Javier Milei


Señor director:

No es la aparición de Javier Milei lo único novedoso en la Argentina: ha surgido, por primera vez, un tercer frente capaz de competir con los otros dos partidos tradicionales. Esta fuerza política, en realidad, es la resultante de vectores dispares, constituidos por necesidades que venían ejerciendo su influencia y configurando una situación caótica en la sociedad. El modelo corresponde a la física mecánica que ilustra la idea con el uso de flechas (como distintas fuerzas), que llevan a una resultante las demás, con ciertos procedimientos. Milei, por sus características personales, se ha hecho cargo del requerimiento del pueblo, que lo inviste y lo insta a llevar a cabo la satisfacción de sus necesidades. Ahora bien, ¿qué es lo que caracteriza al libertario y lo torna diferente de todos los mandatarios? Su erudición. Aparte de su inteligencia y la rapidez de su genio, que nadie ha negado, posee algo que nunca se le ha requerido a ningún candidato: estudios y conocimientos; en ese sentido promete ser un leading case. Esa característica es, al fin y al cabo, lo que desconcierta a la gente y enerva a sus rivales. También lo acerca, aunque salvando mucho las distancias, a mi idea de la “doctocracia” (de docto, que tiene conocimiento y cracia gobierno de); éste o algún otro similar será imprescindible para gobernar en el futuro, no aguantará más un sistema inventado en el siglo VI a. C., o sea hace cerca de dos mil seiscientos años.

Los países no podrán seguir dirigidos por personas carentes de “conocimientos específicos”; estos dos últimos vocablos resumen, de manera muy, muy exigua, mi idea de la doctocracia, que supone la creación de una Facultad Universitaria ad hoc, y muy distinta de las Ciencias Sociales; el concepto está desarrollado en algunos de mis libros y en internet. Volviendo a Milei, puede decirse que se ha hecho cargo de la necesidad de la población, casi sin darse cuenta él mismo de que no ha sido sólo por una decisión o vocación personal, sino que cumple, casi inconscientemente, el anhelo de la ciudadanía, consubstanciado con la mencionada fuerza resultante, que actúa a través de él. Este fenómeno novedoso perturba y confunde a todos, que tratan denodadamente de encasillarlo dentro de alguna clasificación conocida: que es un populista más, igual que el peronismo; que pertenece a la casta; que hay algún empresario detrás de él; que es un loco, (diagnóstico mediático o sectorial), etc.; en relación con esto último, la exaltada vehemencia que demuestra algunas veces, pone en evidencia, justamente, que es un representante, un emergente de un pueblo encarnado en él, que está desesperado, enloquecido, intimidado por una violencia silente que lo viene expoliando, humillando y zahiriendo desde hace muchas décadas, y que lo ha llevado a vivir como dentro de una olla a presión… a punto de explotar.

Un presidente elegido en estas condiciones deberá interactuar con inteligencia y en forma dialéctica, con las fuerzas opuestas a la resultante por la que está imbuido. Ni qué decir que el gobierno que venga recibirá una brasa ardiendo al rojo vivo…, color también del déficit fiscal.

ALEJANDRO SICARDI