Si se considera que la Segunda Guerra Mundial terminó el 8 de Mayo de 1945, con la rendición de Alemania; que la Guerra Fría iniciada en 1949 entre la Unión Soviética y los países atlantistas, puede ser considerada como una prolongada y desgastante Tercera Guerra Mundial finalizada, en diciembre de 1991, con la implosión del sistema político marxista soviético, bien podemos decir que, el 24 de febrero de 2022, Vladimir Vladimirovich Putin puso en marcha un conflicto que bien puede ser considerada como la Cuarta Guerra Mundial, abatida sobre la humanidad toda, sin solución de continuidad, como una mancha venenosa extendida de país a país, de continente a continente.
El miércoles 26 de julio, cuando muy pocos lo sabían y menos lo sospechaban, el Jefe de la Guardia Presidencial de Níger, país ubicado en el corazón de Africa, tomó prisionero al Jefe de Estado de ese país, Mohamed Boazum elegido, en segunda vuelta, en las elecciones democráticas realizadas en febrero de 2021.
Hasta ese momento, el gobierno de Niger era un nexo eficaz con el resto de los países democráticos del planeta, en especial con los llamados atlantistas y de la Unión Europea, en contraposición con los regímenes autoritarios de otros lugares del mundo.
Pero era un hecho sabido que la Federación Rusa, a través del muy eficaz Grupo Wagner liderado por Eugenio Prigozhin, había establecido notables contactos con muchos países africanos a los cuales había ofrecido servicios de seguridad, armas y entrenamiento militar. El hecho de utilizar fuerzas mercenarias en estas operaciones le daban la posibilidad, al presidente ruso, de manejar con mucho mayor libertad sus operaciones de atracción a los gobiernos africanos y, en especial, a sus cúpulas militares, muchas veces dispuestas, como en este caso, a hacerse rápidamente del poder mediante un golpe de estado. En este caso, un golpe de palacio, pues fue el propio jefe de la Guardia Presidencial quien tomó prisionero al Jefe de Estado, el profesor de filosofía Mohamed Boazum, miembro de una tribu árabe que profesa el culto musulman sunnita.
ESCÁNDALO EN AFRICA
El aprisionamiento y secuestro del mandatario cayó como una bomba en la sociedad política mundial, pero mucho más aún en la sociedad africana, donde los golpes de Estado han sido tan frecuentes y seguidos que han dejado una marca muy difícil de ocultar.
Justamente, donde es tan fácil e impune dar un golpe de Estado es muy difícil sostener los valores de la vida democrática, con su división de tres poderes independientes con igual jerarquía, elecciones libres y transparentes, y respeto a las libertades y los derechos humanos.
Justamente, lo primero que hizo la Junta Revolucionaria Militar de Níger fue suspender la Constitución, disolver la Cámara de Representantes, prohibir la actividad política, y asumir la Suma del Poder Público, con un inicial cierre de fronteras incluido.
La Junta proclamó su oposición a los países de Occidente y su vocación antiimperialista. En el fondo, una alineación perfecta con el régimen de la Federación Rusa liderada por Vladimir Putin y un descalce completo con respecto a Francia y, se supone, también con relación a los Estados Unidos. Pero el corte con el país galo es mucho más notorio, porque interrumpió inmediatamente las ventas de uranio y oro a Francia.
LA REACCIÓN
Pero, cómo se están viviendo todos estos hechos militares, económicos y políticos dentro del contexto de una Guerra Fría de carácter mundial, las reacciones no se hicieron esperar. La característica de una Guerra Fría es su divisoria de aguas. Es un poco lo que escribió un famoso duelista, el tratadista Fors: “La punta de una espada tiene la propiedad de disipar a muchos fantasmas". La agresión militar también porque: "Donde las dan, también las toman" como reza un viejo y sabio refrán español.
En el caso del continente africano, la primera y fuerte reacción provino de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental" -ECOWAS es su sigla en inglés- formada por quince países muy cercanos a Níger. Son, a saber: Benín, Burkina Faso, Cabo Verde, Costa de Marfil, Gambia, Ghana, Guinea, Guinea Bissau, Liberia, Malí, Níger, Nigeria, Sierra Leona, Senegal y Togo.
Pero no todos estos países están en contra del nuevo gobierno revolucionario de Níger. Ya hay otros donde también sus autoridades elegidas democráticamente han sido suplantados por militares, a través de golpes de Estado: los dos gobiernos más favorables al nuevo golpe de Estado son, precisamente, los de Burkina Faso y Malí dispuestos, según declararon: "a intervenir militarmente, si fuere necesario, a favor de la Junta Militar que gobierna actualmente Níger". También ofreció su concurso armado, y su aliento, Guinea.
Pero, justamente enfrente, se alineó el más poderoso de todos, Nigeria, el sexto país más poblado del mundo, con 224 millones de habitantes. Por lejos, el país más poderoso de África, económica y militarmente, quien tiene una política exterior completamente independiente, pues ya dijo que no acepta intervenciones de países fuera de África, ni de organizaciones de mercenarios, cualquiera sea el nombre que estos lleven.
Para buenos entendedores, Nigeria se estaba refiriendo a la Federación Rusa y a la Organización Wagner, de nuestro conocido Eugenio Prigozhin. Esta declaración de Nigeria plantea un problema adicional: una cosa era mandarlo al dueño del Grupo Wagner entre gallos y medianoche, a preparar operaciones secretas de guerra híbrida, o a vender protección y seguridad a países africanos, o de Medio Oriente, y otra muy distinta es ir a lugares donde Putin y el resto de las autoridades de la Federación Rusa pueden ser perfectamente acusados de enviar fuerzas armadas fuera de la ley y del derecho de gentes.
El mismo Putin reconoció que la Constitución rusa no ampara el accionar de fuerzas militares irregulares, o no sujetas a las autoridades del Ministerio de Defensa ruso. Una cosa era mandar a espiar y a actuar a Prigozhin cuando la luz estaba apagada y poco se los conocía, y otra cosa es enviarlos después de haber prendido la luz el 24 de febrero de 2022 y cuando el jefe del Grupo Wagner tiene más prestigio militar que el propio Vladimir Vladimirovich Putin.
Níger tiene 26 millones de habitantes, Burkina Faso tiene 23 millones de almas, pero en edad de empuñar las armas cuenta solamente con la mitad, pues tiene una de las poblaciones más jóvenes del planeta, con una tasa de natalidad por madre de casi seis hijos cada una y una edad promedio de la población total de solamente 17 años. Para peor, el 85 por ciento de los puestos de trabajo son agrícolas y el reclutamiento militar forzado condenaría al hambre a gran parte del país. Es muy posible que haya muchos líderes africanos que postulen echar de sus tierras a los países de Occidente, pero echar a Nigeria que, aparentemente, amenaza seriamente con invadir a Níger, es bastante más complicado.
EL ULTIMATUM
La Guardia Presidencial de Níger tomó prisionero a Mohamed Bazoum, jefe del Poder Ejecutivo de ese país, el miércoles 26 de julio último. El domingo 30 de julio se reunieron las autoridades de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental, encabezados por Nigeria, y salvo algunas excepciones, dieron un ultimátum de una semana a las autoridades de facto de Níger para reponer al presidente electo democráticamente, bajo la amenaza de invadir al país rebelde en caso de incumplimiento. Y ese plazo se cumple precisamente hoy, domingo 6 de agosto.
Toda guerra abre una gran incógnita. Este importante capítulo africano, también.