la edad promedio de la primera consulta supera los 10 años y justamente en edades de maduración cerebral y de consolidación de la Identidad.

Hablamos de la diferencia entre el uso, abuso y adicción. La adicción es un estadio final en donde la compulsión por conseguir la droga se une a la impulsión que lleva al acto con la finalidad de conseguirla a cualquier precio (robo, por ejemplo).

La cronicidad del consumo se comprueba en el hecho de que el adolescente tarda entre 10 a 15 años en acudir a la consulta. Después de un año de experimentar con drogas y alcohol un adolescente necesita crónicamente del consumo.

A menor edad de la iniciación en el consumo , màs rápida es la inclusión en la existencia crónica. Esto naturalmente compromete la identidad juvenil y puberal-adolescente.

La propuesta tóxica de vida prende en los miles de jóvenes que hoy nuestra sociedad promueve con deficiencias en la contención familiar (familias desorganizadas y con deficiencias en la convivencia ) y social.

Otros estudios, no ya con adictos sino con experimentadores o usadores, nos hablan de un inicio hacia los 15 años, aunque estos estudios no mencionan el uso de alcohol y el tabaco como primera droga utilizada, quizás ya antes de esa edad. El alcohol en ciertos medios éticos, sociales y económicos comienza a ser utilizado en la prepubertad (11 a 13 años).

El nivel de experimentación en drogas, en nuestra juventud tomando una “población cautiva” supera el 25 % de iniciación en el consumo con drogas ilícitas (cocaina, marihuana, L.S.D., etc.)

 

ESTRUCTURAS CEREBRALES DAÑADAS

Hay una liberación de dopamina(neurotransmisor clave) por el consumo de cocaina y por el alto stress y esto va generando cambios progresivos en el sistema de recompensa(áreas de placer del cerebro).

Este sistema de recompensa en situaciones normales es clave en el placer cotidiano, la vida amorosa, y en todo aquello que concita motivaciones sanas. Las drogas “hipotecan” literalmente este sistema.

Al mismo tiempo se va alterando la función frontal (zona màs evolucionada del desarrollo cerebral en la historia de la especie humana) y se va liberando el cerebro automático (zona más primitiva en la evolución del sistema nervioso).

Se va reduciendo la función ejecutiva del cerebro(pensamiento, comprensión, atención, memoria y fundamentalmente la motivación que solo funciona para la búsqueda de drogas) y se limita la función del sistema de supervivencia del cerebro solo a las drogas mientras que las funciones sexuales, las alimenticias quedan a un costado.

Así va surgiendo entonces una patología de la motivación y de la toma de decisiones; entonces se va transformando en una enfermedad del aprendizaje y de la memoria.

El deseo de la droga prevalece ya que el centro del control ejecutivo elige esta salida químico-toxica permanentemente transformándose en una patología de la motivación, las decisiones y el aprendizaje.

 

DAÑOS EN LA MADURACION CEREBRAL

El cerebro madura hasta los 25 años y debemos considerar que es una enfermedad tratable del cerebro, aunque puede transformarse en una enfermedad crónica del mismo en sus sistema de supervivencia generándose una desconexión entre el cerebro automático y nuestro pensamiento más evolucionado.

El cerebro automático no es verbal, está impulsado por la supervivencia ya que no responde a la lógica o a la razón. Hay que lograr una articulación con el centro ejecutivo por distintos medios terapéuticos.

Hay ciertos elementos claves en la rehabilitación:

A- Reconocer la adicción y la aceptación de la enfermedad. Lograr un compromiso con la recuperación. Reducir o eliminar el incentivo para su uso. La existencia de garantes familiares de un tratamiento ya que el paciente tratarà de manipular de distintas formas para volver a consumir teniendo en cuenta que un plan de vida sin sustancias le resulta muy difícil.

Al mismo tiempo debemos reconocer que la sobreexposición a drogas desde tempranas edades madurativas llevó a cambios en el sistema nervioso quedando vulnerable a personas con las cuales se consumía, lugares de consumo, situaciones de stress , “parafernalia” y ambientes adictivos.

El no consumo es uno de los prerrequisitos del tratamiento dada las situaciones de vulnerabilidad que vivió el paciente y que están presentes en su vida cotidiana y ahí se hace cierto el lema de Alcohólicos Anónimos: una copa(dosis) es demasiado y mil son pocas.